20; Ajuste de cuentas.

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- ¿Qué demonios ocurrió aquí?

Habían ido a la casa de Michael y se llevaron una gran sorpresa al entrar. El lugar era completamente un caos. Vidrios rotos, ropa tirada y hasta un mueble destrozado.


- No tengo la menor idea Emmy. -se agachó a recoger un porta retrato de su familia cuando su padre todavía vivía, ahora roto en incontables pedazos. Tomó la foto con cuidado y por un momento la abraza a sí mismo, contra su pecho. Como si esa acción volviera el tiempo atrás, donde era feliz.- ¡Mamá! ¿Estás aquí?


No hay respuesta.

Busca en todas partes y tampoco.

Comienza a preocuparse, esto no es normal. ¿Quién haría tanto desastre?


- Mikey, tienes que encontrarla y preguntarle. ¿Sabes dónde puede estar?

Piensa antes de contestar.

- Aussie's.

- ¿Qué?

- Es el bar donde ella está la mayoría del tiempo, siempre se llena, debe estar ahí.


No se dijo nada más. Él fue corriendo a su habitación, también testigo de el desorden. Buscó debajo de su cama y los encontró. Con los cascos en la mano, le entregó uno a Emily y ella se lo puso al salir afuera. Desde el garage sacó su reluciente Harley y subieron.

- Gracias por estar junto a mí, -susurró antes de encender la motocicleta- si no estuvieras aquí probablemente me hubiese vuelto loco.


El camino no duró mucho. Ella no sabía si era porque no quedaba tan lejos o porque conducía demasiado rápido. Más de una vez tuvo que agarrarse con más fuerza de su cintura para no caerse. Tampoco se quejaba, le gustaba estar lo más cerca posible de Michael. Es como un recordatorio viviente de que vale la pena seguir adelante, con paso firme y sin miedo al cambio.


Por primera vez, a pesar de que va a casi 90 kilómetros por hora esquivando los vehículos que están por delante de la carretera mientras reciben bocinazos e insultos, se siente segura.


Baja la velocidad y termina estacionando en una esquina, donde un lugar bastante grande y luminoso se encuentra frente a ellos.

- Aquí es.


Asiente sin responder mientras buscan la entrada, parece un muy juvenil con los colores extraños y decoración exagerada. Sólo hay una razón por la cual puede haber una mujer algo mayor en ese lugar. Ambos piensan lo mismo y un escalofrío les recorre el cuerpo.

La entrada a aquel bar no era gratis, por lo que pagó Emily. Ella tenía dinero a mano, mientras que Michael había gastado lo único que tenía comprando la comida para esa noche. Se sintió algo avergonzado dejando que pagaran por él.


Adentro todo estaba oscuro salvo por luces flúor que se movían de un lado a otro por el techo y paredes. Si no fuera por la circunstancia en la que estaban, les hubiese gustado ir para divertirse un rato con sus amigos.

La gente no se percataba de sus 'permiso' constantes al pasar por entremedio, así que dejó de un lado la cortesía y tomando del brazo a su amiga comenzó a moverse en busca de su madre.

Stories; m.c ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora