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Capítulo 2: La carta misteriosa.

Abrí la ventana y en ella se encontraba un sobre de un tono oscuro, enganchado entre las rejas. No ponía ningún destinatario ni de donde venía, el sobre estaba intacto, sin ningún escrito.

Lo cogí, lo deje en mi escritorio y me quedé mirándolo fijamente unos minutos, pensando en si abrirlo era lo correcto. Después de 10 minutos mirándolo me dije a mi misma "¿ Y por qué no abrirlo?" y eso hice.

Dentro de él había una hoja de color azul muy claro y sus palabras estaban escritas de un rojo sangre. En ella ponía:

"Hola, estoy seguro de que no sabes quien soy ni de por qué te he enviado esta carta, pues bien, pronto lo sabrás, pero acuérdate de una cosa muy importante... Después de leer esto tu vida no volverá a ser como antes, o bueno, ya te darás cuenta tu misma de ello... "

No podía dar crédito después de leer esa carta, pero al final me convencí de que podía habérsele volado a alguien y haber acabado en mi ventana, aunque aquello no era muy probable, pero no le di mucha importancia.

Dejé el sobre guardado en un cajón de mi cómoda y cogí mis auriculares para escuchar música. Era una tarde tranquila de Junio, la casa estaba inundada en el silencio y en la calle no se escuchaba ni un coche pasar. Además, esa tarde no había quedado con nadie, ya que tenía que estudiar para los peores exámenes del curso y los más difíciles, los finales.

Pero a eso de las 5 tocaron al timbre. Contesté por el telefonillo pero nadie contestaba y colgué. Seguramente había sido algún chaval que va tocando los timbres de todas las casas por las que pasa por diversión, pero a las 6 empezó a sonar mi teléfono. Antes de contestar miré la pantalla y en ella pude leer "Numero Privado". Yo no solía coger el teléfono cuando me llamaba un numero así, pero esta vez lo cogí, pero al descolgar, nada. No se oía ni una sola voz al otro lado de la llamada y colgué.

Fue una tarde un tanto extraña al fin y al cabo.

Después de todo lo que paso desde las 5 me puse a estudiar porque el jueves venia cargado de exámenes finales.

Por la noche llegaron mis padres de trabajar y como siempre, yo no solía hablar mucho con ellos entre semana, ya que llegaban a horas en las que yo ya estaba en la cama.

Me acosté a las 0:30 como todos los días viendo videos en YouTube o escuchando música, es lo que siempre hacia cuando acababa los deberes o de estudiar. Y durante la noche no volvió a pasar nada raro como en la tarde.