Contraataque

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-Oye...¿No te habrás enfadado por lo de antes, verdad, profe?

-No, qué va...-dije, con una leve sonrisa -La verdad es que ha sido una tarde muy...-reflexioné unos instantes, buscando la palabra adecuada.- ...muy intensa. Ha estado bien.

-Me alegro mucho, de verdad...- dijo Jess, dando un suspiro de alivio. - Ya sabes que todo esto lo hago por nosotras, para divertirnos, para que disfrutemos las dos.

Estábamos en el restaurante del hotel, cenando, unas horas más tarde, después de nuestro inolvidable primer día de playa.

-Lo sé, Jess, lo sé.

Y en realidad sabía que ella pensaba así, que para Jess este tipo de juegos eran la mejor forma posible de pasar nuestro tiempo juntas.

Además, resultaba evidente que estas experiencias le daban la vida: Jess no solo había recuperado su retorcida inventiva; también había recobrado la alegría en su mirada.

-Profe, una pregunta: ¿Cómo es que ahora estás tan tranquila y relajada?- dijo Jess, observándome con curiosidad, después de que el camarero nos sirviera un delicioso pescado al horno.

-Bueno, hay una explicación para eso...- dije, con una sonrisa inocente. - Cuando he llegado a mi habitación, y me he ido a la ducha, yo...pues ...- me encogí de hombros, sin terminar la frase.

-¿Qué? ¡No!- exclamó Jess- ¿Te has...? - hizo un gesto con los dedos anular y medio, como si rascase en el aire.

Asentí, bajando la mirada, como una damisela avergonzada.

-¡Ohhhh me encanta!- me lanzó una mirada de satisfacción - ¡Te he puesto tan caliente que has tenido que darte placer digital! - resumió de forma poco sutil.

-Baja la voz, ¿Quieres?- dije, mirando a los lados, aunque estábamos sentadas en una mesa en la terraza, bastante apartadas del resto de comensales.

-¿Pero por qué no me has avisado?- protestó Jess, haciendo caso omiso a mis palabras.- Me hubiera gustado verte mientras lo hacías...

-Claro que no, Jess, eso me habría dado mucha vergüenza... - mentí - Además, ¿ Qué querías que dijera? "Jessica, ven a mi habitación, para ver cómo..."- bajé la voz hasta convertirla en un susurro - "para ver cómo me masturbo pensando en ti".

-¡Sí! ¡Si, por favor! Ya sabes que me encanta eso...

Lo sé perfectamente...y sabía que tú ibas a picar el anzuelo.

Sonreí para mis adentros.

Recordé la situación que había vivido unas horas atrás.

Cuando me quedé de pie en la playa, viendo cómo Jess se alejaba después de robarme el bikini, dejándome mojada y desnuda, cubierta solo por un vestido medio transparente, tuve una sensación que casi había olvidado: una mezcla de emociones, deseo, frustración, ira... Quería correr hasta ella, abrazarla, estrangularla, besarla, todo a la vez.

Pero después respiré hondo y una parte de mí, más fría y racional, habló en mi cabeza.

¿Por qué te enfadas? Ya sabes cómo es Jessica...le gusta jugar. No debería sorprenderte a estas alturas. Así que deja de indignarte y empieza a jugar tú también.

Y eso es lo que hice.

Mi primer objetivo era regresar al hotel sin llamar demasiado la atención. Así que me puse la toalla alrededor de los hombros, de tal forma que tapara mis pechos con sus extremos, y usé mi bolsa playera a modo de parapeto, llevándola pegada a mi vientre. De esta forma conseguí cruzar toda la playa y llegar hasta mi habitación sin más incidencias.

Jessica y BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora