Capítulo 12.

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"La otra cara del diablo."

El poco tiempo que conocí a Damián, se portó muy atento conmigo, era obvio al final quería algo de mí, todos buscan obtener algo de mí.

Daniel, Christian... ¿por qué todos creen que la pobre Irina es tan ingenua y manipulable?

¿Por qué creen que con un par de lindas palabras cualquier mujer está a su disposición?

En cuestión de segundo dí dos pasos atrás alejándome un poco de él.

— ¿A qué te refieres? — Lo cuestioné mi mirada era seria.

Él soltó una pequeña risa, entiendo mi movimiento de autodefensa, metió su mano en su bolsillo encogiéndose de hombros.

— Te siento más distante. — Se acercó nuevamente a mí. —¿Hice algo qué te molestará?

— ¿Distante? — Lo detuve con la mano. — Damián, somos conocidos, no amigos.

— ¿Conocidos? — Puso su mano sobre la mía y la aparto acercándose nuevamente a mí. — ¿Y por qué subiste a mi auto aquel día sino me conocías?

— Dijiste que tenías que hablar conmigo. — Su cercanía me ponía nerviosa.

— ¿Y cuándo dije que eras mi chica? — Estaba a escasos centímetros de mí, su mano se Deslizó sobre mi mentón y acercó su rostro al mío. — No lo negaste.

Sus ojos grisáceos hicieron contacto con los míos y esa maldita sonrisa, no era una simple sonrisa coqueta, reflejaba más malicia que nada.

No es que sea débil, pero cuando un hombre como lo es Damián Langford te mira de ese modo es imposible concentrarte, sabe lo que hace y lo disfruta.

— ¿Qué haces? — Cuestioné.

— Admirando. — Con su mano izquierda acaricio lento mi cabello. — Te eche de menos, mi piedra esmeralda.

Me paralice y fue que recordé.

No planeó usarte, quiero que seamos aliados, quiero que tú seas mi piedra esmeralda.

Sus ojos no se despegaban de los míos y su sonrisa, está vez era diferente la delicadeza con la que tocaba mi cabello como su fuera una frágil flor.

— ¿Interrumpo? — Ambos desviamos la mirada.

— Siempre tan oportuno. — Damián miro a Christian sin apartarse de mí.

— Marcella me envió a buscarte.

La expresión de Damián cambio por completo para después mirarme y regalarme una sonrisa cálida.

— Nos vemos, Irina.

Damián camino hacía Christian pasando por su lado sin decir nada, si las miradas de estos dos matarán, pues bueno...

Solté un suspiro y me dí la vuelta caminando hacia la fuente.

— ¿Lo disfrutas? — Podía sentir a Christian trás de mí siguiéndome el paso.

— ¿De qué hablas?

— Lo sabes.

— No Christian, sé claro.

— Ser una zorra.

Me detuve dándome la vuelta ocasionando que él se detuviera, al estar cerca el olor a alcohol invadió mi nariz.

— ¿Disculpa?

— No tienes que fingir, ¿no te agobia? — Una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro. — Ir por ahí con el papel de mustia, saliendo por la tardes con Daniel, pero buscando a Damián pese que es el novio de tu jefa.

Peligrosa atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora