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Cuando despertó se topó con los ojos de Elthon sobre ella. Él deslizaba sus dedos por el brazo de ella con suavidad. Ella se acomodó en su pecho cerrando sus ojos y él la cubrió bien con las sábanas.
-¿Tenes frío? - preguntó con voz ronca. Emma negó y entreabrió los ojos con suavidad. -Te quiero.
-Yo también te quiero.- murmuró ella y volvió a cerrar sus ojos.
La risa de él resonando en su pecho, se convirtió en su sonido favorito en el mundo. Sus besos en la frente y sus brazos a su alrededor se volvieron lo único que quería.
-Tengo que ir a trabajar.-dijo él. -No puedo llevarte todavía. Amber quiere que reposes dos días más.
Ella hizo puchero con sus ojos cerrados y él rió para luego besarla. Llevaba mucho tiempo soñando con ese momento.
La dejó que siguiera durmiendo mientras despertaba a los demas. Se sentía inquietantemente feliz y eso extrañó a todos.  No recordaban a ese Elthon. El mismo que había desaparecido cuando se la llevaron a ella.
Emma se estiró suavemente y, tras palpar su muñeca, abrió los ojos con rapidez.
-No.-susurró y miró su brazo desnudo. Comenzó a revisar toda la cama con desesperación. -No, no, no. No puede ser. No.
Se puso de pie y sacudió su ropa pero nada ocurrió.
Con dificultad se movió hasta su habitación y revisó todo pero su brazalete no estaba allí. Sin dar tiempo a que Amber la descubriera, corrió fuera de la casa. Corrió los más rapido que puso ignorando el dolor en su pierna y los gritos a su espalda.
Emma cayó sobre el montículo de hojas y comenzó a revolverlas con rapidez y miedo. Su corazón golpeaba con fuerza su pecho y las lágrimas caían de sus ojos. Entonces el sol se reflejo en la pequeña cadena y ella lo tomó entre sus manos mientras cerraba los ojos e intentaba tranquilizarse.
-Emma.- dijo Elthon casi sin aire arrodillándose a su lado.-Emma, ¿Qué pasa?
-El brazalete. -murmuró ella.- Me lo dio mi papá.
Ella se dejó caer contra su pecho mientras las lágrimas escapaban de sus ojos y el dolor se hacía mas agudo mientras se extendía por su cuerpo. La imagen de su padre se hizo presente en su mente mientras Elthon la cargaba en sus brazos llevándola a la casa.
-¿Qué pasó? -preguntó Liam llegando hasta donde estaban ellos.
-Se asustó. -dijo, dando a entender que luego le explicaría. -Ahora necesito que llames a Amber.
Él obedeció y Amber se hizo presente en la puerta.
-¡Emma!-le reprendió la mujer.
Pero ella no la escuchaba. Ella no oía a nadie. Estaba sumida en la fantasía, en los recuerdos, en los deseos que dominaban su alma. Ojalá la guerra hubiera sido en otro país. Talves aún tendría a sus padres y al resto de su familia.
Emma quería volver el tiempo atrás pero eso jamás sucedería. Ella jamás podría decir las palabras que quedaron sin destinatario a causa de la guerra. Ni siquiera tenía una tumba para llorar, porque no estaba segura de que sus padres fueran entrerrados, y si así lo fue, no creía que hubiera señalización que indicara que allí descansaban.
Quería llorar. Quería llorar porque era una niña pequeña a quien no habían ido a buscar al parque de juegos. Era una niña a quien jamás irían a buscar. Emma Wadlow ahora era una huérfana con el alma en pena y el corazón roto.

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