12; Despertar acalorado.

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Michael despierta con el sonido de la alarma abrazando a Emmy. Incómodo por su erección se corre al lado contrario de la cama esperando que no lo haya sentido, sin saber que ya estaba despierta.


Buenos días -dice bostezando ella mientras se voltea- creo que si no nos levantamos ahora no llegaremos a tomar el autobús.

- Hoy no iremos en autobús, linda. -le guiña un ojo mientras se levanta- Te espera un lindo viaje en motocicleta.

- Oh, bueno. Supongo que debería irme cambiando.

- Está bien, ¿Dónde encuentro el baño?

Le señala una puerta a su derecha, tiene un baño propio en su habitación, gran ventaja. Él no dice nada y se dirige allí. Cuando sale se le nota un poco asqueado, ¿Quién tiene un baño todo rosa? Ni mencionar la ropa interior por el piso y toallitas sanitarias.

Emily se ríe. - ¿Te gustó?

- Es un poco, mucho de hecho... Femenino, pero está bien.

- Yo no lo pedí así, ya estaba cuando nos mudamos, parece algo extravagante.

No contesta, tiene mucho sueño como para pensar en una respuesta. Terminan de cambiarse y salen afuera, los padres de ella no aparecieron.





- Debes estar bromeando.

Frente a Emily se encontraba una Harley Davidson negra estacionada. Él tomó el casco en sus manos y se subió.

- Te encantará que te lleve, ahora ponte este casco y sube detrás mío.

Ella obedece y cuando coloca los brazos al rededor de su cintura, él sonríe y acelera.

- Antes de ir al colegio necesitamos pasar por mi casa pero no te preocupes, queda de paso.

- ¿Qué? -Emmy le grita, no puede escuchar nada por el viento.

Michael se ríe y le grita a respuesta. - Que tenemos que ir a mi casa, pequeña sorda.

Sus mejillas se enrojecen por la vergüenza y se queda en silencio hasta que llegan.





- Puedes entrar si prefieres. -le dice mientras baja de la motocicleta.

- No hay problema, Mike. Esperaré aquí.

Entra y ella se queda sentada ahí. Me gustaría saber manejar una de estas, comenta en voz baja mientras coloca ambas manos en el volante imaginando. Pero su fantasía no dura mucho, empieza a escuchar fuertes gritos desde el interior de la casa de su amigo.

Un portazo deja a la vista que Michael ya salió, camina con el ceño fruncido y los puños cerrados a ambos lados. Sin embargo, todo sentimiento de angustia y enojo que le causaba lidiar con su madre ebria le desapareció cuando vio a Emily sentada con las piernas cruzadas de lado de su motocicleta.

Sin pensar demasiado la abrazó con fuerza y pudo sentir el perfume de su cabello. Ella le acariciaba la espalda mientras susurraba que todo iría bien.

- Ya no puedo soportarlo, simplemente no puedo.

No puede contestarle porque una mujer furiosa se dirige hacia ellos.

- No puedo creerlo, una chica, -ambos se giran para verla de frente- siempre pensé que eras gay.

- No quiero escucharte ahora, mamá.

- Y yo no quiero verte ahora, ni nunca.

- Estás ebria, ve a dormir.

Se acerca al oído de Emmy y le dice despacio: Ya nos vamos, tomará un segundo.

- ¿Quieres que me vaya a dormir para que te deje sufrir solo? No creas que no te escucho ni he visto tus cicatrices, niño estúpido.

Él instintivamente tira de las mangas de su buzo un poco más abajo antes de gritarle.

- ¡Púdrete, perra!

Tan rápido como pudo se subió al vehículo y poniendo los brazos de Emily al rededor de él, salió tan fuerte como pudo.

Pasó veinte minutos conduciendo sin dirección a gran velocidad, pero cuando encontró algo parecido a un bosque no dudó en estacionar.

Las piernas le temblaban y sus ojos estaban cristalizados. Bajó despacio y se dejó caer de rodillas en el césped sin cortar. Las lagrimas brotaban sin parar y no puede hacer nada para evitarlo. A su lado está sentada Emily que lo abraza de costado para no molestarlo demasiado.

- Y-yo no sé qué hice mal, -solloza- nunca la juzgué. Sólo le pedí que pensara en su hijo que todavía le queda, ¿Es eso tan malo?

- No Michael, no lo es. Tú no tienes la culpa.

- ¿Quién la tiene, entonces? -pregunta mirándola con tristeza.

No sabía que responderle, así que sólo se limitó a seguir consolándolo. Al observarlo tan débil se recordó a sí misma en su "vida anterior", como llamaba a ese tiempo de oscuridad. Cuando necesitaba una palabra de aliento o un abrazo nadie se encontraba al rededor, así que en ese momento se prometió ayudarlo, como nadie lo hizo con ella. No podía creer lo que estaba haciendo, después de todo él seguía siendo un desconocido.

- Voy a cuidarte Mike, nadie podrá lastimarte.

Volvió a abrazar al ahora más calmado chico. Él secó sus lágrimas y le devolvió el abrazo. A ninguno de los dos le molestó perderse un día de clases mientras se recostaban en el piso tomados de la mano a ver el cielo despejado.

- Gracias, Em. Creo que te quiero.

Stories; m.c ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora