Capítulo 4.

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" Engañosas apariencias."

El día había transcurrido muy rápido, la luz de día había desaparecido por completo, pero aún no podía volver a casa. Llevaba días trabajando casi sin descanso alguno, perdí la cuenta de cuanto café he bebido.

La tensión estos días había sido bastante pesada, ya que mañana se llevaría acabo una pasarela en la cual se daría a conocer la previa sobre el nuevo catálogo, del cuál estoy a cargo y aunque tengo tiempo de sobra para terminarlo, requerían un diseño único y con personalidad sobre el concepto de lo que esté sería.

Pero me sentía segura, por primera vez sentía la seguridad de arriesgarme.

Con la ayuda de Camille, "mi ayudante" o al menos esas fueron las palabras de Christian hemos estado como locas buscando telas y confeccionando el diseño, mi diseño, estaba casi listo, sentía que aún le hacía falta algo, simplemente no lograba descifrar qué.

— Camille, es tarde si lo deseas puedes marcharte, yo aún tengo cosas que hacer.

— No, debo estar aquí para apoyarte. Christian dij... — La interrumpí.

— Christian no merece siquiera consideración, yo te estoy pidiendo que vayas a casa y descanses porque el día que nos espera mañana será aún más desgastante.

Ella un poco dudosa accedió, agarro sus cosas y la observé salir no sin antes despedirse.

Mire mi diseño sobre el maniquí y después mi boceto tratando de analizar que podría modificar para considerarlo perfecto.

Al terminar chequé la hora pasaban casi de las 11:00pm, reuní mis cosas y salí caminando hacía el ascensor, como de costumbre habían cientos de textos por parte de Josh preocupado, en serio me recordaba tanto a mamá.

Me hace mucha falta, pero sé que si trato de contactarla no durarían en aparecer hasta llevarme a rastas de vuelta.

Solté un suspiro de melancolía.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron salí y camino a la entrada principal, miré a Frank era el guardía y alguien sumamente gentil.

— Nos vemos mañana. — Dije llegando a la salida.

— Vaya con cuidado, señorita Sadik.

Caminé un par de cuadras esperando mi transporte, a lo lejos pude percibir la presencia de dos hombres. Uno de ellos recargado sobre un auto deportivo color blanco fumando un porro, con chaqueta negra, su rostro no lograba apreciarlo, pero la otra silueta me resultaba familiar.

Sobresalte de un susto al escuchar el sonido de un claxon a mí espalda.

— ¿Señorita Sadik?


Rápidamente me giré, era mi uber subí de inmediato muy nerviosa.

A la mañana siguiente.

7:30am, miraba sentada aquel maniquí, no lograba entender porque si el vestido estaba listo, yo me sentía insatisfecha.

— Buenos días.

Sorprendida salí de mis pensamientos girando la vista a la puerta.

Peligrosa atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora