-No, no lo harás otra vez, te lo prohíbo- me dije a mí misma, mientras pedaleaba a toda velocidad hacia el club de vuelta-. Ya abandonaste muchas veces, no lo harás otra vez.
Mi yo tímido desapareció de repente y mi yo decidido estaba en juego cuando entré a la recepción del club. Una ola de nervios me sacudió cuando me acerqué al escritorio, pero no me detuvieron. Estaba lista para inscribirme.
Toqué la campanilla dos veces, pues no había alguien que me atendiera. Deben estar todos abajo. Así era al parecer. El hombre que apareció venía de allí, con un trapo en la cabeza para secarse la traspiración que tenía.
-Discúlpame, hemos tenido un problema allí abajo- me dijo y yo le asentí-. En fin, bienvenida a nuestro preciado club de talentos, mi hogar y el de muchos más. ¿En qué puedo servirte?
Era divertida su manera de hablar, simpática. No desentonaba para nada con su apariencia. Aquel hombre, que frecuentaba los 50 o más, vestía un sweater gris tejido a mano, acompañado con un moño rojo y una camisa blanca por debajo. Llevaba puestos unos lentes que le terminaban de dar un toque intelectual. Esbozaba una sonrisa.
-Bueno, vine aquí porque me llamó la atención el lugar- eso suena irónico a juzgar por lo escondido que está. Decidí corregirme-. Es decir, me lo recomendaron un par de veces y me interesa- recordé que no sabía aun de qué se trataba exactamente-. Aunque no sé de qué se trata exactamente.
-Oh, en eso créeme que no hay problema, puedo darte un tour guiado del lugar- comenzó a caminar hacia las escaleras-. Ven, pasa, no seas tímida.
Lo seguí entonces. Ese señor tenía una habilidad para hacer sentir a las personas a gusto.
-Todos aquí son aceptados, con solo una excepción:- comenzó a decir mientras descendíamos- los policías- me sorprendió para mal el comentario. Él me miró y rio-. Tranquila, tranquila. No somos del ámbito criminal, nada de eso, de hecho sí los recibimos, pero solo cuando es necesario. Es que son muy autoritarios y no acordes a la política que tenemos en el club. Claro, aunque siempre hay casos excepcionales. Aquí no juzgamos, créeme que no.
Era claro que había metido la pata y estaba intentando remediarlo. Pero siempre creí que era muy cierta la frase "no aclares que oscurece". Cuántas veces habré cometido ese error sin embargo.
-Entonces, señor...
-Lux, querida, aunque puedes llamarme Mike.
-Mike. Discúlpeme usted por repetir la pregunta, pero ¿a qué se dedican? Me atrevo a pensar que son caza talentos.
-No en realidad. De algún modo son ustedes los que buscan sus propios talentos. No es nada del otro mundo si lo piensas en realidad, pero puedo asegurarte que el club es un camino de ida- se detuvo y sacó una tarjeta para mostrármela-. Seguro fue esta frase la que te llamó la atención, "descúbrete". Las personas crecen aquí, encuentran el camino hacia la vida que siempre soñaron. Muchos creen que el club fue quien se las construyó, pero lo que no saben en realidad es que siempre fueron capaces de tenerla, solo que les faltó ese empujón. Motivación.
Sonaba bien para mis oídos.
-Descúbrete- repetí en un susurro.
-Exacto- me sonrío.
Sus palabras me habían conmovido, no había lugar a dudas. Era mi oportunidad perfecta. Aunque claro que no podía esperar que todo fuese tan sencillo cómo sonaba, seguro que me toparía con decepciones. Al fin y al cabo, el trabajo de Mike era convencer y atraer a nuevos socios. Francamente, era un experto en las frases y modos que usaba para hacerlo.
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Club Nocturno
Teen FictionRomi nunca conoció a su padre. En realidad, las abandonó a ella y a su madre cuando tenía tan solo 6 años. Al cumplir 22, se une a un club donde cierto grupo de personas llevan a cabo reuniones nocturnas. Pronto descubrirá que saben más que ella y...