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-El muy cabrón, estoy segura de lo que me va a decir, pues lo lleva claro, no pienso hacerle ni puto caso...

Más tarde, esa misma mañana, estábamos sentadas en la parte trasera de una elegante berlina negra de cristales tintados, de regreso a la lujosa mansión de los De Prada.

Jessica no paraba de parlotear acerca de su padre, las expectativas que tenía hacia ella y su poca voluntad de cumplirlas.

Yo la escuchaba a medias, recordando lo ocurrido durante esa noche infernal, y pensando en alguna forma de devolverle el daño que me había causado.

En el fondo sabía que era infantil actuar así, de una forma tan rencorosa, pero digamos que mi parte más irracional estaba ahora al mando.

-...Es como lo de esa puta fiesta, pues que le den por culo, me importa una mierda lo que...

-Jessica, esa boca. - le advertí automáticamente.

- ¿Qué pasa?

-Que no está bien que abuses de ese lenguaje, eso pasa.

- ¿Y qué más da?

- ¿Cómo que qué más da? Vamos, piénsalo... Cuando, dentro de unos años estés dirigiendo la empresa, ¿Serás igual de malhablada? En los consejos de administración, dirás, ¿A ver esos putos informes sobre los impuestos de mierda?

Jess soltó una risita.

-Profe, qué equivocada estás sobre mi mundo, y qué poco lo conoces...

Ya empezaba otra vez a menospreciarme.

- ¿Qué quieres decir? - pregunté, algo molesta.

- ¿Te crees que ese tipo de reuniones son como festivales de poesía, o qué? Cuando se trata de negocios, mi padre habla así...todos lo hacen. Hablan de los hijos de puta de la competencia, de los putos impuestos, del gobierno de mierda...

-Vale, muy bien... ¿Y tú quieres ser igual que todos los demás? ¿Igual que tu padre? Pues enhorabuena, porque vas por ese camino.

Jess me miró sorprendida.

-Oye, ¿A ti qué te pasa?... Relájate, ¿Vale? - me escudriñó con la mirada. - ¿O es que aún estás enfadada?

-No, es sólo que me preocupo por ti...- suspiré - Además, se supone que parte de mi misión aquí es educarte, ayudarte a mejorar...

-Sí, bueno, esa es una parte, pero no la mejor parte, ¿Eh? - me sonrió, guiñando un ojo.

¿Así es como me veía ella únicamente? La profe, la mascota, el juguete sexual de Jess...

Como vio que no respondía, insistió.

- ¿Todo ok, no? - Otra vez esa pregunta, por enésima vez. Me estaba poniendo nerviosa. Le devolví la sonrisa.

-Todo ok. - y después, por cambiar de tema, añadí: - Me has hablado de una fiesta, ¿De qué se trata?

-Ya te digo, la llaman la Fiesta de la Rosa Blanca, nada menos. - Puso los ojos en blanco. - "Un evento anual en el que los jóvenes herederos de las principales fortunas del país se reúnen en un entorno selecto y sofisticado, para estrechar lazos y entablar amistades" -recitó de memoria.

-No parece tan terrible.

-¿Que no? Es peor incluso de lo que parece. ¡Una reunión de todos los niños ricos del país, una panda de chulos de mierda y niñatas creídas! Son gentuza, de verdad...Por mí los mataría a todos. - Me pareció interesante ver cómo, por su forma de hablar, estaba claro que ella se consideraba diferente, mejor que los demás, pero mantuve la boca cerrada.

-Estoy segura de que a mi padre le gustaría que acudiera, pero...- se echó a reír- después de lo que hice hace el año pasado, sabe que es mejor que me quede en casa.

-¿Qué hiciste?

-Pues liarla parda. A ver, él estaba empeñado en que fuera, decía que era muy importante para la familia, y bla, bla, bla..., Pero a mí no me daba la puta gana, así que esa noche, justo antes de salir, empecé a dar gritos, a patear el coche, me cargué las ventanillas a golpes... La monté muuy gorda. Y le dije que, si me obligaba a ir a esa fiesta, actuaría como una loca, me rompería el vestido delante de todo el mundo y lo dejaría a él en ridículo. Así que al final no fui. - Se encogió de hombros, sonriendo.

-Lo dices cómo si estuvieras orgullosa...

- ¡Y lo estoy! ¡A ver, a mí nadie me dice lo que tengo que hacer, nadie!¡ Y menos ir a una puta fiesta de niñatos de mierda! ¡Yo hago lo que me sale del coño! - -Exclamó, golpeando con el pie el asiento delantero.

La observé en silencio. Tuve que recordarme que Jess era algo más que eso... Me obligué a recordar que en su interior había algo bueno, algo valioso.

-El señor De Prada desea verlas ahora, a las dos. -Nos informó un criado al llegar a la mansión, en cuanto bajamos del coche.

Jess soltó un bufido de protesta, y de forma más discreta, yo también.

La mañana estaba siendo de lo más completa.

Una vez en el despacho, Jess se dejó caer de mala manera en uno de los sillones mientras yo me sentaba muy derecha en otro.

El papá de Jess nos esperaba, imponente tras su escritorio, para darnos una interminable charla acerca de los diferentes objetivos que habría que cumplir ese verano, entre ellos, pensar en el futuro académico de Jessica, elegir la Universidad a la que acudiría, además de diferentes compromisos sociales que habría que atender a lo largo de...

-¡Me aburrooo! - exclamó Jess de forma grosera .

Su padre siguió hablando, ignorándola por completo.

-...a lo largo de estos meses. En cuanto a usted- dijo, dirigiéndose a mi- me pregunto cuándo va a mostrarme resultados tangibles en lo que respecta a la educación de mi hija.

Era curioso ver como hablaba de ella, como si no la tuviera delante.

-B- bueno...- dijo, tartamudeando - solo llevo aquí dos semanas, y...

-Es cierto, lleva usted aquí solo dos semanas...pero a fin de mes querrá cobrar, ¿Verdad? ¡Todo el mes, incluyendo estos días en los que no ha hecho nada!

-Que cabrón...- murmuró Jess, riendo entre dientes.

Entre el padre y la hija me estaban hartando bastante. Tenía que poner fin a esto, tenía que hacerme respetar, y hacerlo inmediatamente...

Me puse en pie de repente.

-Señor De Prada, tiene usted toda la razón. Estoy aquí con un propósito, y le doy mi palabra de que voy a cumplirlo.

- Ah, ¿sí? - me observó con escepticismo.

-Verá, su hija me ha hablado de una celebración, la Fiesta de la Rosa Blanca, creo que se llama...

-Ah, sí... esa fiesta. - suspiró el hombre, haciendo una mueca. Era evidente que no le traía buenos recuerdos.

-Sí, si...ya le he contado...- se burló Jessica.

-...Pues bien, su hija y yo hemos llegado a un acuerdo. Jess acudirá este año a la Fiesta de la Rosa Blanca, y se comportará correctamente durante toda la velada.

- ¿¿Qué??- exclamaron a la vez el padre y la hija.

-De hecho, le garantizo que, si hubiera algún problema, si Jessica no actúa como es debido durante esa noche, presentaré mi dimisión irrevocable, y renunciaré a mi puesto.

Se hizo el silencio en el despacho.

El hombre me miraba bastante sorprendido, pero la expresión de Jessica era todavía más indescriptible, con los ojos y la boca totalmente abiertos, como si la hubieran abofeteado.

Mirándola a los ojos, le sonreí dulcemente.

- ¿Todo ok, Jessica?

Jessica y BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora