Las Gemelas

XI

El camino a la guarida de Ronnie y sus secuaces se sintió eterno para Freen. Aceleró con su moto al máximo, pero la presión en su pecho no cedía. Cada segundo que pasaba aumentaba su angustia, sus pensamientos giraban en torno a una sola súplica desesperada.

—Por favor, solo pido llegar a tiempo antes de que te lastimen...

Mientras aceleraba, recuerdos de Becky la invadieron. 

Recuerdo 1

Freen estaba haciendo una tarea con una compañera en la biblioteca y Becky estaba sentada aparte estudiando. En ese momento Freen no sabia diferenciar entre las gemelas y ni siquiera sabia sus nombres, solo el apellido.

Freen, distraída, no apartaba la mirada de Becky. Su compañera le dio un leve empujón en el hombro. —¿Puedes dejar de mirarla? Tenemos que terminar esto antes de la próxima clase. Freen no reaccionó, sus ojos aún fijos en Becky.

—Wow... ¿Tanto te gusta la Armstrong mayor? preguntó su compañera con una risa.

—¿Qué?! No me gusta. Solo... me da pena que siempre esté sola, respondió Freen, con un tono que no convencía ni a ella misma.

—Pues entonces acércate y háblale. Deja de mirarla tanto. Pareces una stalker.

Recuerdo 2

Culebrita estaba en la entrada de la escuela, agitando las llaves del auto. —¡Sarocha, tenemos que irnos ya! ¿Te quedas o vienes con nosotros?

Freen miró entre Culebrita y las personas en el patio de la escuela, su mirada buscando a una sola persona. Finalmente, sus ojos encontraron a la chica que había observado durante meses pero a la que nunca se atrevió a acercarse.

—Jamás hubiéramos podido estar juntas, pensó Freen, con una mezcla de tristeza y resignación. Con un suspiro, agarró su mochila, se montó en el carro de Culebrita y se fueron, dejando atrás a Becky y las patrullas de policía que ya estaban en camino. —Adiós, Armstrong, murmuró mientras se alejaban.

Recuerdo 3

Freen, con un tono molesto, le gritó a Namo. —¡Namo, no vuelvas a dejar a tu hermana sola por acá! Sabes que la pueden lastimar.

—Ay ya, Freen. Para con tu sermón que pareces mi mamá. No le pasó nada gracias a ti. No lo volveré a hacer, replicó Namo, claramente harta de la situación.

Freen la miró seriamente, sin ocultar su enojo. —Te lo digo muy en serio. No siempre estaré para protegerlas a las dos.

Namo frunció el ceño, algo en la voz de Freen la inquietó. —¿Por qué dices eso y por qué te importa tanto mi hermana, eh?

Freen desvió la mirada. —Solo no quiero que les pase nada. ¿Tú quieres verla lastimada o qué?

Namo cruzó los brazos, insistente. —Freen, no me cambies el tema. Sabes perfectamente que no quiero que le pase nada. Dime por qué te importa tanto Rebecca.

Freen soltó un suspiro exasperado. —Ay, ya vas a empezar con tus celos sin justificación. Mejor me voy a entrenar.

Fin de los recuerdos.

El sonido del motor de la moto disminuyó al acercarse a la guarida de Ronnie. Cuando Freen finalmente llegó, lo que vio la dejó sin aliento. —¿Qué demonios pasó aquí? murmuró, estacionando la moto frente a lo que quedaba de la casa de Ronnie.

El lugar parecía haber sido devastado por un tornado. Escombros por todos lados, pero lo que más la inquietó fue que las casas del vecindario estaban intactas. Solo la de Ronnie había sido destruida. Freen caminó cuidadosamente entre los restos, su corazón latiendo a mil por hora mientras buscaba algún signo de vida.