8; Problemas familiares.

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- ¡Michael, despierta por favor! ¡Mike!


Le toma unos segundos volver a la realidad. Está en su cuarto siendo sacudido por Emily. Cuando lo vio abrir sus ojos, ella suspiró.


- ¿Q-Qué pasa? -bosteza.

- Bueno, en realidad yo estaba sentada aquí -señala la silla junto a la cama- observándote dormir y de repente comenzaste a agitarte y moverte rápidamente, parecías desesperado. ¿Estabas soñando?

Él toca su rostro y se da cuenta de lo húmedo que se encuentra. Estaba sudando.

- Si, de hecho una pesadilla.



Siempre era la misma pesadilla desde hace dos años atrás. El recuerdo del fallecimiento de su padre era como una herida ardiendo en su corazón, lo extrañaba tanto.



- ¿Y quieres hablar de eso?

- No ahora. ¿Así que estabas observándome dormir? ¿Por qué directamente no vienes y te acuestas conmigo de una vez? Tengo frío solito. -era la segunda vez que le hacía ese puchero en la noche.

- Agh, está bien.



No lo hizo por él, sino porque ya eran casi las cinco y media de la mañana y no había dormido ni un poco. Con cuidado de no tocarlo se recostó en la cama, era de una plaza y a pesar de que ella era pequeña, sus cuerpos se rozaban un poco.



- Date la vuelta, ponte de costado. -él le dijo.

Se exaltó. - ¿Qué?

- No te preocupes porque no te haré nada linda. -ella de mala gana se pone de costado, dándole la espalda y Michael le susurra- A no ser que quieras.

- Sigues medio borracho Mike, duérmete.

- Tal vez. -y se rió.



Él estiró un brazo y lo puso sobre su cintura, abrazándola por detrás. Ella se sentía malditamente cómoda, pero no dijo nada. La respiración de Michael cerca de su oído se volvió más calma al igual que la suya, y cuando estaba por quedarse dormida, lo escucha hablar muy despacio.



- Mi padre murió cuando estábamos mudándonos a esta casa, de eso trató mi sueño hace un rato. Todavía no puedo superarlo, fue mi culpa que él muriera de esa manera. Yo lo distraje para que me escuchase cantar, fui tan idiota.



Emily estaba sorprendida acerca de la confesión del chico, no imaginó que fuera a contarle.

- Deja de culparte, fue un accidente. Tienes que agradecer que a ti no te pasó nada.

Ella acarició el brazo de Michael que la rodeaba, pero él no la escuchó, ya estaba dormido.


A Emmy le costó un poco más concebir el sueño, le parecía extraño pasar de un día donde todos la discriminaban a otro, donde hizo algunos amigos, fue invitada a una fiesta y terminó acostada con uno de ellos. Un extraño estaba durmiendo aferrado a ella y aunque era un poco incómodo de imaginar, él le parecía conocido. Como si ya se hubiesen visto antes.



Despertó muchas horas después con sus piernas enganchadas a las de Michael y a pocos centímetros de su cara. 


Él aún con los ojos cerrados le sonrió.- Buenos días.

- No sabía que estabas despierto, ¿Te sientes mejor?

- Mucho mejor, aunque el dolor de cabeza no se va. Gracias por quedarte, dormí muy bien contigo anoche.

- No hay porqué -mira la hora en su celular- ¡Ya es mediodía! Tengo que irme.


Se levantó con rapidez y colocó sus zapatos como pudo. Bajó un poco su vestido y un escalofrío corrió por su cuerpo. Al darse vuelta notó a Michael mirándola, quien rápidamente se sonrojó y cerró sus ojos. 

- Me voy -le dejó un beso en la frente- hablamos luego, Mike.

- Pero antes llévate mi campera, es esa que está colgada en la silla, no quiero que te enfermes.


No iba a negarse. Se la puso y salió de la habitación.

Una vez afuera de la casa agradeció mentalmente al chico, a pesar de que era otoño se sentía bastante frío. Comenzó a caminar por la acera y de frente se encontró con una mujer en total estado de ebriedad caminando, más que caminando venía tambaleándose. Por un momento ella deseó que no fuera pariente de Michael, pero aunque era rubia, las caras eran parecidas.


La señora al pasar al lado la miró mal.

- ¿Y qué me ves?



Ella se mordió el labio, pobre mujer.


Cuando por fin la pasó, se volteó disimuladamente para ver la puerta de entrada a la casa en la que había estado y pasa su sorpresa -o no- la mujer entró teniéndose de las paredes para no caerse.


Realmente era su madre.



Llegó a su casa más de una hora después, para ese entonces eran casi las dos de la tarde. No quería volverse caminando, pero ningún taxi paró para recogerla. Cerró la puerta con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible.


- ¿Dónde estabas? -su madre la había visto llegar.

- De una amiga que conocí ayer, es realmente genial, tendrías que conocerla.


Siempre le mentía a se madre, cuando le convenía.


- No te creo. ¿Tú? ¿La inadaptada? Muéstrame tus muñecas.

- ¡MAMÁ! Esa costumbre ya no es parte de mí y lo sabes. 

- Sigo sin creerte, levántate las mangas, ahora.


Ella rodando los ojos lo hizo. Su madre la observó con delicadeza y le bajó las mangas de la campera de jean que tenía.


- Muy bien, pero estás castigada. A tu habitación.

- ¿Qué? Per...

- Pero nada, vete arriba. No quiero que vuelvas a llegar a esta hora, nunca más.



Qué hartante se ponen los padres a veces. Emily subió con los pies arrastrando y se encerró en su habitación. La felicidad de la noche anterior se había desvanecido de un momento a otro. Ya no tenía ganas de nada.


Sería un largo fin de semana.

Stories; m.c ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora