Cronogravedad | Julius Novachrono [Black Clover]

Capítulo 19

"Baile de Máscaras"

(Arriba les dejé el vestido con el que imaginé a Aurora)

Finral abrió un portal y Aurora se tomó de su brazo antes de cruzar. Sin darse cuenta de su repentino nerviosismo, presionó sus dedos fuertemente sobre el brazo de su amigo.

—Tranquila, bailarás genial —la animó él.

—Eso espero —murmuró ella, acomodándose un poco más el vestido para mantener su mente ocupada.

Finral avanzó y Aurora junto con él. Los había teletransportado hasta las puertas del castillo del Rey. No se veía a nadie interesante por los alrededores, así que aprovechó de ponerse su máscara que le cubrió hasta la zona de la nariz, dejando sus labios al descubierto. Ésta tenía una rosa de color negro en la esquina derecha con unas raíces doradas que se elevaban hacia arriba y terminaban en unas rosas negras muchísimo más pequeñas. Finral la ayudó a acomodársela por detrás.

—Pensé en acompañarte, pero supongo que mi familia no quiere que esté presente —a pesar de que lo dijo con una sonrisa desinteresada, Aurora advirtió que lo decía con un deje de melancolía.

—Lo siento.

—No tienes que lamentarlo. Ve allá y diviértete... si es que los nobles hacen eso —se burló.

—Tú eres noble.

—Lo sé, por eso lo digo.

—Bien, gracias por tu ayuda Finral, volveré por mi cuenta a la base.

—¿Estás segura? Podría pasar a buscarte cuando termine.

Aunque la idea le parecía tentadora por si algo salía mal, también tenía la esperanza de que no regresara a la base esta noche.

—Estaré bien —le sonrió.

Aurora vio marchar a su amigo y se enderezó, sujetando con firmeza la invitación tan elegante que tenía entre sus manos.

—Todo saldrá bien, tú puedes —se dijo a sí misma.

Comenzó a caminar hasta la entrada y preguntó a unos guardias la dirección que debía seguir, éstos exigieron ver su invitación y una vez comprobaron que era verídica, le dieron instrucciones. Girar a la derecha, atravesar el patio de piletas y entrar por unas enormes puestas doradas.

Tomó una respiración profunda.

Girar a la derecha.

Atravesar el patio de piletas.

Entrar por unas enormes puertas doradas.

Enormes... puertas... doradas... ¡Allí estaban!

El inconfundible sonido de un violín comenzó a llegarle con más fuerza a medida que se iba acercando. También divisó a unos hombres y mujeres conversando elegantemente fuera del salón. Afortunadamente, su vestido no había resultado estar tan fuera de lugar como pensó, puesto que los vestidos de las dos mujeres que charlaban animadamente, se les parecía un poco en cuanto a la estructura.

Cuando se fue acercando a las puertas, sintió algunas miradas posarse sobre su nuca. Se obligó a mostrar seguridad y evitar cualquier caída torpe que pudiese tener al enredarse con sus pies.

—Su invitación, señorita —le exigió el guardia.

—Eh... sí... aquí tiene —se la mostró.

El guardia levantó la invitación y asintió cuando estuvo seguro de que no se trataba de nada falso. Eran los únicos que no llevaban máscaras en sus rostros.