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Emma cocinaba en silencio, casi mecánicamente. Preparaba la cena mientras los demás trabajaban. Todo había sido así desde lo sucedido. Se habían ido a pique. Ya no había quién los salvara. Todos llevaban la marca de la guerra como un puñal clavado en lo mas profundo de su carne. Todos tenían las mismas pesadillas y los mismos anhelos. Todos buscaban una salida, una forma de salvarse, aunque dudaban que la hubiera.
La chica le escribía a diario a Elthon y no podía evitar llorar cada vez que su nombre se presentaba en su mente. Por ende, lloraba horas enteras en silencio mientras miraba por la ventana de la habitación del joven.
Habían dicho que el señor Cambrig había pagado una suma importante para que lo regresaran a casa pero no había rastros del joven rubio.
-¡Emma!- dijo Louis alterado a su espalda justo cuando ella sintió el frío filo de la cuchilla contra su mano. Sumida en sus pensamientos, no había sido consciente de sus acciones y ahora un tajo cruzaba su palma.
El chico de los ojos azules se encargó de limpiar y curar la herida.
-Linda.-murmuró arrodillándose frente a ella.-No puedo seguir viéndote así. Es demasiado. Necesito que hables. Quiero que me hables.
Ella se aproximó a su oído y susurró.
-Esta guerra solo es una excusa para matar personas inocentes y ya no quiero seguir viviendo en medio de eso.
Él acarició su mano con suavidad, sabía exactamente a que se refería.
-¡Elthon! -se escuchó el grito de Laurent fuera.
Emma no perdió ni un solo segundo. Corrió fuera de la casa y lo vio entrando al campo. Se veía sucio y lastimado. Tenía en hombro derecho vendado y había varios raspones en su rostro pero era él y estaba vivo.
Le rodeó el cuello con ambos brazos mientras él la sujetaba con fuerza con su brazo sano. Ninguno de los dos decía nada. Ambos lloraban. Los demas se acercaron con rapidez y abrazaron al recién llegado.
-¿Dónde están los demás? -preguntó.
-Atacaron el campo.-dijo Jacob.
El joven rubio afirmó su brazo alrededor de Emma y la pegó a su pecho.
-Vamos adentro- pidió Laurent.-Creo que alguien necesita un buen baño.
Los chicos rieron y se sintió raro porque llevaban mucho sin hacerlo.
Al subir a la habitación, Elthon se volvió y atrapó los labios de Emma con urgencia. La necesitaba. Todo el tiempo que habían permanecido alejados había sido un tormento para él.
-Te amo.-murmuró ella sobre sus labios y sintió las cálidas lágrimas mezclarse con la de él en su rostro.
-Te amo.-dijo él de igual modo.-Te amo, Emma.
Mientras él se bañaba ella ayudaba a los demás con la comida. Esa pequeña sonrisa que se asomaba entre sus labios llenó la casa de felicidad. Era increíble el poder que esa pequeña tenía sobre esa familia que habían conformado.
Esa noche no hubo muerte que pudiera opacarlos ni guerra capaz de apagar las risas. Todo estaba bien. En ese momento todo estaba bien.
Todos se sentaron en la sala a jugar a las cartas. Hacía mucho habían aprendido a no prender el televisor, a no dejarse llevar por sus mentiras y sus dibujos de una guerra que querían hacer parecer una simple pelea cuando era mucho mas que eso.
Emma estaba junto a Elthon, en silencio. Él la miraba confundido pero no decía nada.
Cuando la chica se levantó para ir al baño, automáticamente miró a los chicos.
-Es difícil. -dijo Louis.- Desde que te fuiste no habla. Parecía ausente. Vivía trabajando y esperándote. Se saltaba las comidas, lloraba toda la noche.
-Cuando nos atacaron, ella se quedó con Robin. -dijo Jacob.- Hasta que él murió ahí. Después de eso ya nada era igual.
-Todo fue muy difícil. -admitió Zayn.- Pero por momentos parece que para ella lo fuera mucho más.
-¿Ustedes están juntos?-preguntó Laurent de golpe.
-Si.-dijo Elthon justo cuando ella entraba en la habitación. - Estamos juntos.
Le rodeó la cintura a Emma y la sentó en sus piernas, pegándola a su pecho.
Todos sonrieron al verla sonrojarse y esconderse en el pecho de Elthon. Así era como querían verla, feliz. Todos querían verla feliz.
Mientras ellos reían y bebían,  celebrando el regreso de Elthon, ella se durmió con la cabeza recostada en el hombro sano de él,  sintiéndose infinita en un país donde la guerra era capaz de arrebatarle todo en un segundo. Se sintió inmensa descansando en sus brazos. Se sintió feliz oyendo la risa que resonaba en su pecho.

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