Escort

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Mientras abría la puerta de la suite, pensé en el juego que Jess tenía pensado para esa noche, y las dudas me invadieron por última vez.

¿Pero qué estás haciendo? Todavía puedes irte, nadie te lo va a impedir...

Sin embargo, seguí avanzando.

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En resumen, el nuevo juego de Jessica, su nuevo guion por así decirlo, consistía en lo siguiente:

Una hermosa joven, ingenua y curiosa (interpretada por la propia Jess) contrataba los servicios de una experimentada escort, es decir, una prostituta de lujo (si, ese era mi papel) para iniciarse en el mundo de los placeres lésbicos, los misterios del sexo...en fin, esas cosas.

Cuando me planteó esta historia por primera vez, unos días atrás, mi reacción fue... ¿Qué? ¿En serio?

Quiero decir, ¿Para qué seguir actuando así? ¿Cuándo íbamos a tener una relación algo más... convencional?

Sabes que yo no soy convencional, profe...-había respondido ella.

¡Lo sé, pero por Dios, mis fantasías nunca habían sido tan retorcidas!
No sé, cuando deseaba a alguien, no me montaba semejantes películas... Simplemente, quería acostarme con esa persona, y ya está.

¿Por qué no podíamos hacer eso ahora? Sin escondernos detrás de disfraces, sin interpretar papeles por una vez...

Por cierto, hablando del tema...¿Jess, una joven ingenua?¡Ja! Me costaba imaginarla en ese rol...

Y yo, ¿Una prostituta experimentada? Oye, pues muchas gracias...¿Es que intentaba mandarme algún mensaje entre líneas o qué?


¡Venga, profe, no protestes tanto, ya lo sabes, esto solo es un juego!

Si, ya conocía la naturaleza de sus juegos...En definitiva, escuché atentamente su propuesta, y tomé una decisión al instante.

-Lo siento, Jess...Pero no. No me siento cómoda con este juego, y no lo haré. - Dije con rotundidad.

Y sin embargo, aquí estaba ahora, maquillada y vestida como una furcia, a punto de cruzar el umbral. Después de hoy ya no habría marcha atrás. Y no tendría la excusa de que actuaba obligada por ningún chantaje.

¿Por qué era tan débil? ¿Cómo se había apoderado de mi voluntad hasta ese punto? No tenía respuestas.
Todos estos pensamientos pasaron por mi cabeza en cuestión de segundos...finalmente, entré en la habitación y cerré la puerta tras de mí.

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Después de respirar hondo por unos instantes, eché un vistazo a mi alrededor.

Por un momento pensé que me había equivocado de lugar.

La estancia estaba casi en penumbra, iluminada de forma tenue por unas luces indirectas de tonos cálidos en el techo, que creaban una atmósfera íntima y misteriosa.

Sin embargo, a pesar de la escasa iluminación, lo que pude ver me dejó sin aliento.

Esto no era una habitación, ni una suite, sino un enorme y lujoso apartamento de dos plantas.

Sumergida en esa cálida penumbra, advertí que el lugar se dividía en diferentes espacios: el recibidor donde me encontraba, un amplio salón decorado con sofisticados muebles de diseño, una extensa barra de bar, y hasta lo que parecía ser una pequeña sala de cine.

Grandes ventanales flanqueaban las paredes, y a través de una puerta acristalada se podía acceder a una interminable terraza que rodeaba todo el edificio.

Las vistas desde allí eran aún más espectaculares.

La ciudad, el mundo entero, parecían estar a nuestros pies.

Y pensar que mi propia habitación me había parecido excesiva...

Cuando mis ojos se adaptaron a las sombras, distinguí una silueta sentada en un gran sofá frente a mí.

Jessica.

-Buenas noches, señorita...Pase, por favor. - dijo con voz suave.

Me acerqué lentamente hasta ella, de una forma que esperaba fuera sensual (en realidad, temía perder el equilibrio por culpa de los malditos tacones y estropear el momento).

Me planté delante suyo, con los brazos en jarras y las piernas separadas, ataviada con mis zapatos altos y mi cortísimo vestido negro. Abrí la boca y comencé a interpretar mi papel...

-Tú debes ser Jessica, ¿verdad? - le pregunté, como supuse que haría una profesional.

Ella asintió.

- ¿Y tú eres Bea?

-Así es...

- ¡Más luz! - exclamó de repente, y la iluminación aumentó de forma automática.

-Quiero verte mejor...-dijo sonriendo, poniéndose en pie.

Me sorprendió comprobar que vestía de forma muy sencilla, con vaqueros cortos, camiseta blanca, y el pelo recogido en un par de coletas que le daban un aire bastante juvenil.

Entonces caí en la cuenta de que se había arreglado así para interpretar su papel, igual que yo el mío.

Estudió mi aspecto de arriba abajo por unos instantes, y luego, mirándome a los ojos con una sonrisa pícara, dijo:

-Bueno... ¿Comenzamos?

Jessica y BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora