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Luego de discutir por unos minutos y explicarle a Namo quién es la famosa Charlotte, entraron de nuevo al bar.

Para la próxima, que la zorra se mantenga a cien pies de distancia, ¿ok? —Namo se cruzó de brazos.

Freen aprovechó la oportunidad para robarle un beso.

Te lo prometo.

Pensé que no iban a venir hoy.

La pesada de mi hermana me hizo un interrogatorio antes de salir. Hablando de ella, déjame escribirle para que no empiece a molestar —Namo le envió un mensaje a Becky mientras Freen le daba besos en el cuello—. ¿Bailamos?

¿Y si mejor vamos a un lugar más privado? —Namo alejó a Freen, poniendo su mano en su pecho—. No soy fácil como la tal Charlotte.

Por eso me encantas —Freen sonrió y la jaló hacia la pista de baile.


Mientras disfrutaban de la velada Culebrita las interrumpió bruscamente.

Sarocha? Su voz sonó tensa, y aunque Namo intentó ignorarla, algo en el tono le hizo levantar la vista. —Chankimha! Culebrita gritó con un tono autoritario, uno que hizo que todos los presentes en el bar lo miraran. —¿Podemos hablar un momento? preguntó Culebrita, su voz apenas disimulando el pánico.

¿Es urgente? Freen preguntó, su enfoque pasó de Namo a Culebrita. Culebrita asintió, su rostro pálido. —Manaow! Esta también se alejó de Gyo al escuchar su nombre, su expresión cambiando a una de seriedad absoluta.

La atmósfera dentro del bar se tensó de momento, el aire cargado de humo y el sonido de la música estridente apenas podía ocultar la tensión que emanaba de la mesa en la esquina. Namo estaba sentada junto a Gyo, aún procesando el extraño comportamiento de Freen, Manaow, y Culebrita. Los tres se habían apartado abruptamente, dejando a las chicas sumidas en la incertidumbre.

Gyo se inclinó hacia Namo, su expresión preocupada. —¿Qué crees que habrá pasado? Nunca había visto a Manaow tan seria.

Namo negó con la cabeza, su mente empezaba a correr con posibilidades que no le gustaban nada. —No lo sé, pero sea lo que sea, no parece nada bueno.

Aprovecharon el momento para sentarse, pero la inquietud de Namo crecía. Decidió revisar su celular, esperando alguna distracción. Sin embargo, lo que encontró solo hizo que su preocupación se multiplicara: dos llamadas perdidas y cinco mensajes de Becky.

Mierda... murmuró Namo, sintiendo un nudo formarse en su estómago. El mensaje que le había escrito hace una hora nunca se envió. Intentó devolverle la llamada de inmediato, pero el teléfono sonaba y sonaba, sin que Becky contestara. Cada tono que pasaba aumentaba su ansiedad.


Mientras tanto, en la trastienda del bar, Freen se enfrentaba a Culebrita, la tensión entre ambos palpable.

¿Qué estupidez me estás diciendo? La voz de Freen era baja pero cargada de furia contenida. —¿Cómo demonios asesinaron a un grupo de alfas?

Culebrita suspiró, sintiendo el peso de su error. —Cuando empezaron a cuestionar tu liderazgo de nuevo, me reuní con algunos de los alfas y planeamos robar el ñakariy de Armstrong sin que se diera cuenta.

Antes de que pudiera continuar, Freen golpeó la mesa con un puño cerrado, su ira evidente. —¿Y pensaste que eso era una buena idea? ¿Hacerlo sin consultarme?

Culebrita tragó saliva, sabiendo que la situación no mejoraría. —Los únicos que sabíamos éramos los cinco alfas y yo, pero al parecer Armstrong se enteró de nuestro plan y los mandó a matar a todos.

Sarocha frunció el ceño, tratando de entender la gravedad de lo que acababa de escuchar. —¿Cómo te enteraste? ¿Saliste de la zona roja?

Culebrita negó con la cabeza, su expresión sombría. —No tuve que hacerlo. Enviaron una caja grande a tu casa y cuando la abrí, me encontré con las cinco cabezas de los alfas.

El impacto de esas palabras hizo que Freen se desplomara en una silla cercana, su mente procesando la terrible noticia. Manaow, que había estado escuchando en silencio, de repente estalló de rabia. Agarró a Culebrita por el cuello de su camisa, sacudiéndolo con fuerza.

Eres un completo estúpido! ¿Cómo se te ocurre hacer algo así sin consultarnos? gritó Manaow, su puño alzado, lista para golpear a Culebrita.

Pero Freen la detuvo, colocando una mano firme sobre su hombro. —Naow, no es el momento para esto. Tenemos que sacar a las chicas de aquí antes de que se enteren los demás de lo que pasó y esto se convierta en una pelea.

Culebrita, aún temblando por el altercado, asintió con la cabeza. —Eso no es todo...

Freen lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y preocupación. —¿Hay más?

Culebrita evitó su mirada, tragando saliva antes de hablar. —Ronnie y su pandilla... se encontraron con la otra gemela por las calles de la zona roja.

Los ojos de Freen se abrieron de par en par, el horror en su rostro evidente. —¿Qué?

Culebrita continuó, su voz temblorosa. —Se la llevaron a casa de Ronnie y...

Pero antes de que pudiera terminar la frase, Freen ya no estaba escuchando. Salió corriendo del bar sin decir una palabra, su corazón latiendo desbocado. El miedo se apoderó de ella al pensar en Becky en peligro.

Namo, que aún estaba tratando de contactar a su hermana, vio a Freen salir disparada del bar con una expresión que no auguraba nada bueno. —¿Qué demonios está pasando? murmuró Namo, sintiendo que algo terrible estaba por ocurrir. La urgencia en el ambiente la inquietaba profundamente.

Becky no me contesta, Gyo. Algo le pasó, lo presiento, dijo Namo, su voz quebrada por la preocupación. Manaow se acerco a ellas. 

Naow, qué está pasando? preguntó Gyo. Manaow y Culebrita intercambiaron miradas sin saber que decir.


Freen conducía en su moto como si su vida dependiera de ello, o más bien, como si la vida de Becky dependiera de ello. El aire frío de la noche cortaba su piel, pero no podía detenerse. Cada segundo que pasaba podía ser crucial.

Las GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora