Capítulo 3: Un día tranquilo hasta que...

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Desperté en una soleada mañana de un jueves a las 7 am porque tenía que prepararme para ir al instituto. En casa ya no había nadie, mis padres se iban al trabajo a las 6:30. Odiaba el gran silencio que había, estaba siempre sola en casa. Con la pereza matinal que tenía yo todos los días, cogí mi mochila y me dirigí a la puerta, cerré con llave y me encaminé hacia el instituto con mis auriculares puestos.

Entramos todos los alumnos en un tipo de avalancha al "hall" y desde ahí, cada uno iba a su respectiva clase. A esa hora yo tenía Matemáticas, una de las asignaturas que más me gustaba.

A mi clase, 2ºE, nos tocaba a 1ª examen de ecuaciones. Había estudiado bastante, por eso era el que menos me preocupaba. Pero ese día tenía tres exámenes, entre ellos el de Valenciano, el único que tenía mas probabilidades de sacar mala nota.

Las horas en el instituto de aquel jueves 4 se me hicieron eternas, pero ya era hora de volver a casa. Estaba muy contenta de como me salieron los exámenes, pero esa felicidad pronto se acabaría...

Emily no había asistido a clase en todo el día porque me mandó un mensaje por la mañana diciéndome que no se encontraba muy bien para ir al instituto, pues me bajé con mis amigas de clase.

Había un tramo en el que tenia que ir yo sola hacia mi casa, porque las demás vivían por otra zona de la ciudad. Durante ese camino comencé a darle vueltas a todo lo que pasó la tarde anterior: La misteriosa carta dirigiéndose a mí en la ventana, cuando sonó el timbre y nadie contestó, la llamada de un tal "Número Privado" y que nadie hablase a la otra parte de la llamada... Era todo muy raro, pero eso pudo ser casualidad que ocurriese todo la misma tarde.

Al llegar a mi destino, hice la misma rutina de siempre, en cambio, esa tarde había quedado con Lia, mi amiga que repitió curso, para dar una vuelta y despejarme de tanto estudiar. Habíamos quedado a las 6, así que tenía un rato de tiempo libre antes de irme, bueno, en realidad, durante esas horas, estuve haciendo los interminables deberes que me habían mandado.

Me lo pasé muy bien esa tarde, estuve hablando con Lia de muchas cosas, pero no le llegué a contar lo que paso la otra tarde. Llegué sobre las 9:30, un poco cansada, porque nos recorrimos casi toda la ciudad andando. Subí las escaleras y fui a mi habitación para pillar mis auriculares y escuchar música mientras me preparaba la cena, pero cuando entré a mi cuarto no podía creer lo que estaba viendo, estaba pasando otra vez, y si era una broma, sinceramente, era de mal gusto. ¿Por qué a mi?...

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