17. i drove all night

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HOLA, COMO ESTÁIS?

He vuelto después de mucho tiempo porque la vida me ha pasado por encima como un camión, pero estoy decidida a terminar esta historia. Espero que disfrutéis de la actualización, contadme en comentarios que os parece :)

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Bzz. Bzz. Bzz.

Abrió un ojo en medio de la oscuridad, tratando de averiguar de donde venía esa vibración.

Bzz. Bzz. Bzz.

Se giró hacia la mesilla y el sonido se intensificó.

Bzz. Bzz. Bzz.

El móvil. La estaban llamando. ¿Pero quién llamaba a esas horas de la madrugada?

- ¿Si?

Contestó sin mirar, porque la luz de la pantalla la cegó por completo y no sabía dónde había puesto las gafas.

- ¿Vivi?

Se incorporó como un resorte al escuchar la voz al otro lado de la línea, despejada y lúcida de repente.

- ¿Chiara?

Todo lo que obtuvo por respuesta fueron un par de sollozos. La británica parecía estar llorando y Violeta activó el modo alerta de inmediato. No era normal que la llamase por teléfono y mucho menos a esas horas y en esas condiciones. Algo tenía que ir mal y eso le puso un nudo en el estómago. Se imaginó lo peor.

- Kiki, ¿qué te pasa? - Insistió en un tono desesperado, al ver que la morena no le contestaba.

- ¿Puedes venir a recogerme? - Le pidió la menorquina, casi suplicando. - Estoy en Urgencias.

Violeta lanzó las mantas al aire y puso el móvil en altavoz mientras se ponía en movimiento.

- ¿Cómo que en urgencias, Chiara? - Preguntó agobiada. - ¿Estás bien?

Al otro lado del teléfono sonaron un par de sollozos más.

- Sí, no te preocupes - Intentó tranquilizarla la balear, tratando de sonar lo más casual posible. - Salí con unos compañeros del conservatorio, bebimos un poco, nos pusimos a hacer tonto... Y me caí.

- ¿Te caíste cómo? - Se interesó la periodista, notando como se le aceleraba el corazón visualizando los escenarios más catastróficos.

La inglesa no le respondió.

- ¿Kiki? - Insistió.

Escuchó un suspiro a través del altavoz

- Intentando un mortal desde un banco.

Violeta bufó.

- Las putas acrobacias te van a matar, Kiki, mira que te lo he dicho veces.

Chiara lloró un poco más fuerte y la granadina se arrepintió de la reprimenda. No era el momento, ya tendría tiempo de echarle la bronca después.

- ¿Qué te ha pasado? - Cuestionó, cambiando el tono a algo más suave y más preocupado.

- Me hice daño en un brazo y una brecha en la cabeza. Estoy en observaciones y creen que podrán mandarme a casa si las pruebas salen bien, pero no tengo como volver.

La pelirroja sintió un alivio tremendo al instante. Estaba herida, pero no parecía grave.

- ¿Estás sola?

- Sí

- ¿Y los demás? - Preguntó extrañada. - ¿No habías salido con un grupo de gente?

- Sí, pero me dejaron aquí y prácticamente los echaron, porque estaban gritando en Urgencias y bastante alterados. - Explicó. - Me tranquilizó que se fuesen, porque me estaban dando una vergüenza terrible.

- Entiendo. - Asintió la andaluza, aunque la otra chica no podía verla.

- No quise llamar a mis padres porque no quiero preocuparlos. - Continuó la británica. - Y podría haber avisado a alguien más, pero Rus está en Canarias, Martín en Bilbao, Bea con sus abuelos en Madrid y Paul no tiene coche. - Hizo una pausa para respirar y llegar al punto que quería transmitir desde el principio. - Siento molestarte a esta hora, pero no sabía a quien más llamar y no quiero estar sola ahora mismo.

Violeta sintió un burbujeo de ilusión en su interior. Vale, quizá había sido la última opción de la lista de Chiara -y Ruslana la primera, no se le escapó el detalle-, pero al menos había confiado en ella y allí iba a estar.

Se había puesto unas mallas y una sudadera mientras la balear hablaba y se calzó unas Converse a la velocidad de la luz.

- Kiki, estoy saliendo, ¿vale? - Susurró por el pasillo. - Mándame un mensaje con los detalles y estoy ahí en veinte minutos.

Cogió las llaves en el recibidor y les dejó una nota a sus padres para avisarles de que se llevaba el coche. Se sentía como cuando tenía 15 años y se escapaba de noche con Denna y Salma para colarse en alguna fiesta. O como cuando, un par de meses atrás, esperaba a la madrugada para salir a ver a la propia Chiara sin tener que dar explicaciones a nadie.

Condujo por Granada lo más rápido que pudo, maldiciendo casa semáforo en rojo y apurando cada ámbar que se encontró por el camino. Aparcó en un sitio de dudosa legalidad y corrió hasta la puerta de Urgencias. Preguntó por Chiara en recepción, dando su nombre, pero al no ser familiar directo no le dieron más información. Violeta entendía que no la dejasen pasar a verla fuera de horario, pero necesitaba saber que estaba bien, así que lo intentó una última vez a la desesperada.

- Soy su novia. - Afirmó con seguridad.

Una oleada de mariposas le recorrió el cuerpo. La novia de Chiara. Sonaba tan, pero tan bien, decir esas palabras en alto, que se permitió a sí misma disfrutarlas por un instante. Aunque fuesen falsas, aunque fuese otra la que tuviese el privilegio de sentirlo de verdad.

- Lo siento, señorita, pero no puedo hacer excepciones. - Respondió la enfermera, sin despegar los ojos del papel que estaba cubriendo. - Puede esperar en la sala de espera y, si pasa algo, la informaremos.

La periodista rodó los ojos y se dio la vuelta resignada. Caminó hasta la salita que le había indicado la mujer tras el mostrador y se sentó en la primera silla que encontró libre. Se dejó caer y miró alrededor. No había mucha gente, pero todo el mundo parecía tan preocupado y nervioso de tener que esperar allí como ella.

Sacó el teléfono y le escribió a la británica, haciéndole saber que estaba allí, pero no la dejaban pasar. No tuvo respuesta.

Le mandó un Whatsapp a Denna para que lo leyese al día siguiente y abrió otra conversación, en blanco, con todo por decir.

Inspiró hondo antes de empezar a escribir, sin ganas de hacerlo, pero venciendo a la pereza y la rabia que le producía aquella situación y haciendo por lo correcto.

V: Hola Rus
V: Soy Violeta, tu prima.
V: Perdona que te moleste a estas horas, solo te escribo para avisar de que estoy en Urgencias para recoger a Kiki.
V: Está bien, no es nada grave y espero que nos vayamos pronto a casa. Solo ha sido un susto.
V: Pero creí que debías saberlo.

Suspiró y decidió borrar el 'porque eres su novia' del final. No tenía que darle más explicaciones a la canaria, pero prefirió añadir una cosa más por si acaso.

V: Me llamó a mí porque no quería preocupar a sus padres y el resto de sus amigos estáis fuera de Granada.

Notó como una de sus piernas se movía a toda velocidad, fruto de los nervios, y puso una mano encima para pararla físicamente. La respuesta de su prima no se hizo esperar

R: como que en urgencias????
R: pero seguro que está bien???
R: que le ha pasado?

La periodista sonrió, pese a todo, porque la preocupación de la ucraniana parecía real. Al menos Chiara había encontrado a alguien que la quería y la cuidaba genuinamente.

V: se cayó haciendo una voltereta y se hizo daño en un brazo
V: aun no la he visto, pero hablé con ella y hablaba perfectamente, espera que la manden ya
R: las putas volteretas, tío
R: la van a matar algún día

Violeta amplió la sonrisa y la transformó en un gesto mucho más verdadero, porque esas también habían sido sus palabras exactas. Al final, quizá compartían más cosas que el color del pelo.

V: tranquila, vale?

Se imaginaba el pánico que podía sentir la tinerfeña estando tan lejos de la balear en un momento así.

V: te voy informando de lo que me digan y lo que vaya pasando, pero de momento está todo controlado

El 'escribiendo...' de Ruslana apareció y desapareció varias veces.

R: vale, ok
R: y muchas gracias violeta

Un nuevo baile de 'escribiendo...' por parte de la canaria. La periodista miró atenta la pantalla, con curiosidad.

R: por avisarme y por estar ahí para ella también ❤️

La granadina le envío un par de corazones de vuelta y se sintió aliviada por completo. Su relación con Ruslana no era la mejor, porque ninguna de las dos se había esforzado en acercar posturas, pero se alegraba de saber que en las cosas importantes estaban de acuerdo y en el mismo equipo.

Pasó los siguientes minutos vagando sin rumbo por las redes sociales, para matar el tiempo y distraer la mente de todos los escenarios negativos que se imaginaba constantemente.

- ¿Violeta?

La reportera alzó la cabeza rápidamente al escuchar la voz de Chiara. Venía en una silla de ruedas, empujada por una trabajadora del hospital, y parecía pálida y débil. Tenía el brazo derecho en cabestrillo y un apósito sobre la ceja de ese mismo lado. Respiraba lento, seguramente por los calmantes o alguna medicación que le habían dado, y la andaluza sintió más ganas de abrazarla que nunca.

- Kiki.

Suspiró su nombre con la voz temblorosa, evitando llamar la atención de la sala y conteniendo las lágrimas. No le gustaba aquella imagen, no le gustaba verla así.

Chiara dibujó una sonrisa lentamente.

- Hey. - Saludó la morena de forma tímida. - You're here.

Le salió más pregunta que afirmación, como si una parte de ella todavía no creyese lo que estaba viendo, como si no asimilase que la pelirroja estaba allí, que se había levantado en medio de la noche para acudir a su llamada y plantarse en en el hospital.

La periodista se puso de pie y dudó que hacer. La menorquina leyó su incertidumbre y levantó la mano izquierda, invitándola a cogerla. Violeta entrelazó sus dedos rápidamente y se agachó a su lado, para estar a su altura. Chiara la miraba con los ojos chispeantes, dentro del cansancio evidente que reflejaba su cara.

- ¿Estás bien?

La inglesa asintió, aunque la de Motril podía leer sus ganas de llorar detrás de la fachada.

- ¿Te llevo a casa?

Chiara asintió de nuevo y cerró los ojos. Estaba a punto de romper en llanto otra vez y no quería derramar ni una lágrima más en aquel hospital. Estaba bien, dentro de lo que había podido ser, pero el susto que todavía sentía en el cuerpo la tenía al límite de sus emociones.

Dio su consentimiento para que Violeta hablase con la gente del hospital y se ocupase del papeleo e intentó descansar la cabeza. La medicación que le habían dado era fuerte y se sentía un poco zombi, lo que más le apetecía era tumbarse y dormir.

- ¿Nos vamos? - Murmuró la periodista, extendiendo las manos para ayudarla a levantarse de la silla.

- Please. - Se limitó a responder la morena, dejándose impulsar y cargando el peso de su lado bueno contra el cuerpo de Violeta.

La granadina maniobró un poco para ajustarse sin hacerle daño en el brazo herido y comenzó a andar, lentamente. Al llegar a la puerta, se pararon.

- ¿Tienes chaqueta o algo? - Preguntó, consciente del frío que hacía fuera y de que Chiara llevaba simplemente una camiseta interior.

- Tengo el jersey y la cazadora en la bolsa, creo. - Respondió la balear, indicando la bolsita que le habían dado a Violeta con sus cosas personales.

La pelirroja sacó las prendas y se quedó helada. Estaban llenas de sangre y el jersey lo habían tenido que cortar para recolocarle el brazo. Tuvo un flash de Kiki, tirada en el suelo gritando de dolor y asustada al verse sangrando tanto, y se sintió tremendamente culpable de no haber estado allí.

No es que hubiese podido hacerlo aunque quisiese, y sabía que no era un pensamiento racional, pero le dolía igualmente.

Guardó la ropa de Chiara otra vez en la bolsa y se quitó su cazadora.

- Toma, ponte la mía aunque sea por los hombros. - Indicó, colocándosela directamente y sin dar opción a réplica.- Ni de coña te vas a poner esa ropa así de sucia otra vez.

La inglesa accedió, sin ánimos para protestar, y se dejó guiar hasta el coche.

- Menos mal que no se lo ha llevado la grúa, mi padre me mata si tiene que recogerlo mañana en el depósito. - Comentó Violeta, en tono divertido, intentando hacer sonreír a la morena.

Lo consiguió.

En cuanto estuvo más o menos acomodada en el asiento del copiloto, Chiara se apoyó contra el reposacabezas y cerró los ojos de nuevo. La reportera arrancó en silencio, dándole su espacio y entendiendo que necesitaba descansar.

Al cabo de un rato, la voz de Kiki la sobresaltó.

- No me acuerdo de nada.

Violeta la miró de reojo, pero seguía con los ojos cerrados. De no ser porque hablaba, hubiese parecido que se había quedado dormida.

- Lo único que recuerdo es pensar que había hecho algo mal cuando estaba en el aire, tuve una mala sensación. - Continuó. - Y después nada, todo negro, hasta que me desperté en el hospital. Me asusté muchísimo cuando abrí los ojos y vi donde estaba, no entendía lo que estaba pasando.

Una lágrima rodó por su mejilla y, antes de procesarlo, el pulgar de la andaluza ya la estaba secando. El gesto las sorprendió a las dos, por lo natural que había sido y por lo bien que las hacía sentir.

- Perdona por haberte llamado en mitad de la noche. - Se disculpó la menorquina. - No quería molestarte, pero me daba pánico estar sola.

- Tú nunca me molestas, Kiki. - Aclaró la periodista. - Habría venido a por ti aunque me hubieses llamado a Madrid. - Bromeó.

La cabeza de Chiara se inclinó sobre su mano, que todavía acariciaba su mejilla.

- Gracias, Vivi.

Chiara quiso decir algo más, quiso añadir las palabras que le quemaban la lengua desde hacía varios días, pero se calló a última hora porque no eran ni el momento ni el lugar.

Estaba agotada, medicada y asustada y lo último que necesitaba era una conversación intensa y un dolor de cabeza extra.

Llegaron a su casa con relativa tranquilidad debido al poco tráfico y Violeta aparcó en el sitio libre más próximo a la puerta que encontró. Aquel portal todavía le producía escalofríos pensando en los fantasmas de su última noche pre verano.

- Gracias otra vez. - Dijo Chiara tras un rato de silencio nervioso. - Por todo.

La pelirroja le sonrió y negó con la cabeza.

- No hay de qué, Kiki, en serio. ¿Te ayudo a bajar?

- No, no pasa nada.

Pero en cuanto se giró para abrir la puerta con la mano izquierda, sintió un calambre que le paralizó todo el cuerpo.

- Fucking hell. - Musitó.

La andaluza se puso en movimiento y rodeó el coche rápidamente, abriéndole la puerta e inclinándose para ayudarla a salir.

- Ven aquí, anda. Déjame ayudarte.

La sacó del coche con cuidado para no hacerle daño y la acercó al portal.

- ¿Las llaves?

- En el bolso.

Violeta las sacó y abrió la puerta, amparándola para que no se le cerrase. Chiara le agarró la mano, una vez dentro, para impedir que se fuera.

- ¿Me acompañas arriba, please? - Le pidió, con las mejillas un poco sonrojadas. - Necesito ayuda para ponerme el pijama.

Violeta asintió sin mirar ni siquiera el reloj. Subieron en silencio, muy conscientes de que iban la una al lado de la otra directas a la habitación de Chiara. Violeta abrió la puerta de la casa con las llaves que todavía llevaba en la mano y recorrieron lentamente el pasillo.

Chiara se sentó en el borde de la cama nada más entrar en su cuarto, suspirando por el cansancio. La pelirroja cerró la puerta con cuidado y se quedó apoyada contra la madera, sin saber que hacer y muerta de vergüenza de repente.

La morena se pasó una mano por el pelo y se volvió a poner en pie.

- Voy al baño. - Comentó.

- ¿Necesitas ayuda? ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

Life After LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora