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-Romi, ¡cállate!- seguía gritándome Tobías mientras yo no dejaba de chillar y llorar únicamente para molestarlos, pero sabiendo que nadie me oiría.

Habían tomado mi celular y entrado a él.

-Ben, ¿la contraseña?- le había preguntado Mike cuando debía desbloquearlo.

Ben me miró y dijo con sus labios: lo siento.

-48902- le contestó.

No es como si le hubiera dado mi contraseña, pero aparentemente habían planeado esto hacía tiempo y él ya había estado chismoseando mi contraseña cuando nos veíamos. No podía creerlo, simplemente no podía. Sabía con seguridad que, tras tantas traiciones, terminaría no confiando en ningún otro ser humano. Me volvería una amargada y desconfiada con todos, cargando en la espalda tantas decepciones. ¿Quién sería el siguiente en aumentar esa carga? Cualquiera podría serlo, y ya no me importaba.

Entendía ahora que fui muy ingenua con todos y que estaba sola en eso. No volvería a suceder nada igual como lo de aquella noche. Nunca.

Estaba cabizbaja mientras revisaban mi celular. No podía verlos, pues estaba a espaldas de ellos, pero los escuchaba decir: anota esto o aquello. Todos eran mensajes que, probablemente, le había enviado a mi madre alguna vez.

Intenté desatarme, pero me era imposible, además de notorio. Tobías me repetía cada vez que me atrapaba forzando la soja:

-Ni lo intentes, está muy bien atada- el maldito se reía.

No sé cuánto tiempo habré pasado así, quizás treinta minutos, o una hora, o dos quizás. De seguro le habrán mentido a mi mamá diciéndole que me quedaría a dormir en lo de Selene o algo así. En todo caso seguía preguntándome qué harían cuando me desataran, o si siquiera lo harían.

Intenté darme la vuelta, harta de no poder ver lo que hacían, pero en el intento me tumbé, haciendo un ruido estridente. Afortunadamente, a pesar del dolor que ahora sentía en el brazo izquierdo, pude girarme y verlos a todos acoplados en el escritorio. Raul me vigilaba.

Sin embargo, fue Ben quien inmediatamente vino a levantarme. Oh genial.

-¿Estás bien?- como si te importara, pensé para mis adentros pero no le contesté.

Él me enderezó nuevamente y me permitió quedarme mirando de frente hacia donde ellos estaban.

-Dale la vuelta- le ordenó Raul.

-No afectará en nada si se queda así.

-Dale la vuelta, Ben- le ordenó Mike mientras continuaba revisando mis conversaciones.Ben resopló.

-Lo siento.

-Idiota- le espeté secamente y sin mirarlo.

-Romi, estarás bien. Esto ES por tu bien- me dijo para tranquilizarme, pero me alteró aún más.

-No quiero escuchar nada más de ti. No quiero que te me vuelvas a acercar- le respondí.

La expresión tan hermosa que siempre tenía en sus ojos se desvaneció completamente. Esperaba realmente que aquellas palabras lo hirieran tanto como sus actos me hirieron a mí. Quería romperle el corazón. Hacer que sienta su traición, que le pese.

Y sin embargo, verlo así me destruía por dentro. Quizás, sería que...yo lo amaba en realidad.

-Lo entiendo- me dijo cabizbajo.

Mis ojos estaban humedeciendo, pero debía ser fuerte. Él se apartó para nuevamente unirse al grupo.

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Estaba por quedarme dormida cuando me sacudieron el brazo. Era Mike.

-Acabamos- me dijo como si eso significara algo para mí-. Desatenla.

Raul comenzó a quitarme las sogas de mis manos y luego las de mis pies. Me paré inmediatamente en cuanto me liberaron.

-Tranquila- me dijo Mike.

-Wow, sí que me tranquilizas Mike. Denme mi celular- les ordené extendiendo mi brazo, pero nadie se movió-. ¿No me dejarán ir, cierto?

-¿Y tú qué crees?- me respondió Tobías, lo cual me sacó de quicio.

-Oye tú loquito estúpido, más te vale cerrar la boca o serás el primero al que denuncie.

-No hay necesidad de alterarse- saltó Mary-. Te dejaremos ir luego de que nos escuches. Los miré dudando.

-Bien- dije resignada y me quedé allí donde estaba con los brazos cruzados-. ¿Qué justifica haberme atado y revisar mi celular?

-Teníamos razones para creer que aún te comunicabas con tu padre.

-¿Qué?¿Por qué lo haría?

-Emmm, ¿hola? Porque eres su hija- respondió el pesado de Tobías.

-El punto es- dijo Mike antes de que saltara- que debemos asegurarnos de que no sigues en contacto con él. Si tal fuera el caso no podrías involucrarte en el club- hizo una pausa-. Incluso tendríamos que investigarte.

¿Investigarme?¿Qué ocurre?

-Tranquila, pasaste la prueba- me dijo Ben intentando hacer contacto visual conmigo, pero yo ni siquiera me giré a verlo.

-¿Estoy en peligro?- pregunté harta de no tener respuestas.

-Quizás, pero lo más probable es que no- me respondió Mike-. Tu padre, Romi, es una persona peligrosa.

-¿Qué ha hecho?- pregunté, pero ya me veía venir la respuesta.

-Él no era ni policía, ni músico. Romi- se me intentó acercar pero yo me alejé-, él era un asesino a sueldo.

Club NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora