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Claro que no puede obligarme. ¿Cómo creé que puede darme órdenes? Comencé a preguntarme una vez que nos despedimos y cerré la puerta.

Creía que el mundo iba en mi contra, que nadie me apoyaba ni era mi amigo. Tenía que aceptarlo: Selene, lamentablemente, había sido la única que intentó ayudarme y comprenderme. ¿Significaba entonces que debía acercarme más a ella? Quizás sería conveniente.

Me vibró el celular. Era un mensaje de Ben.

Ben: Romi, debemos vernos mañana y hablar, por favor!

Romi: Okk, pero no sé por qué te desesperas tanto. Qué pasa?

Ben: Mañana te explico todo.

Romi: No voy al club. Me estás asustando.

Alcé la mirada hacia Mila, quien vino a recibirme ronroneando. Fui a darme una ducha y a vestirme para dormir. Aquel día, a pesar de no haberme movido mucho, me había agotado.

Antes de apagar la luz para de una vez por todas dormir, chequeé el último mensaje que Ben me había enviado.

Ben: Encuéntrate conmigo mañana a las 17:00 en tu heladería favorita. Te debo un helado ;)


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Aquel sábado me levanté muy temprano. Estaba ansiosa y, ya sea por un buen o mal motivo, no puedo conciliar el sueño y manejar ansiedad al mismo tiempo.

Tenía intenciones de tener un día productivo, pues de vez en cuando no estaba mal compensar la angustia con algo de cuidado personal. Desayuné bien, tal y como siempre los nutricionistas me recomendaron, y me vestí para salir a correr a las 8:00 a.m. Muchos dirían que era tarde, pero para los criterios de una Romi vaga, el horario era perfecto.

Salir a recorrer la ciudad a trote fue siempre de mis actividades favoritas, claro que después de tejer. Podía despejar la mente y no pensar más que en seguir adelante. Crucé por delante de la florería de Ben, la cual estaba cerrada aún. Estuve también disfrutando de la poca actividad humana que había en el parque, en donde solo escuchaba los graznidos de los patos del lago.

Tras una hora de mover las piernas sin parar, decidí frenar en el puente que daba vista al mismo lago. Comenzó a llenarse cada vez más de gente el lugar, por lo que el sonido natural de las aves y el agua ya no podía identificarse. Me puse entonces los auriculares, pero ya no era lo mismo.

La próxima salgo aún más temprano.

Al volver transpirada y sedienta mamá me estaba esperando.

-¿Saliste a correr?- me preguntó absurdamente, claramente conociendo la respuesta.

-Si- respondí secamente. No quería entablar una conversación con ella-. Voy a darme una ducha.

-Claro.

Pero al salir de bañarme ella estaba otra vez esperandome para hablar. ¿De qué querrá conversar?

-Romi, cielo, hace mucho que no hablamos- me dijo dulcemente para luego correr una silla e indicarme que tomara asiento-. Siéntate.

-¿Ocurre algo?- la situación comenzaba a ponerse incómoda, por no decir tensa y escalofriante.

-Nada. Solo tenía curiosidad sobre algo.

-¿Si?- De seguro se dio cuenta. Se dio cuenta de que faltaba el arma. Afortunadamente la había escondido bien en mi habitación. No había forma de que la hubiera encontrado para incriminarme, ¿o si?¿En serio sería tan perseguida como para revolver todo el cuarto?

Club NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora