23; Hombre desconocido.

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Al abrir la puerta, siente que hasta el tiempo se detiene junto a su corazón. Le cuesta reconocerlo al principio.

Se ve más maduro y elegante, como si los años de más le favorecieran. No quiere creerlo, pero la pequeña marca de nacimiento en su cuello indica que sólo puede ser una persona.

Y al lado, la muchacha por quien permitió dejar caer lágrimas. La mejor persona que conoció jamás. La reconocería donde fuera, hasta en ese momento.

Su padre; y Duffy.

El silencio se apropió del ambiente. Emily no podía moverse ni aunque eso quisiera.

Las dos personas frente a ella la miraban sonriente, como si fuesen visitas diarias en su hogar.

Todo al rededor se volvió estático y las miradas que se mandan son tan claras que hasta parece irónico: muestran confusión.

Tal vez ellos esperan que comience a gritar de la emoción y los abrace con fuerza, pero no es así, la llegada de estas personas la deja pensando en su interior sobre si eso va o no a ayudarla a terminar de recuperarse.

Antes de decir una palabra, la chica que tiene al frente se abalanza sobre ella uniendo los brazos detrás de su cuerpo en un abrazo.

- ¡Nena, que te he extrañado mucho!

Ambas ríen y pierden el equilibrio, quedando Emily en el piso debajo de su amiga.

Yo te extrañé mucho más, piensa.

Pero no lo dice en voz alta, de repente la presencia de su padre hace todo más incómodo y tenso, ya no puede devolver el abrazo.

- ¿Qué haces aquí, de todos modos?

Se levanta y sacude sus pantalones fingiendo total interés en quitar la -inexistente- suciedad.

- Me enteré que Fernando vendría a verte, y sólo me tomó una semana recaudar el dinero para los pasajes y arreglar todo el papeleo. -ríe recordando los "trabajos" que realizó- En realidad eso tardó cinco días, los dos siguientes fueron para convencer a mis padres.

Gira su vista hacia él un momento y lo observa de arriba a abajo para después volver la mirada a Duffy.

- Por suerte tienes un hermano genial, ¿Él te ha ayudado?

- En mayor parte, se me have hace imposible no amarlo.

Fede siempre fue de esos hermanos que todos desean tener. Además de ser el sostén de la familia cuando algo anda mal, es quien ayuda en lo que puede para cuando alguien planea una broma o travesura.

- Emilia, estás hecha toda una señorita.

¿En serio? ¿Eso es lo mejor que tiene para decir después de tanto tiempo sin verla?

- Uhm, hola.

- ¿Qué es eso en tu cabello? -señala al color rosa claro- Nunca me gustaron esos estilos, pareces una emo.

- ¿Y qué con eso? Haré lo que quiera con mi cabeza.

- No vine hasta aquí para que me faltes el respeto.

- Nadie te pidió que vengas, primero en principal.

- Tus mensajes no dicen lo mismo, -quita su celular del bolsillo- puedo mostrart...

Michael, quien estaba esperando arriba, comenzó a preocuparse cuando notó que ella no subía. Aún más cuando sintió un ruido en el piso y algunas voces más fuertes de lo normal.

No había tiempo para cambiarse del todo, tomó sus pantalones y comenzó a ponérselos a tropezones mientras bajaba las escaleras.

Cuando llegó al final, estaba subiendo la cremallera.

- Jodida mierda, siempre se traba.

Alzó la vista y tres personas lo miraban, Emily es la que parece más alarmada, niega con la cabeza y le da la espalda.

- Él es Michael, mi... amigo. -lo señala y se voltea de nuevo- Michael, ella es Duffy y mi, bueno, padre.

- Oh, hola. Esto no es lo que parece, -comenta rascando su nuca y le tiende la otra mano- yo sólo estaba, ya sabe, durmiendo.

- Déjalo, Mike. -Em le sonríe- No tienes nada que explicar.

El hombre rechaza el apretón de manos con sutileza, mirándolo de mala manera.

- Veo que ambos hacen la misma cosa, -señala las cabezas, refiriéndose al cabello- suerte que llegué para poner fin.

¿Poner fin?

Duffy lo interrumpe comentándole que le encanta como le queda y pidiendo que se lo hagan a ella en alguna ocación, sacándola del aprieto.

Minutos más tarde, el padre anuncia que tiene algo muy importante que hablar con ella esta noche. Tiene asuntos que arreglar en la ciudad y decide irse, dejando a la amiga de la infancia en la casa; sin antes entregarle una tarjeta a su hija con un horario y dirección.

- Vístete bien, al menos una vez en tu vida.

Diciendo eso se retira, dejándola con su cuerpo apoyado contra el marco de la puerta, pensando en quién era ese hombre. No es el padre que recuerda haber tenido. Como si fuere un completo desconocido.

Las personas cambian con el tiempo, y no siempre porque quieran, sino que a veces el ritmo de la vida les obliga a hacerlo. Fernando luchó contra las amenazas de su ex esposa y el alejamiento de su hija, se volvió frío y meticuloso por su nueva familia, no quiere cometer el mismo error.

Stories; m.c ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora