Capítulo 20 (+18)

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Julius


Todos esperaban que como Rey Mago entregara su vida para mantener a salvo el reino y que los caballeros mágicos de los que estaba a cargo entregaran su vida para salvarlo a él.

Desde el comienzo, tuvo la convicción de que ser un caballero mágico y un capitán de orden, era el destino para el que había nacido. Desde muy joven lo trataron con mucho respeto, un respeto que iba dirigido hacia la rara magia que poseía. Con cada entrenamiento, con cada batalla y cada combate, su magia del tiempo se fortalecía aún más, los hechizos de su extraño grimorio se hacían más fuertes... y eso lo sentía en cada parte de su ser. Sabía que, en cantidad de magia, estaba sobrepasando a sus compañeros y acercándose al Rey Mago de ese entonces. Y cuando el puesto de Rey Mago quedó vacío, la pura determinación fluyó por su cuerpo. Él quería ser el próximo Rey Mago y cambiar el mundo injusto en que se encontraban ahora, regido por el nivel de status socioeconómico y el poder de magia que poseyera cada mago. Un sistema un tanto injusto, consideraba él.

Hasta que se convirtió en Rey Mago y poco a poco comenzó a juntar méritos para ganarse la confianza de todos en el reino. Ahora todos lo saludaban con un profundo respeto, los habitantes del reino se emocionaban cuando escuchaban su nombre. Los caballeros mágicos ansiaban convertirse en el próximo Rey Mago y seguir su ejemplo. Siempre había tenido una vida acomodada, nunca le había faltado nada. Hasta ahora había alguien que siempre le servía y cuidaba de que no le faltara nada. Su vida había sido siempre así, pero... ¿por qué se sentía tan vacío por dentro?

Sabía que, ayudaba a mantener la paz del reino, y había conseguido tener nueve escuadrones de caballería que lo mantenían orgulloso, confiaba plenamente en sus capitanes y ahora podría decir con total seguridad que el próximo Rey Mago seguiría su legado tal como lo imaginó algún día: ayudando a los débiles, manteniendo la paz del reino y eliminando poco a poco la discriminación que existía en la nobleza.

Pero... ¿por qué aún se sentía tan solo y vacío por dentro?

Intentaba siempre poner su mejor sonrisa, una amistosa de hecho para poder transmitir una energía pacífica y no dejarse llevar por sus impulsos. Le atraía la magia poco común que poseían algunos magos, odiaba hacer el papeleo del reino, le gustaba escaparse y conocer el mundo como Aion Cronan, hacer amigos a su paso y ayudar a quien sea que necesitara de su ayuda. Todo eso lo mantenía con la mente ocupada y le otorgaba cierta tranquilidad a su solitario corazón.

Toda su vida había sido así... hasta que... hasta que apareció ella.

—Yo... te amo, Julius —le dijo mientras intentaba ocultar el nerviosismo de sus manos.

«Te amo». No dejaban de resonar esas dos palabras en su mente aturdida. ¿Ella lo amaba?

Cuando la vio por primera vez fue en una situación un tanto vergonzosa para él, no creyó que su obsesión por la magia lo cegara tanto hasta el punto de no fijarse en la chica semidesnuda que había emergido de las aguas de ese lago. Mentiría si dijera que olvidó esa imagen por el resto del día, porque no podía quitársela de la cabeza. Cuando supo que era integrante de los Toros Negros y que había regresado hace poco para unirse a la orden de Yami, vio una oportunidad para conocerla mejor, aunque él mismo se debatía sobre las direcciones que estaban tomando sus pensamientos, porque no era normal que pensara tanto en alguien a quien había visto solo una vez.

Aurora. Yami se había dirigido hacia ella por ese nombre y a él le pareció el nombre más bonito que había escuchado nunca. Era obvio que él le parecía atractivo, por la forma en que lo miró cuando entró a su oficina para hablar sobre una misión. Ese día buscó su mirada en cada oportunidad, pero ella la desviaba. Sabía que lo consideraba un pervertido, ella apretaba sus puños cuando creía que él no se daba cuenta, y le parecía divertido.

Cronogravedad | Julius Novachrono [Black Clover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora