Un día perfecto (parte 4)

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Salimos del restaurante en dirección hacia la playa. Las piernas todavía me temblaban, y me sentía algo mareada, después de los momentos tan intensos que acababa de vivir allí.

Jess apretó mi mano con la suya ,y nos pusimos a caminar en silencio. No eran necesarias las palabras; las miradas que intercambiamos eran ya bastante explícitas.

Ella me sonrió con evidente satisfacción. Yo le devolví una mirada llena de deseo y entrega.

Te necesito ahora , Jess...No puedo esperar más...no quiero esperar más.

Después de unos instantes me di cuenta de que no estábamos caminando por la ruta de costumbre.

-¿Adónde vamos?

-Ya lo verás, he estado investigando y hay un sitio donde podremos estar más tranquilas...

La seguí, confiando en sus palabras.

Continuamos caminando durante unos diez minutos más, después descendimos por un sendero hasta llegar a una pequeña cala de difícil acceso, bastante apartada y oculta.

Eran apenas cinco metros de playa, un semicírculo de arena rodeado por unas rocas altas y escarpadas.

-Nuestro refugio...- dijo Jess satisfecha.

-Me encanta.- Respondí, mirando alrededor.

La pequeña cala estaba a nuestra entera disposición.

Extendimos las toallas junto a las rocas, en la zona más resguardada, y luego nos quedamos en traje de baño. Yo llevaba mi discreto bañador blanco de una pieza, pero Jess se había puesto un precioso bikini rosa que le hacía parecer todavía más atractiva. Al verla sentí como mi deseo aumentaba de nuevo...

No podía seguir aguantando. Me acerqué hasta ella, dispuesta a todo.

-Jess, yo...

Antes de que pudiera decir nada, ella puso su mano sobre mi boca, se inclinó hacia mí, y me susurró al oído:

-¡Si me pillas, puedes besarme!

Y a continuación echó a correr hacia el agua.

Por un momento la miré alejarse, sorprendida; después, me lancé tras ella.

-¡Espera!- exclamé.

Al ver que la seguía, soltó un grito agudo y se adentró más en el mar, riendo.

Intenté alcanzarla, corriendo cuanto podía, pero ella era mucho más ágil, y una vez que se sumergió, comenzó a nadar como una sirena.

Me sumergí yo también, pero por desgracia no tenía su misma agilidad.

-¡No huyas!- insistí.

Jess se acercaba nadando hasta mi para provocarme, pero en cuanto intentaba atraparla se escapaba de nuevo.

Durante unos minutos nos dedicamos a jugar así, como si fuéramos pequeñas.

Era maravilloso. Las dos solas, en ese lugar perfecto...

Por fin, después de muchos intentos ,conseguí agarrarla del brazo.

-Te... pillé...- dije, jadeando.

-Porque yo he querido- dijo al momento.

-¡De eso nada!- protesté.

-Vaale... Oh, vaya, qué rápida es usted, señorita profesora...- se burló.

Estábamos sumergidas hasta los hombros, y las dos respirábamos agitadamente después del esfuerzo.

-¿Y mi premio qué?- dije.

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⏰ Última actualización: Jun 01 ⏰

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Jessica y BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora