Jessica caminaba a paso ligero, cruzando la mansión a través de un pasillo interminable, mientras parloteaba señalando las puertas a un lado y a otro, casi sin mirar. Yo intentaba seguir su ritmo, unos pasos por detrás suyo.
-Vale, esa puerta de la derecha, es un despacho...allí a la izquierda, otro. Allí, otro más...- decía, sin dejar de gesticular- Aquí una habitación para las visitas... Un salón, un cine privado, otro salón más... ¡Será por salones! Que se note que sobra la pasta...
-Jessica, ¿Puedes ir más despacio?
Sin hacerme el menor caso, siguió avanzando rápidamente por el pasillo, con su minúsculo bikini negro dejando un rastro de gotitas de agua.
-Esto de aquí es un estudio, allí hay un recibidor -pero solo es para las visitas pobres-, por allí se va al garaje... ¡Anda, mira, la secretaria de mi padre! Hooola, señora secretaria...
Saludamos a una mujer de unos cincuenta años vestida con un sobrio traje chaqueta negro, que nos respondió con una leve inclinación de cabeza. Me dio la impresión de que me miraba con cierta conmiseración, como si yo fuera una condenada a muerte camino de la guillotina. Casi podía imaginar sus pensamientos... ¿Así que tú eres la nueva que se va a encargar de vigilar a esta niñata? Pues te deseo suerte, a ver cuánto aguantas...
Cuando la dejamos atrás, Jess se paró un momento y se giró hacia mí. -Creo que tiene una aventura con mi padre- me confió en voz baja. - Solo de pensarlo...¡Puagh!- Hizo un gesto de desagrado, como si hubiera mordido un limón.
Seguimos avanzando por la mansión.
-Allí otro despacho, y allí la mazmorra donde encerramos a los trabajadores que no rinden lo suficiente... ¡Conque ya estás avisada! Y ahora, veamos el exterior de las instalaciones...-añadió, impostando un tono de presentadora de televisión.
-Jessica, ¿Puedes parar, por favor?...
Por supuesto, no me hizo el menor caso.
Salimos por una puerta lateral y recorrimos el jardín hasta llegar a una zona boscosa, alejada unos cientos de metros de la mansión.
Una vez allí, Jess cambió radicalmente de actitud. Empezó a corretear y saltar a mi alrededor, riendo como una loca.
- ¡Por fin! - exclamó, cogiendo mis manos- ¡Cómo me alegro de que estés aquí, profe! ¡Verás que bien lo vamos a pasar!
Miré a los lados, alarmada. Me preocupaba que alguien fuera testigo de ese brusco cambio de humor.
-Jess, baja la voz...
-¡No te preocupes, aquí no pueden vernos, esto es zona segura! Ya no hay que seguir fingiendo...
Me miró a los ojos, con una sonrisa resplandeciente- No imaginas la de veces que he soñado con esto...
No sabía que responder, nunca la había visto así de contenta y emocionada.
-Yo... Yo también estoy encantada de estar aquí, contigo...- dije por fin. Me sentía abrumada por todo lo ocurrido.
- Ya verás qué bien lo vamos a pasar juntas... -sonrió con malicia- ¡Tengo ideas, muchas ideas! Ideas turbias...
-Me das miedo...-dije, medio en broma.
- ¡Haces bien en tenerlo! Mira, esta casa tiene algo así como trescientas habitaciones, pues bien, quiero que sea el escenario de nuestros juegos... ¡Hay que mancillar este sitio! ¡Inundarlo con tus fluidos! - se echó a reír con una risa de malvada de cuento.
- ¿Mancillar? ¿Fluidos...?
-¡Siip! ¡Por todas las habitaciones! ¡Las trescientas...- afirmó.
- ¿Incluso en el despacho de tu padre? - pregunté, intranquila.
- ¡Especialmente en el despacho de mi padre!
Su entusiasmo empezaba a preocuparme. La idea de realizar determinadas actividades en este lugar, con los riesgos que implicaba, no me resultaba muy atractiva.
-Escucha, Jess...habrá tiempo para todo eso, pero primero...necesito asentarme aquí, aclimatarme.
Se detuvo en seco.
-¡Ah! Si, claro, por supuesto...
-Además, hay que pensar en mi trabajo, ver de qué forma puedo ayudarte a decidir tu futuro...Quiero decir, no todo va a ser sexo, ¿Sabes?
-¡Ah!- dijo. Y luego lo repitió. - ¡Ah! Claro, claro, tienes razón...- dijo, soltando mis manos.
-Jessica... ¿Entiendes lo que quiero decir...? No te has enfadado, ¿verdad?
-No, no, desde luego...- respiró hondo antes de hablar de nuevo, de forma más calmada.
-Escucha, profe...- dijo en un tono más bajo- este sitio, para mí, siempre ha sido como una cárcel...Una prisión.... ¡Pero ahora que tú estás aquí, todo ha cambiado!
Miré a mi alrededor, la enorme mansión, los interminables jardines, el bosque donde estábamos, el lago a lo lejos... La prisión de Jessica.
-De acuerdo, escucha...- le dije- yo también estoy muy contenta de estar aquí, contigo... - suspiré. -Es solo, que necesito acostumbrarme a todo esto ... Son demasiadas novedades de golpe, demasiadas emociones...Y, además, me temo que los primeros días todos los ojos van a estar sobre mí. Soy la nueva, ya sabes.
-Si, eso es cierto... -reconoció. - Tienes razón, estos días será mejor no llamar la atención.
Comenzó a cavilar.
- ¿Sabes? Estoy pensando que hay un lugar donde podríamos ir...
----------------------------------------------------------------------------------------------
La alarma del móvil me sobresaltó, sacándome de mis recuerdos.
Ya era medianoche... Hora de acudir a la suite de Jessica.
Al pensarlo mi corazón volvió a acelerarse, pero no podía dudar: había llegado el momento.
Abrí la puerta de mi habitación, y miré a los lados antes de salir; el pasillo estaba desierto.
Suspiré de alivio. Con ese vestido, y ese aspecto, me sentía desnuda.
Me dirigí a la habitación de Jess y golpeé la puerta con suavidad.
- Adelante...- oí que respondía una voz dulce, desde el interior...

ESTÁS LEYENDO
Jessica y Beatriz
RomantikaEsta es la versión corregida de Jessica y yo, la continuación de mi historia " Mi profesora es mi esclava". Cuenta el oscuro romance entre la inteligente y malvada Jessica, de 18 años, y Beatriz, su profesora, una mujer sensible y no tan inocente co...