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El cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte. Becky y Namo caminaban por una calle poco transitada, sus pasos resonando en el silencio inquietante del lugar. Las farolas parpadeaban, iluminando débilmente el asfalto desgastado. Becky sentía un nudo en el estómago que no podía ignorar, su ansiedad creciendo con cada paso que daban.

Namo, mejor vámonos a casa. Nos van a regañar otra vez —dijo Becky, su voz temblorosa.

Namo rodó los ojos, dejando escapar un suspiro exasperado.

Eres una cobarde, Bec. Por una vez en tu vida que rompas las reglas, no te va a pasar nada —replicó Namo con tono desafiante.

Pero mamá dijo que tenemos que llegar temprano hoy porque tienen que hablar con nosotras —insistió Becky, ajustando nerviosamente las tiras de su mochila, como si eso pudiera brindarle algún tipo de seguridad.

Namo se detuvo y se giró hacia su hermana, con una mezcla de impaciencia y frustración en sus ojos.

La charla puede esperar unos minutos. Le dije a mi amiga que nos íbamos a encontrar, y si dejo que te vayas a casa sola, les vas a contar todo a nuestros padres como siempre —dijo, su tono era casi una orden. Becky bajó la mirada, sintiéndose atrapada entre el deseo de obedecer a sus padres y la presión de su hermana.

Miró a su alrededor, los edificios abandonados y grafitis cubriendo las paredes le daban al lugar un aspecto sombrío y peligroso. Su incomodidad era palpable.

¿Qué amiga es esa? Estamos en una zona peligrosa, Namo —murmuró Becky, su voz apenas un susurro. Namo la miró con una mezcla de exasperación y burla.

Shh, deja de chillar. Ya me escribió que está llegando —respondió Namo, su mirada impaciente escudriñaba la calle. Becky observó a su hermana, notando algo diferente en ella.

¿Desde cuándo usas escotes? —preguntó, frunciendo el ceño. Namo le lanzó una mirada asesina, pero antes de que pudiera responder, el rugido de una moto se escuchó a lo lejos, acercándose rápidamente hacia ellas. Becky sintió su corazón acelerarse.

La moto se detuvo justo frente a ellas, y la persona que la conducía apagó el motor antes de quitarse el casco, revelando a una joven de cabello oscuro y ojos penetrantes. Becky dio un paso atrás, instintivamente agarrando el brazo de Namo, pero esta se soltó de inmediato, como si el contacto la quemara.

¿Podrías actuar como una persona cool por una vez en tu vida? —murmuró Namo, irritada. La joven en la moto sonrió al ver a Namo, y la tensión en el aire pareció disiparse por un momento.

Hola, baby. Pensé que no podrías verme hoy —dijo la chica, su voz era suave, casi melódica. Namo se acercó a ella, y Becky observó con asombro cómo su hermana le daba un beso en la mejilla.

Hola, te extrañé mucho. No pude escaparme antes. Sabes que mis padres son muy estrictos —respondió Namo, su tono era completamente diferente al que usaba con Becky, lleno de cariño y ternura. La chica sonrió antes de rodear la cintura de Namo y besarla en los labios, un beso que duró varios minutos. Becky se quedó paralizada, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Nunca había sospechado que su hermana tuviera una pareja, y mucho menos que fuera una chica.

¿Quieres un ride a tu casa, bebé? —preguntó la joven, su tono juguetón.

Me encantaría, pero ando con mi hermana. Solo quise verte un rato —respondió Namo, lanzando una mirada de disculpa a Becky. Por primera vez, la chica en la moto dirigió su atención hacia Becky, extendiendo su mano con una sonrisa amistosa.

Un placer conocerte. Yo soy Sarocha, pero me puedes llamar Freen —dijo. Becky estrechó su mano con dudas, tratando de conectar ese nombre y rostro con algún recuerdo.

Mucho gusto. ¿Por qué siento que he escuchado tu nombre y he visto tu cara antes? —preguntó Becky, frunciendo el ceño mientras trataba de recordar. Namo le dio un leve golpe en el brazo, como si quisiera silenciarla.

¡Shh! Después te cuento —dijo Namo rápidamente. Becky, aún confundida, se sentó en la acera mientras su hermana seguía conversando con Sarocha. La conexión entre las dos era innegable, y Becky se sintió como una extraña en su propia vida.

Llámame cuando llegues a tu casa, ¿sí? —dijo Sarocha, guiñándole un ojo a Namo antes de ponerse el casco nuevamente.

Fue un placer conocerte, bonita —añadió, dirigiéndose a Becky con una sonrisa. Becky asintió, sin saber cómo responder. Sarocha encendió la moto y se fue, dejando tras de sí un silencio pesado.

Namo suspiró felizmente, observando cómo la figura de Sarocha desaparecía en la distancia. Sin embargo, el momento de paz fue interrumpido por la inquietud de Becky.

¿Me quieres explicar ahora quién demonios es ella? Nunca me dijiste que estabas saliendo con alguien, Namo —demandó Becky, su voz cargada de preocupación. Namo giró los ojos, visiblemente irritada.

Yo no dije que estábamos saliendo. Nos estamos conociendo mejor —respondió Namo, extendiendo una mano para ayudar a Becky a levantarse. La atmósfera entre ellas se había tensado.

Mejor vamos a casa que la sargento Armstrong ya mismo llama a la policía para encontrarnos —añadió Namo, intentando suavizar el ambiente con una broma, pero Becky no podía dejar de preocuparse.

¿Quién es ella? No me agrada para ti —insistió Becky, su preocupación traspasando las palabras.

Ay, Rebeca, no seas aguafiestas. Yo sé con quién puedo estar y con quién no. Sarocha me gusta y no necesito pedirte permiso ni a ti ni a nadie para estar con ella —replicó Namo con firmeza. Becky sintió un nudo en la garganta, pero no iba a rendirse tan fácilmente.

Espera. ¿Ella es Freen Sarocha Chankimha? ¿La problemática que expulsaron el año pasado de la escuela? —preguntó Becky, sus ojos abiertos de par en par al conectar finalmente los puntos. Namo la miró con una mezcla de desafío y frustración.

No juzgues sin conocer. Ella es diferente a lo que todos piensan —respondió Namo, su voz llena de una convicción que Becky no compartía.

Diferente mis... —Becky respiró hondo, tratando de mantener la calma—. Namo, soy tu hermana mayor.

Por cinco minutos... —murmuró Namo, pero Becky no se dejó distraer.

Escúchame por favor. Aléjate de ella. He escuchado tantas cosas malas que no creo que sea bueno que te asocien con ella, ¿ok? —insistió Becky, intentando hacer que su hermana viera la gravedad de la situación. Pero Namo se soltó bruscamente y comenzó a correr, su risa resonando en el aire.

¡Te veo en casa, nerd! —gritó Namo mientras se alejaba, dejando a Becky sola en medio de la calle. Becky trató de alcanzarla, pero no lo consiguió. Se quedó parada, viendo a su hermana desaparecer en la distancia.

Las GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora