Capítulo 15.

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" Cuidado con lo que deseas."

Cuando deje mi antigua vida jamás creí que llegaría hasta este punto nuevamente, porque cuando creí que todo iría mejor, la vida me abofetea para restregarme en la cara que no es así y que por más que uno huya el destino no puede cambiar.

Más de dos semanas han pasado desde aquel día, tratar de convencer a Damián de que sé cuidarme fue un total fracaso, pues ahora soy una rehén más en su hogar, quizá en el fondo tiene razón, si ya me atacaron una vez, esto puede ocurrir de nuevo y no es por darle crédito pero el nivel de seguridad que manejan los Langford es impresionante.

El avance sobre mi recuperación es algo que me alegra, me siento mejor y aunque se que la cicatriz es un proceso largo, no es algo que me preocupe, yo sólo quiero volver a mi vida lo antes posible.

Convencí a Damián de que permitiera que Josh me visitará y aunque no le agrado la idea termino accediendo, él no pasa tiempo en esta casa y las veces que lo he visto siempre está molesto liberando su coraje con el saco de box, apenas si cruzamos palabras.

Mi única compañía es Susan, desde el día que llegue se ha portado muy atenta conmigo, me cuida día y noche, incluso aprendí a cocinar un poco gracias a ella.


Damián Langford.

Al llegar baje del auto y entre a la casa al ver a Susan me acerqué.

— ¿Dónde está?

— La señorita está en el jardín.

— ¿Otra vez?

La casa es infinitamente grande y al único lugar que siempre va es al jardín.

Subí a mi habitación y me quite la chaqueta para después deshacerme de la camisa la cual estaba manchada de sangre.

—Señor Langford, sobre el ocurrido en la bodega...
— Lo interrumpí.

— Sabes que hacer Gregor, elimina todo rastro.

Gregor asintió y se marcho, estire un poco mis dedos mirando mis nudillos que lucían hinchados y llenos de sangre.

— ¿Qué diablos te paso? — Levanté la mirada al escucharla.

Irina entro a la habitación y se acercó a mí tomando mis manos.

— Creí que estabas en el jardín.

— Susan me dijo que habías llegado. — Sostuvo mi mano mientras deslizaba sus dedos por mis nudillos. — ¿A quién golpeaste?

— No es tu asunto. — Aparte mi mano.

Irina se percató de la camiseta en el suelo y la levanto.

— ¿A qué te dedicas, Langford? — Me cuestionó.

— Ya te dije que no es tu asunto. — Le quite la camiseta.

— Suficiente, no es mi culpa que todo el tiempo estés molesto, si no te gusta que te cuestionen déjame ir y no me voy a involucrar. 

— Buen intento, pero tú no te irás de aquí. — La miré.

— Damián acepte tu ayuda por la presión que metiste, pero no eres nadie para retenerme y si quiero me largo. — Camino hasta la puerta, pero antes de que saliera cerré esta y la acorrale.

— Ya te dije que no irás a ningún sitio, rojita. — Apoye mi mano contra la puerta.

— Estoy harta de ser tu prisionera, yo me largo. — Golpeó mi pecho con sus dos manos tratando de moverme sin respuesta alguna.

Peligrosa atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora