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Me tapé la boca y comencé a llorar en silencio. Allí, sentada en el piso del baño de mi tío o de un posible asesino. No podía evitar sentir confusión, miedo e incertidumbre, estaba muy angustiada. Ahora resulta que mi mamá me afirma que Mike es un asesino serial que mató a por lo menos una decena o más de personas.

En tal caso, yo estaba en la casa de un asesino. De un asesino que no me dejaría volver con mi mamá si se lo pidiera. ¿Quién sabe que hará conmigo?

¿Y Ben?¿Conoce la verdad de todo esto?¿Es él mi novio o un cómplice más?

Habían muchas cosas que no dejaban de no tener sentido en mi cabeza. Tenía muchas preguntas. Pero no era momento de quedarme pensando en ella; debía actuar.

-Romi- escuché a Mike llamarme y se me heló la sangre-. ¿Estás bien?

No había caído en la cuenta de que ya había estado un largo tiempo en el baño.

-Si, en un momento salgo- dije intentando que no se notara que acababa de llorar.

Quédate esta noche, y mañana te escapas. Ve con Selene. Escríbele. No paraba de decirme mientras ideaba un plan de escape en mi cabeza. Agarré el celular nuevamente para mandarle un mensaje a mi amiga.

Romi: Selene, debo ir a tu casa mañana. Por favor. Estoy en peligro.

No lo leyó enseguida, pero confiaba en que lo haría.


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Salí del baño con la mejor cara que pude poner.

-Queríamos ver una película, ¿qué te gustaría ver?- me preguntó Ben.

No quería, mi mente se rehusaba a seguir pasando tiempo de calidad con esos...desconocidos.

-Lo siento chicos, los dejo en esta. Creo que tanta comida me cayó muy mal. Debería descansar- mentí con la esperanza de que me dejarían en paz.

-¿Estás bien?- me preguntó Ben, quien se acercó enseguida.

Lo miré a los ojos. Los ojos que quizás me amaban o me engañaban. Quería creer que todo lo que había ocurrido entre nosotros fue real y sincero; de verdad quería ceder a esa idea, a la idea cómoda. Pero si hubo algo que me enseñó la vida en esas últimas semanas, fue no confiar en la gente tan rápido.

-Si, solo quiero descansar.

-Está bien, avísame cualquier cosa- dijo y me besó suavemente.

-Buenas noches- le susurré-. Buenas noches, tío- odié llamarlo así, pero debía seguir con el juego un rato más.

-Descansa y recuperate.


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3 a.m, y aún no podía conciliar el sueño. Estaba nerviosa y ansiosa por irme de allí. ¿Y si Mike me descubría mientras me iba sigilosamente por la puerta? Pues mi plan de escape no era muy elaborado, simplemente me levantaría a las 6:00 -Mike siempre se levantaba a las 7:00-, agarraría mis cosas, las llaves y me iría por la puerta. Seguramente Mike se despertaría con los ruidos, por lo que tendría que acelerar el paso una vez afuera. Tenía mi SUBE, así que podía tomarme un colectivo hasta la casa de Selene.

¿Y si me descubre? No dejaba de pensar en esa posibilidad.

La casa estaba en completo silencio y eso me alteraba aún más. Podía escuchar la heladera funcionando a través de las finas paredes de mi habitación y, de vez en cuando, también se escuchaba un auto pasar por la calle.

Daba vueltas y vueltas, ahora sintiendo que no dormir sería lo peor porque no estaría fresca para pensar bien al día siguiente. Me propuse definitivamente hacerlo. Intenté con la técnica de contar hasta 100.

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12...


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Desperté, pero no me atreví a abrir los ojos aún. La puerta se había abierto lentamente y ahora alguien había ingresado a la habitación. Estaba a espaldas de la puerta, pero podía escuchar cómo lentamente esa persona, que suponía que era mi tío, se acercaba a la cama. Abrí un ojo, intentando ver los movimientos de la sombra de su figura que se generaba con la luz que ingresó con tanta brusquedad por la puerta.

A continuación desconectó mi celular que estaba cargando, se delató al mover levemente la mesita de luz que tapaba el enchufe.

¿Qué hago? Podía o bien seguir fingiendo que estaba dormida, o darme vuelta lentamente, hacerme la confundida y preguntarle qué estaba haciendo. Mientras pensaba todo ello, escuché cómo comenzaba a tocar mi celular. ¿Acaso estará chequeando los mensajes? Obvio, obvio está haciendo eso.

Decidí no darme la vuelta, no abrir los ojos y fingir demencia. No serviría de nada recriminarle que estaba invadiendo mi privacidad a mi tío, si es que era Mike y no Ben. Después de todo, me largaría al otro día y no volvería a saber de ellos al menos por un tiempo. No debía ponerme en peligro en vano.

Simplemente seguí respirando lentamente, inmóvil. Escuché cómo acomodó lentamente la mesa en su lugar, pero...en ningún momento dejó el celular de vuelta en su lugar.

Comenzó a caminar hacia la puerta, con el celular en la mano de seguro, y la cerró. La habitación estaba de nuevo a oscuras. No me atreví a prender la luz por miedo a que quien sea que haya entrado se percatara de ello desde el otro lado.

Entonces comencé a buscar mi celular a ciegas, chequeando también que el resto de las cosas estuvieran en su lugar. Torpemente hurgué por toda la mesita de luz, sin encontrar nada más que el cargador, una lapicera y un libro. No había rastro del celular.

-Ese maldito-susurré en voz baja.

De repente, una de mis peores pesadillas se hizo realidad. Siempre le tuve miedo a la oscuridad, pero esto superó todas aquellas noches de insomnio por pensar que un monstruo estaba en el armario o simplemente, como maligno que era, estaba allí parado observándome.

-¿Estás buscando esto?- me preguntó el monstruo desde la puerta. Se me detuvo el corazón. Ahora que miraba hacia allí, podía divisar sus pies gracias a la luz que entraba por debajo de la puerta.

Las luces se encendieron y Mike estaba allí parado.

Club NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora