22; Fin de semana memorístico.

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- ¿Cómo que no está muerta?

Se levanta y apoya ambos brazos contra la cama en la que estaba antes. - ¿El imbécil del club solo lo dijo para joderme?

Tiene ganas de romper algo, o golpear a alguien.

- No, es que él no sabe la verdad. Fue una farsa, Michael. Una mentira que ella misma planeó.

- No lo entiendo, ¿Por qué lo haría?

Pero en su interior sabía la razón de haberlo hecho. Toma su cabeza entre ambas manos y se inclina hacia adelante, dejando medio cuerpo sobre la camilla.

¿Qué he hecho mal?

Miles de preguntas vienen a su cabeza. No, no resguardó bien a su madre pero tampoco debería haberlo hecho, es ella quien tendría que haberlo contenido cuando su padre falleció. Ahora piensa que es una egoísta por haberse metido en problemas y cargarle más de los que lleva a él. Parpadea repetidas veces para evitar que más lágrimas salgan de sus ojos.

- Necesito salir de aquí Em, vámonos por favor.

- Está bien, -le dedica una pequeña sonrisa y apoya una mano en su espalda- salgamos de este lugar.

(*)

Llegaron a la conclusión que no irían a la casa de Michael, necesita un poco de distracción. Toman un taxi para el camino.

Fue ella quien entró a la casa para llevarse lo básico. Esquivando el, todavía notable, desastre del día anterior puso dentro de una mochila las pertenencias que necesitaba para algunos días:

× Par de skinny jeans.

× Libros de la escuela.

× Cepillo de dientes.

× Una caja pequeña donde guardaba sus ahorros, y curiosamente, condones.

× Perfume que según él, es muy importante.

× Y al menos tres remeras, sweaters, boxers y una camisa.

Mientras camina hacia la puerta de entrada, encuentra una foto en el piso, la foto de la antigua familia de Michael. La toma en sus manos y se toma su tiempo para observarla bien; después la guarda en un bolsillo exterior y se dirige a afuera.

- ¿Para qué es todo eso? ¿Acaso voy a mudarme a tu casa?

Él ríe.

- Oh, cállate. De seguro quieres, -le da un beso corto en los labios- pero no te dejaré.

Piden al conductor que arranque y les toma un poco más de treinta minutos en llegar.

Ordenan una pizza y suben a la habitación.
Sus padres no están en casa, él tiene un viaje de negocios y ella está en un motel a unas cuántas cuadras de la casa, pero claro, nadie lo sabe.

Emmy como intento de distraerlo, le pidió a su amigo que le pase decolorante en el cabello.

Al mirarse al espejo se horroriza.

- ¡Qué asco! Es muy...

- ¿Rosa?

- Muy infantil, no quiero tener este color en la cabeza.

- Tendrás que soportarlo, niña. Al menos una semana.

Gruñe con frustración, pero no le queda de otra. Esperará. Michael se levanta para poner música desde la computadora.

- Oye, Mike.

- ¿Sí? -se gira para encontrarse con ella, se miran a los ojos.

- Me gusta pasar tiempo contigo.

Él suspira.

- A mi también, Em.

El resto del fin de semana, pasa con lentitud. No salieron de la casa en ningún momento. Ambos se preguntan si la madre nota la presencia de alguien desconocido, o si escucha las risas bajas en la noche mientras miran Friends por internet; sin embargo nadie menciona nada.

En los días que pasan, él le cuenta como era su vida antes del fallecimiento de su padre, su pasado musical y hasta su "primer amor".

Ella finge no tener celos de no haber sido la primera chica en sentir sus labios o acariciarlo mientras duerme. De repente siente ganas de tirarse sobre él y comenzar a besarlo, pero reprime el impulso enfocando la charla en la música.

- ¿Estás seguro que dejaste de cantar desde ese día?

- Yep.

- ¿Pero ni aún mientras te bañas?

- Dije que no volví a cantar bastante claro.

- Pues creo que deberías intentarlo de nuevo.

- No.

- ¿Ni siquiera para mí?

- Tal vez, algún día.

Tiene en mente una canción que dedicarle. Se le ocurrió desde que la vio dibujando sobre el vidrio empañado del autobús. Le cantará un día antes de su muerte premeditada.

Ella le contó un poco más sobre su vida en España y lo mucho que extraña a Duffy; también el abandono de su padre, pero siempre evitandoel lado malo de su historia.

Pronto el lunes llegó y ambos despertaron por el fuerte sonido del timbre. Emily bajó corriendo las escaleras lo más rápido que pudo mientras arregla su cabello con las manos.

¿Quién podría ser tan temprano?

Al abrir la puerta, siente que hasta el tiempo se detiene junto a su corazón. Le cuesta reconocerlo al principio.

Se ve más maduro y elegante, como si los años de más le favorecieran. No quiere creerlo, pero la pequeña marca de nacimiento en su cuello indica que sólo puede ser una persona.

Y al lado, la muchacha por quien permitió dejar caer lágrimas. La mejor persona que conoció jamás. La reconocería donde fuera, hasta en ese momento.

Su padre; y Duffy.

Stories; m.c ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora