Entramos de nuevo en la habitación. Las piernas me temblaban y mi corazón latía desbocado.
-Desnúdate.- ordenó. Lo hice al instante. No me costó mucho, la verdad, solo llevaba la camiseta y nada más.
Por fin, me dije, por fin. Ahora es el momento.
Permanecí así, desnuda, anhelante, mientras ella me repasaba con la vista. Una parte de mí deseaba abrazarla, besarla, en fin, esas cosas normales que haría una pareja en la intimidad. Sin embargo, sabía que no sería buena idea actuar así... todavía no.
Mejor esperar a que ella diera el siguiente paso.
-Toma, ponte esto.- Me dio una prenda de ropa de color claro que observé con curiosidad.
¿Algún tipo de disfraz sexy, lencería sugerente?
Como el día anterior, mis suposiciones resultaron erróneas.
Se trataba de un bañador blanco, de una pieza, con tirantes y un aspecto bastante clásico.
No vi nada extraño en él, excepto la tela, quizás, que parecía bastante fina.
Pero por lo demás, era un modelo de tipo tradicional, discreto y que dejaba menos piel al descubierto...casi como si lo hubiera comprado yo.
Me lo puse mientras Jess me observaba atentamente, con los brazos cruzados.
Pues nada, aquí estamos otra vez, me dije, jugando a los vestiditos y las muñecas.
-Perfecto- dijo con satisfacción.- He vuelto a acertar con tu talla.
Observé mi imagen reflejada en el espejo. Así era, la verdad es que me sentaba perfectamente.
-Es muy bonito , Jess... Muchas gracias.- En realidad, lo que deseaba decirle era "Todo esto está muy bien, pero ¿Cuándo demonios vamos a dejarnos de juegos, y empezar a acostarnos juntas? Porque estoy ardiendo y lo que necesito es..."
-Vale, y ahora ponte esto otro.- Dijo Jess, interrumpiendo mi monólogo interior. Me tendió un objeto ovalado de color rosa y superficie brillante. Lo reconocí al instante.
-¿Es un vibrador de los que funcionan con mando a distancia?- dije, emocionada.
-Póntelo...dentro.- asintió, sonriendo.
Bueno, empezamos a entendernos, pensé.
Recordé los buenos momentos que habíamos pasado jugando con este tipo de cacharros.
En fin, al menos yo había disfrutado bastante.
Decidí comenzar haciéndole un guiño al pasado, así que llevé el aparato a mi boca y me dediqué a chuparlo con delicadeza, mientras la miraba fijamente.
Esta situación me traía gratos recuerdos...
Mira, Jess, mira lo que hago por ti...
Ella me observaba en silencio, mordiéndose los labios, con ese gesto que conocía tan bien.
Después, lentamente, aparté la tela del bañador a la altura de mi entrepierna, dejando mi sexo al descubierto, y comencé a introducir el vibrador.
Allí de pie en su habitación, y sin ningún pudor, empujé con dos dedos hasta que el objeto estuvo dentro de mi por completo.
Después, suspirando, volví a colocar la tela en su sitio.
-¿Y ahora qué hacemos, Jess? ¿Hoy también me vas a interrogar?- susurré.
-Noop...¡Ahora acaba de vestirte, porque nos vamos a desayunar!
La miré sorprendida. Ella asintió, decidida.
-Ahora a desayunar...y luego a jugar.- añadió, guiñándome un ojo. Por lo visto, no había nada más que hablar, la decisión estaba tomada...Decidí no insistir.
Vale, está claro que aún no es el momento.
-Lo que tú mandes, Jess...- dije resignada, como tantas otras veces.
Obviamente, no estaba permitido acceder al restaurante en traje de baño, así que acudí a mi habitación a cubrirme con un vestido playero antes de bajar a desayunar.
Resultaba extraño moverme con ese objeto en mi interior, -pese a que Jess no lo hubiera puesto en marcha todavía- , y la sensación, aunque enervante, no era desagradable.
Al guardar mis cosas en el bolso, descubrí que había recibido un nuevo mensaje en el móvil, un whatsapp de la última persona en el mundo que querría ver en ese momento: el abogado del papá de Jess.
En lugar de abrir el mensaje, leí solamente el encabezamiento que aparecía en las notificaciones:
" Póngase en contacto conmigo lo antes posible. En nombre del señor De Prada debo transmitirle una información de máxima importancia..."
A la mierda, pensé. No voy a dejar que estos pesados me amarguen las vacaciones, y más en este momento.
Decidí ignorar el texto, total, mientras no lo abriera, no sabrían que lo había leído.
Ya hablaría con ese tipo más tarde...o al día siguiente...o nunca.
La verdad es que no me apetecía nada, mi mente estaba ocupada en otros asuntos.
Puse el móvil en silencio y lo lancé al fondo del bolso.
Salí al pasillo, donde Jess me esperaba, tan atractiva como siempre, con los brazos cruzados y su sonrisa pícara. ¿Quién podría pensar en otra cosa, teniéndola a ella cerca?
-¿Preparada?- dijo.
-Preparada.
-Pues vamos al tema.
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Jessica y Beatriz
RomanceEsta es la versión corregida de Jessica y yo, la continuación de mi historia " Mi profesora es mi esclava". Cuenta el oscuro romance entre la inteligente y malvada Jessica, de 18 años, y Beatriz, su profesora, una mujer sensible y no tan inocente co...