" Un pequeño ángel."
Daniel Burch.
Presioné su cintura contra mí mientras mis labios rozaban los suyos unidos en un beso, podía sentir la calidez en sus mejillas y su respiración acelerada pero esto no duró nada. Fue cuestión de segundos para que ellos colocará sus manos en mi pecho apartandome por completo.
Sus mejillas estaban coloradas y aunque lucía molesta no puede negar que ese beso le gustó.
— ¿Qué ocurre contigo? — Cuestionó molesta.
— Creí que ya lo había dejado claro.
— No. — Mencionó en un tono fuerte. — Estoy tan harta de que la gente crea que puede hacer conmigo lo que le plazca.
¿La gente?
— Irina yo... — Me interrumpió.
— El desayuno, el bueno trato, creíste que era suficiente para engatuzarme. — Hizo una pausa. — Como pude ser tan tonta, crees que porque soy nueva en esta ciudad e ingenua es fácil engañarme y burlarse de mí para obtener algo.
— ¿Qué? — Negué de inmediato. — Irina no, mi intención jamás fue ofenderte.
— Y yo que tenía la esperanza de que fueras alguien diferente.
— Irina.
Un auto se estaciono cerca y sin más que decir ella se alejo y subió a este.
Mierda.
Al llegar a la mansión y entrar por la gran puerta miré a Guille quien se acercó a mí.
— Señor Burch, que placer volver a verlo. ¿Se le ofrece algo?
— Marcella, ¿dónde está? — Exigí.
— La señorita Burch se encuentra en su recámara.
Subí de inmediato las escaleras, caminando por el pasillo hasta llegar a la recámara de Marce, sin previo aviso abrí la puerta y entre observándola sentada frente al tocador.
— Daniel, ¿qué haces? — Se notaba la molestia en su voz.
— ¿Qué le dijiste a Irina? — La miré serio.
Marce se puso de pie y se giro en dirección a mí cruzándose de brazos.
— Le dije la verdad.
— ¿CUÁL VERDAD, MARCELLA? — Exigí.
— A mí no me levantes la voz, Daniel. — El tono en su voz era fuerte. — No se que tengas en manos, pero te dije desde un inicio que no quería ser parte de tus juegos.
— ¿De qué juegos hablas? — Bufé.
— Por favor Daniel, te conozco mejor que nadie. Sé a cuántas chicas les haz roto el corazón e Irina no formará parte de tu lista.
— Marcella eso fue hace mucho, ya no soy un adolescente.
— Ah ¿no? — Me cuestionó. — ¿Y qué quieres de ella?
— Conocerla.
Una pequeña risa salió de ella.
— Por favor, no me vengas con tonterías. Eso lo dijiste en el momento que la conociste, ¿no fuiste tú quien me pidió darle la oportunidad y dejarla a tu cargo? — Suspiro. — Y no se porque accedí, ella no merece esto.
Puse los ojos en blanco y me senté en el borde de la cama.
— Marcella no tienes ni la menor idea.
— ¿Qué? ¿Me saldrás con la bobada de que estás enamorado de alguien que conociste hace más de un mes? — Ella soltó una risa.
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Peligrosa atracción.
Romance¿Alguna vez se habían sentido corrompidas por el diablo? Bueno, pues así es como se sentía estar cerca de ellos.