7. contigo

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nunca dije 'no te vayas', lo debí decir (...)

nunca dije que lo siento y sí que lo sentí (...)

y aquí estoy yo, rasgándome la voz

buscándote y cantando entre la gente

para que inevitablemente me oigas tú

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- ¡Violeta!

El grito lejano de su hermana la despertó de repente. Se había quedado dormida en el sofá mientras leía y estaba desorientada y confundida.

- ¡Vio!

La voz de Tana sonaba cada vez más cerca. La puerta del salón se abrió de golpe y la adolescente irrumpió como un huracán en la habitación.

- ¿Qué pasa? - Preguntó la periodista, tratando de ubicarse y despertar del todo.

- Arréglate que vamos a salir.

A la pelirroja le dio la risa. Se frotó los ojos un par de veces y volvió a mirar a su hermana, que tenía los brazos cruzados y una expresión seria en la cara.

- ¿Estás de coña, no? - Preguntó la reportera, sin ganas de ir a ninguna parte. - Ya estoy en pijama, Tana.

- Pues te lo quitas y punto, ya ves que problema. - Replicó la pequeña. - Es viernes por la noche, Vio, no te vas a quedar en casa como las viejas.

Violeta rodó los ojos. La idea de quedarse en el sofá, con su libro y su mantita, era lo que más le apetecía en el mundo. Estaba desganada y no le apetecía socializar.

Su hermana sacó todas sus armas y le hizo un pucherito.

- Venga, Vio, porfa... Que quiero ir a un sitio y papá y mamá solo me dejan si vienes conmigo.

Ah. Así que esa era la cuestión. Violeta le sonrió y volvió a acomodarse en el sofá, sin ninguna intención de moverse.

- O sea, que llevas toda la semana ignorándome y ahora que me necesitas vienes a proponerme planes. Solo me quieres por interés. - Intentó que sonase a vacile, pero sus palabras escondían más verdad de lo que le hubiese gustado. - Dile a Ruslana que te acompañe ella. - Sentenció, buscando la página del libro en la que se había quedado dormida.

- Es que esa es la cuestión, Vi, no puedo decirle nada a Rus. - La periodista levantó la mirada con curiosidad. - Hoy toca su grupo en el bar ese al que tú ibas siempre y quiero ir a verla por sorpresa. Pero no puedo entrar sin un mayor de edad.

Tana le sonrió ampliamente, hoyuelito incluido, pero ella ni se inmutó. Ella jugaba esa carta mejor que nadie, su hermana no iba a impresionarla por ese camino.

Estaba a punto de decirle a la adolescente que ni de broma iba a ser su niñera en el concierto cutre de su prima, pero entonces recordó algo.

Recordó a alguien, mejor dicho.

Chiara también tocaba en esa banda. Ir al bar implicaba volver a encontrársela. Implicaba verla relacionarse con Ruslana. Implicaba tener que hacer otro sobreesfruerzo por mantener sus emociones a raya.

Pero, por otra parte... Ir al bar también significaba escucharla cantar de nuevo. Significaba volver a verla sobre un escenario, con todo el poder que eso tenía. Significaba disfrutar de su música en directo una vez más.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar la última vez que había visto actuar a la británica: con sus gafas de sol, su pelo revuelto, su camisa medio abierta, su guitarra en las manos...

Life After LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora