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Levantarme la mañana siguiente no fue difícil, pues por fin había algo que de verdad me motivara a hacerlo. Durante aquellos últimos días mi productividad había incrementado demasiado. Ya no pasaba horas tirada en la cama sin saber cómo entretenerme, ya no me despertaba a la hora que se me antojara y ya no eran las compras mi único deber en el día. Por fin me sentía satisfecha con lo que hacía.

Me vestí y me peiné para ir a la cocina. Allí estaba mamá, desayunando.

-Buenos días- le di un beso.

-Buenos días, hija.

Me serví un poco de café y agarré una medialuna de las que mamá había comprado. Engullí todo rápidamente, pues se estaba haciendo tarde.

-Hija, ¿por qué no te quedas hoy?

Aquella pregunta me tomó por sorpresa.

-¿Sucede algo?

-No, bueno, nada grave. Es solo que hoy tengo el día libre, es feriado. Me preguntaba si quizás querrías pasar el día conmigo hoy.

El modo en que lo dijo hacía que se me partiera el corazón por tener que rechazar la oferta. No es que no me hubiera encantado salir con ella, pero aquel día no era uno cualquiera. A partir de ese momento, ninguno lo sería. Me encontraba cada vez más cerca de averiguar quién era papá y, quizás, dónde estaba.

-Me encantaría ma, pero...

-Pero- repitió disgustada-. Está bien. Solo creía que sería bueno hablar un poco, hace mucho no lo hacemos.

No podía negárselo, pero no iba a ceder.

-Lo siento. Es que hoy de verdad es importante, tenemos mucho trabajo que hacer y Ali se está poniendo cada vez más estricta- no era mentira, era la realidad-. Podemos quizás pasar el día este sábado, ¿qué te parece?- decidí ofrecerle.

-Quizás- me respondió entristecida.

Sentí que aquel no fue el final de la conversación. Cada vez que mamá ponía aquella cara, que suplicaba atención, una pelea se asomaba. No me equivoqué.

-Es que debes entender, Romi, que no puedes olvidarte de todos por solo unirte a un club. ¿Qué hay de May? Hace mucho que no la ves.

-Mamá, May es quien no quiere verme. Ya no quiere ser mi amiga.

-¿Cómo puedes dejar que todos se alejen de tí así?¿No quieres tener amigos?

Sus palabras fueron como una patada a mi orgullo y a mi corazón. Si tan solo entendiera.

-Bueno, no es como si tú tuvieras demasiados- contraataqué estúpidamente.

-Hija, me preocupas. Quiero que estés bien, ya no quiero verte aislada...

-¿Aislada?- me indignaba escucharla decir eso. Haberme unido al club y haber conocido nuevas personas había sido todo un logro para mí. Ella no notaba mi esfuerzo, lo cual me destruía-. Tú no sabes lo que es estar sola, pero yo sí. Y ahora, puedo decirte, que tengo amigos. Que tú no los conozcas es diferente. Yo estoy feliz con lo que he logrado, me gustaría que tú también lo estuvieras.

-Hija, puedo estar orgullosa de tí, pero tú siempre dirás lo contrario. Solo te reprocho dos cosas en la vida: 1. Te la pasas sola. Y 2. No trabajas ni piensas en trabajar alguna vez.

Salí del apartamento tentada de dar un portazo.

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