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-Entonces lo que hizo no fue tan terrible al fin y al cabo- espeté una vez que todos terminaron de contarme lo que mi papá hizo.

-¿Cómo te atreves a decir eso?- me preguntó Tobías indignado, o al menos fingiendo estarlo.

-No es como si hubiera asesinado a personas inocentes- aún quería creer que lo hizo con buenas intenciones-. Digo...

-Él asesinaba a cambio de dinero. Si le hubieran pagado para matar a un inocente también lo hubiera hecho- me siguió discutiendo Tobías, ahora alzando la voz.

-Lo que sí fue lo correcto o no podemos discutirlo- saltó Ben-. Pero lo que importa es encontrarlo.

-¿Y qué pasará si lo hacemos?

-Lo haremos pagar por sus crímenes.

-¿Y por qué me necesitan? Ya les dije que no tengo idea de dónde está.

-No, pero tu mamá si.

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-No hay posibilidad de que no sepa dónde está- me afirmaba Mike mientras nos dirigíamos a mi departamento tras un largo día en el club-. Ya verás que cuando me vea...

-Estará shockeada, no hay dudas- terminé su frase-. Es raro que mamá nunca te haya mencionado, o nunca me haya topado con una foto tuya.

-Pasaron cosas.

Me le quedé mirando esperando a que continuara. Nadie tiene el derecho a decir eso y quedarse callado luego.

-Tu papá y yo comenzamos a discutir cada vez más seguido. Cuando los rumores de lo que estaba haciendo se confirmaron...-hizo una pausa-. Todo lo que creía de él, todo el perfil decente que él se había construído se derrumbó.

Aquello me entristeció mucho. Y me avergonzaba a la vez. No podía evitar sentir la carga de llevar su apellido en mí, un apellido del que ahora poco me enorgullecía.

Llegamos finalmente al edificio y subimos por el ascensor.

-Llegó el momento- le dije a Mike mientras tocaba la puerta, a lo que él asintió con una sonrisa.

-Ya voy- gritó mamá. A los pocos minutos abrió la puerta.

-Hola Laura- la saludó Mike, pero ella se quedó muda. Estaba paralizada, con los ojos abiertos como platos como si hubiera visto un fantasma.

-Mamá, él es...

-Hija entra ahora mismo.

-Laura...

-Mamá, espera. Él es Mike, mi tío.

-Hija entra ya mismo, no voy a discutir esto contigo- me ordenó y me agarró del brazo firmemente para que entrara. Me zafé de un tirón.

-Espera, no. Mamá, tenemos que hablar. Los tres.

-No hay nada de que hablar con este hombre.

-Laura, por favor no entremos en pánico así. Charlemos.

-Cierra el pico idiota. No quiero verte nunca más cerca de mi casa. Romi, ¿cómo pudiste traerlo hasta aquí?

-Mamá, yo...

-Yo insistí para que me trajera. No es su culpa.

-Maldito idiota.

-¡Mamá!

-Romi, entra ahora mismo.

-No, me rehúso.

-¡Romi!

-No, ya basta. Me has estado ocultando cosas, cosas de las que no me enteraría sino fuera por el club. ¿Qué eres tan egoísta que ni siquiera te das cuenta en toda la mentira en la que me criaste?- le espeté, me di la vuelta y me fui. Mike me siguió.

-No, espera, no te vayas. Romi no es...

La puerta del ascensor se cerró en su rostro, sin dejarla acabar su oración. En cuanto llegamos a la planta baja, nos tomamos un taxi en dirección a la casa de Mike.

-¿Estás segura de esto? Yo no quiero...-me preguntó Mike.

-Si, completamente. Mike, tú me has mostrado la verdad de la que tantos años fui privada. Quiero irme contigo, al menos por un tiempo- él asintió en respuesta, respetando mi decisión.

 Mamá apareció un minuto más tarde, corriendo cansada, agitada y con lágrimas en las mejillas. Estaba gritando algo que terminó siendo inaudible. La perdimos de vista más adelante.

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-Romi, no deberías hablar con ella. Al menos no por ahora. No hasta que se tranquilice y nos sea de verdadera ayuda con la investigación- me dijo Ben al otro día en el club.

-No sé cómo sentirme. No sé si esto es lo correcto o no...

-Creeme que lo es. Piensa, estás ayudándonos a atrapar un asesino. No a tu padre, a un asesino a sueldo que anda suelto por alguna parte del mundo.

-Si, tienes razón- le respondí aún insegura.

Al terminar la jornada nos dirigimos al parque a dar una vuelta. Tomamos un helado y, para mi sorpresa, Ben me invitó a ir a su departamento. Nos tomamos entonces un colectivo hasta allí.

-Está un poco desordenado, disculpa- me decía mientras revoleaba algo de ropa al sofá del living.

-Descuida.

El departamento, precisamente, estaba desordenado. Era pequeño además, por lo que la falta de espacio era aun más notoria. Sin embargo, conservaba algo de su hermosura original. Las paredes pintadas de blanco y los pisos de roble daban un toque rústico, al igual que los cuadros con marcos marrones. Combinaba además el aroma de tantas flores distintas que me hacía recordar al vivero en el que Ben trabajaba.

-¿Quieres algo de beber?

-No, está bien gracias.

-Bien- me dijo acercándose con una sonrisa.

-Bien- le dije nerviosa y me volteé a seguir pispeando el lugar y las plantas-. No me dijiste que tu casa era un vivero- comenté-. En el buen sentido, amo a tus plantas.

Me acerqué a la ventana y comencé a tocar con curiosidad unas flores en maceta. Eran alargadas y violetas. Hermosas.

-Son hermosas.

-Esas se llaman angelonias. Son las favoritas de mamá- me responde acercándose por detrás mío y tocando también las flores-. Puedo regalarte flores como estas, o cualquiera que quieras. Siempre puedo regalarte flores, Romi- me dijo ahora en voz baja.

Siento cómo entonces me toca la espalda y luego baja su mano hasta posarse en mi cintura. Los pulsos de mi corazón comienzan a acelerar. Siento luego el cosquilleo de su otra mano pasando por mi cuero cabelludo, luego por mi cuello. Volteo entonces y me topo con sus claros y profundos ojos celestes. Esos ojos que desde el primer día me enamoraron. Lo tomo del cuello y es entonces que nuestros labios se encuentran en un perfecto beso.

Ambos estábamos a gusto. No queríamos mover nuestros cuerpos y cortar ese beso que tanto habíamos anhelado. Yo creía que aquel momento nunca podría darse, que la sola idea de que él pudiera besar tan bien era disparatada. Ahora entendía que no.

Nos separamos únicamente para tomar aire.

-Tú...tú...-empecé a decir algo agitada de amor.

-Tú también me gustas, linda- terminó de decir él y no hizo falta decir más. Volví a besarlo.

Club NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora