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-Rápido, guarda todo y ayúdame a mover el mueble- le dije a Selene alarmada y al borde de una crisis nerviosa.

Arrojamos todas las fotos y demás cosas a la caja con tanta velocidad que ya estábamos moviendo el mueble de vuelta a su posición original. El tiempo no nos alcanzaría para guardar la caja en la puerta.

-¿Romi?- escuché a mamá llamarme con voz de dormida. Sus pasos, distintivos por sus pantuflas, comenzaban a acercarse.

-¿Qué hacemos con la caja?- me preguntó Selene ya que aun no la habíamos guardado.

La agarré con ambas manos y comencé a buscar un lugar propicio para esconderla y que mamá no la viera. No tenía tiempo para pensar.

-¿Romi, hay alguien más contigo?

Decidí colocarla en el baño, seguro mamá no entraía allí. Una vez que estuvo en su lugar, Selene prendió la luz del living y dijo en voz bastante alta:

-Si, Laura. Soy yo, Selene- mi mamá apareció frotándose un ojo y bostezando-. Lamento haberte despertado, es que estábamos buscando mi colita de pelo- le mostró la suya sonriendo.

Ni siquiera un anciano te cree esa mentira. Por fortuna mamá estaba tan feliz de ver de nuevo a Selene que ni siquiera se detuvo a pensar en lo que le había dicho.

-Selene, qué alegría verte de nuevo- con pura confianza se acercó y la abrazó, estrujándola.

-También me alegra verte- le respondió la pelirroja casi sin aire.

Años atrás, cuando Selene y yo seguíamos siendo amigas, mamá me había confesado que la veía como la sobrina que nunca tuvo. Era lógico que se sintiera así: pues la vio crecer desde que tenía 7 años y no había fin de semana que no viniera a casa. No creía que Selene la viera como una tía a ella, pues ya tenía muchas otras. Además de seguro que aquella experiencia con la foto no le fue nada agradable como niña.

Finalmente dejó de apretarla y la miró a los ojos.

-Estás tan grande y bonita. Mírate- la señaló de arriba a abajo-. Estás incluso más alta que yo ahora.

Selene le sonrió en respuesta. Seguro la entenderán, nadie sabe qué responder ante esos comentarios.

-Iba a quedarme a dormir aquí esta noche, si no es molestia.

-No es una molestia para nada. Es muy tarde además- consultó el reloj de pared del living-. Demasiado- dijo y me miró con cara regañadora.

-Lo siento, iba a avisarte pero ya era muy tarde.

-En fin- dijo sin ganas de discutir más sobre el tema-. ¿A qué se debe tanto ruido?- nos preguntó mientras se acercaba al gran mueble, inspeccionándolo  con disimulo.

Vaya que sí te asusta que haya encontrado la caja, ¿eh? Sabes perfectamente lo que guardas en ella.

-¿Han movido el mueble de casualidad?

Nos miramos entre nosotras y le indiqué a Selene, sin que mamá me viera, con los labios que lo negara.

-No- aseguró ella de manera determinante-. Solamente movimos la mesita del florero para buscar mi colita.

Mamá asintió no muy segura, pero no insistió. Desde ya que tenía una leve sospecha, pero ¿cómo podría su hijita meterse en cosas que no le incumben? 

-Bueno, solo iré al baño y las dejo que sigan.

-Espera- le dije instantáneamente, sin querer dejando ver mi nerviosismo. Pero claro que no dejaría que viera la caja.

Club NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora