Fuego (Parte 2)

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-Según dicen, la privación temporal de uno de tus sentidos, multiplica la sensibilidad de los otros...- comenzó a explicarme Jessica, mientras me vendaba los ojos con el pañuelo. -Bien, ahora tendremos oportunidad de comprobarlo.

-Lo estoy deseando...- respondí.

- ¿De verdad? - fingió escandalizarse. - Pero bueno, Beatriz, eres una descarada... En fin, está claro que he hecho bien al contratar tus servicios...- soltó una risita, mientras terminaba de ajustar el nudo.

- Bueno, esto ya está listo... -dijo.- ¿Ves algo?

-No, nada.

-Vale, ahora túmbate boca arriba sobre la cama, ¿De acuerdo?

-Sí...

Hice lo que me decía, sintiendo como mi corazón latía desbocado. Este era un juego nuevo, no tenía ni idea de lo que pretendía hacer conmigo, y eso me hacía sentir una mezcla de temor y deseo.

-Extiende los brazos... Así, muy bien...Vale, ahora separa las piernas...si, si, un poco más...eso es, como si estuvieras en la consulta del ginecólogo... ¡Muy bien! Quédate así un momento, ahora vuelvo.

Pude oír como Jess se apartaba de mi lado y caminaba por la habitación.

¿Qué estaría haciendo?

¿Quitarse la ropa para unirse a mí? ¿O quizás preparando nuevos juguetes, de esos que tanto le gustaba usar conmigo? No tenía forma de saberlo.

Permanecí en esa postura obscena, tumbada boca arriba con los brazos y las piernas abiertas, cubierta solamente con las braguitas negras, durante unos instantes que se me hicieron eternos.

Después noté cómo Jess se subía a la cama, poniéndose de nuevo a mi lado.

-¡Ya estoy aquí!

-Por fin...- susurré.

-¿Tienes ganas de empezar?- preguntó en voz baja, acercando su boca a mi oído.

-Muchas...- Sentirla así de cerca me volvía loca. Podía percibir su aroma, tan fresco, sensual... Me moría de ganas de besarla, pero esta vez me abstuve de intentarlo.

-Muy bien...Abre la boca. - Eso hice.

-Chupa. - Obedecí, y sentí un objeto cilíndrico y suave rozando mis labios.

-¿Adivinas lo que es?- dijo, apartando el objeto de mi boca. La respuesta me pareció evidente.

-Es algún tipo de juguete... ¿Un vibrador?

-¡Premio para la señorita!- exclamó. Para confirmarlo, puso en marcha el aparato, y oí un zumbido bajo y monótono junto a mí.

-¿Quieres que lo use contigo?

-Vale...

- ¿Dónde lo quieres?

Vaya pregunta, me dije. Estaba muy excitada en ese momento.

-Dentro...lo quiero dentro. – Susurré.

-Vale, pues pídemelo...Pero hazlo bien. - exigió. - Quiero oírte suplicar.

Serás cabrona, pensé.

-Por favor, por favor, Jessica...- murmuré.

_Habla más alto, no te oigo.

-Por favor, méteme el vibrador... por favor, lo necesito...quiero que...

- ¿Qué? ¿Qué quieres?

- Quiero que me folles...

-Más fuerte.

- ¡Quiero que me folles!

-Bueeeno, si te empeñas...- dijo burlonamente, como si le supusiera un esfuerzo tremendo el hacerlo. - Pero primero, quítate las bragas.

No me lo pensé dos veces. A ciegas, me incorporé para llevar las manos hasta mi cintura, levanté el trasero y deslicé la tela hacia abajo.

-Deja que te ayude...- dijo.

Finalmente, haciendo un gesto con el pie, me liberé de la prenda.

-Ya está...muy bien, ahora túmbate otra vez. Y abre bien las piernas.

La obedecí al instante. Por fin estaba desnuda, totalmente desnuda y expuesta frente a ella... Con los ojos vendados, mostrándole mi intimidad, abierta y mojada... Estaba ardiendo, necesitaba que me tocasen allí, necesitaba que se introdujera en mí.

-Vale, allá vamos, prepárate...

-Sííí...

Gimiendo, levanté mis caderas, separando más las piernas, para ofrecerme mejor.

Cuando estaba totalmente abierta para ella, de pronto sentí el roce del vibrador en mi pecho izquierdo. Me retorcí, gimiendo.

-¿Sabes una cosa? - me dijo al oído.- Me lo he pensado mejor.

La muy maldita estaba sonriendo, podía notarlo aún con los ojos vendados.

No, no, no...

A continuación, se dedicó a estimular mis pechos minuciosamente, rozando mis pezones, tirando de ellos, trazando círculos alrededor con el aparato... Me volvía loca.

A la vez, yo seguía con las piernas separadas, esperando recibir unas atenciones en esa zona que no llegaban. Mi sexo palpitaba, expectante, sin que ella se dignara a hacerle caso.

Siguió así, masajeando mis pechos, rozándolos con el aparato, hasta que sentí que me iba a correr, y me dejé llevar...

El orgasmo me atravesó como un relámpago, haciendo que todo mi cuerpo se arqueara.

Me dejé caer sobre la cama, temblando.

-¡Orgasmo de pezones! Guau, eres una fiera, Beatriz...- exclamó Jess con admiración.

Yo susurré algo débilmente.

-¿Qué dices?

-Mas...quiero más...- supliqué.

Jessica y BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora