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Mi corazón dejó de latir tan fuerte al oír esa pregunta.

-Selene, ¿qué haces aquí?

-Me escondo, como tú, ¿no es obvio?

La miré de arriba abajo y noté que llevaba una linterna colgando de la muñeca.

-¿Estamos aquí por lo mismo?- le susurré.

-No lo sé, tú dime.

-¿El club nocturno? Emmm, me refiero a...

-Está bien, yo también le llamo así- me asintió y sonrió.

-Me sorprende que tú no estés en él. Siempre quieren que estés en todo- añadí con la intención de mostrarle que no la había olvidado en lo más mínimo.

-Te sorprenderías mucho de saber que no es así. Me conoces menos de lo que tú crees, Romi.

-Oh, créeme que no. Sé quién eres en realidad, Selene.

-Escucha, creo que no puedes venir a recriminarme por cómo soy solo por lo que ocurrió en la escuela. Era una adolescente sin rumbo.

No le respondí, a pesar de haber querido hacerlo. Sería una charla que más adelante tendríamos, aquellas no eran las circunstancias.

-En fin, mejor salgamos de aquí- dije y eso hicimos.

Muy sigilosamente abrimos la puerta y asomamos la cabeza. Todos se encontraban en aquella habitación, hablando tan fuerte como aquella vez que me escabullí. ¿Alguna vez dejaría de tener que ocultarme para todo?

Nos acercamos sin hacer el menor ruido, ubicándonos en las escaleras de modo que, si salían, podríamos correr hacia arriba y escondernos en algún sitio.

-¿Cómo es que sabes del club?- le pregunté.

-No fue nada difícil darme cuenta que los chicos se quedaban en el club luego de las clases. Intenté preguntarles e insistí, pero lo único que me dijeron fue que se quedaban a ayudar a limpiar. No les creí, naturalmente. Las aulas siempre estaban igual de sucias al otro día. Sabía que había algo más, pero no me atreví a escabullirme así hasta el día de hoy. Al parecer tu también, a pesar de ser nueva.

Asentí silenciosamente, sabiendo que aún no me había hecho un lugar para hacer ese tipo de cosas. No me arrepentí de lo que hice, sin embargo. De solo haberme cruzado de brazos, no hubiese averiguado la verdad ni tampoco me hubiese amigado con mi enemiga.

-Señores, señoras, calma. Dejémonos de tanto alboroto y vayamos al grano. La última vez no hicimos un puto avance.

¿Ese era Mike? Tuve que preguntármelo, pues él no era alguien que normalmente se irritase con el resto, ni mucho menos que maldiga.

-Ya Mike, seguro que hoy sí- respondió Ben.

-A que tú has estado investigando Ben, eh- le dijo Tobías burlonamente, sabiendo que no lo había hecho. Pues claro que, sea para lo que sea que debía investigar, Ben no tuvo tiempo en el día. Siempre se la pasa en el club o ayudando a su madre en su tienda de flores familiar.

-No, porque tuve que hacer cosas de valor que significarán algo en mi vida. ¿Qué hay de ti? ¿Qué fue más importante para ti que ayudarnos en esto?¿Acariciar a tus plantitas?

-Oye amigo, no te pases- dijo Tobías con un tono amenazante. Me lo imaginé a Ben dando una media sonrisa burlona. Sabía perfectamente con quién meterse; alguien tan delgado y bajo como Tobías no sería problema para él.

-¿Qué tal si ahora hablamos de quienes sí tienen noticias?- ofreció Mike, esperando que alguien hablara. En su lugar, hubo un largo silencio.

-Tuve muchos deberes- fue lo único que soltó Luis.

Para ese momento, nos habíamos estado turnando con Selene para ver a través de la cerradura. Apenas lográbamos ver a Mike parado, apoyando sus manos sobre la punta de la mesa y con un pizarrón de tiza pequeño a su espalda.

-¿Qué les parece dar un repaso de lo que sabemos?

Algunos dijeron que sí y otros, como Mary, asintieron sabiendo que no habría nada más producente que hacer.

-Haz un resumen rápido Mike.

-¿Acaso tienes prisa, Tobías?- lo calló.

Tranquilamente se dio vuelta con una tiza en la mano, dispuesto a escribir algo. Se detuvo, sin embargo y se quedó inmóvil con la mano sobre el pizarrón, incapaz de moverla. A nadie le llamó la atención la escena, pero a mí me recordaba a mí madre cuando hablábamos de papá. Se quedaba sin palabras y con los ojos húmedos, como queriendo que entendiera todo sin que ella tuviera que hablar.

Sea el tema que fuera, a Mike lo estaba destruyendo por dentro. O quizás ya lo había destruido.

Cuando recuperó la movilidad, lo que escribió tenía muchas formas de impactar en una persona. Y a pesar de que todos creían que realmente los lastimaba ver su nombre, nadie en realidad entendía lo que en mí despertaba.

Antonio Días

Club NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora