Hechizada (parte 1)

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-Bien, te cuento cómo va el tema... - comenzó diciendo Jess- Has sido seducida y engañada por una malvada hechicera...

-¡Vaya! - exclamé, sonriendo - Bueno, es verdad que me has hechizado...

-¡Silencio! La cuestión es que esta malvada hechicera (o sea, yo) te ha hipnotizado, con el fin de convertirte en su esclava...

-Mmm...de acuerdo.

-Así que, tendrás que cumplir mis más oscuros y retorcidos deseos.

-Vale, lo pillo.

-Bueno, para empezar, quiero desvelar tus secretos, Esclava, así que dime...-Respiró hondo antes de soltarme: -¿De qué color son las bragas que llevas puestas hoy?

Estuve a punto de echarme a reír.

-¿En serio, Jess? ¿Esta es tu primera orden?

-Pues si...

-¿Sabes? Esto me trae recuerdos...-sonreí.

-No sé a qué te refieres.- Jess me devolvió la sonrisa.

Al margen del juego en sí, me alegraba ver que habíamos recuperado nuestra química.

-Bueno, la verdad es que no recuerdo si hoy me las he puesto-...respondí, siguiéndole el juego- creo que tendrás que averiguarlo.

-¿Ah, sí? ¿Y cómo podría hacerlo...?-

-Míralo tú misma...- la invité, separando un poco las piernas.

Al instante, Jess comenzó a deslizar su mano por mi muslo, hacia arriba, levantando mi falda.

-¿Quieres decir, así...?-dijo, con su sonrisa maliciosa que tan bien conocía.

Poco a poco, inclinó su cuerpo hacia el mío.

Sentadas a solas, en ese banco frente al lago, la temperatura parecía aumentar por momentos...

De pronto oímos un ruido detrás nuestro.

-!Mierda!- Jess aparto su mano bruscamente, mientras yo cerraba las piernas y me bajaba de nuevo la falda.

Miramos a la vez hacia atrás esperando ver aparecer al papá de Jess, o a alguno de sus múltiples asistentes, pero no había nadie.

-¿Pero qué...? -

Finalmente lo vimos, en el suelo. Solo era un pájaro, dando saltitos y picoteando entre la hierba.

-Ah, vaya...-Suspiró Jess.

-¿Qué hacemos? -dije.-¿Seguimos o...?

-Sí, pero mejor vamos dentro.

-Sí, buena idea...-Asentí- Pero dentro, ¿Dónde? No querrás jugar en algún despacho de tu padre, o algo así...

-No, no...Vamos a mi habitación. Allí no nos molestará nadie.

No respondí, pero me sentí emocionada al oír sus palabras. Desde que me había trasladado a vivir allí, era la primera vez que me invitaba a entrar en su dormitorio, en su refugio más privado.

Tratándose de una persona tan celosa de su intimidad como era Jess, me parecía un paso muy importante.

Cuando llegamos a la puerta principal, nos encontramos de frente con un tipo que salía en ese momento de la casa: el famoso abogado de la familia.

Por lo visto, este hombre andaba todo el día por aquí, haciendo gestiones.

Al vernos, especialmente al ver a Jessica, torció el gesto en una mueca de alarma.

Jessica y BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora