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Jacob se quedó en silencio viendo cómo la curaban. Esos soldados lo asustaban. No entendía por qué los soldados estadounidenses estaban ayudándolos.
-¿Cómo la conoces?- preguntó Elthon.
Estaban todos en la sala. Ella seguía inconsciente en el sofá mientras otro soldado terminaba de vendar sus heridas.
-Tras la batalla de las mil almas, la encontré con un nene en brazos. Se veía tan chiquita y asustada... nosotros preparabamos una emboscada pero nos retiramos al ver las edades de quienes componían esa tropa. Eran muy pocos los sobrevivientes y nos propusimos salvarlos. Cuando me acerqué, ella lloraba e intentaba mantener al niño en brazos. Los mataron. Asesinaron a todos mis compañeros mientras intentaban escapar. A los que iban con ellos los fusilaron. Emma no quería irse sin el chico. Lo enterramos y al final escapó conmigo. Tuvo que esconderse entre los muertos en dos ocasiones pero, al menos, eso sirvió para sacarla de ahí. Nunca creí que volvería a verla.
Ella se movió suavemente y Elthon tomó su mano y la llevó a sus labios.
-Hola, preciosa.- susurró.
-¿Qué pasó? -preguntó ella y luego cayó en la cuenta de quien le hablaba.-¿Elthon? ¡Elthon!
Lo rodeó con sus brazos y un quejido salió de sus labios pero no se apartó.
-Tranquila, hermosa. Estoy acá. Nada va a pasarte.
-Emma, la herida.-dijo el joven de los rizos.
Ella enmudeció y miró al lugar del que provenía la voz.
-¿Edward? -preguntó en un susurro.
-¿Por qué será que siempre que nos encontramos termino salvándote?
Él hizo que volviera a recostarte y acomodó la venda con cuidado. Ella lo miraba como si estuviera soñando, como si él no fuera real.
El joven rió y le besó la frente.
-Espero que la próxima sea una visita amistosa.- dijo- Ahora tenemos que irnos. La casa está asegurada y no van a atacar. Así que no hay problema alguno.
La abrazó suavemente y se despidió rápido, del mismo modo en que había llegado.

Emma despertó cuando la obligaron a bajar. Nada había sido real. Edward no la salvaría esta vez.
Le dieron su uniforme y la mandaron con los demas. Todos los que estaban allí la miraban confundidos. Las armas fueron repartidas y la marcha comenzó. La pesadilla volvía una vez mas.
Las noches y los días pasaban sin diferencia alguna hasta que llegaron al campamento principal.
-¿Wadlow? - preguntó el hombre al mando.
-Vino a remplazar a su padre.-dijo el despreciable hombre que la llevaba al campo de batalla por segunda vez.
-Lamento lo de su padre, soldado.-dijo el hombre y ella sintió que todo su mundo se derrumbaba mientras se mantenía firme con el cuerpo erguido y la vista en alto.
Su padre estaba muerto. ¿Hacía cuanto había ocurrido? ¿De quién fueron las cartas que recibió? ¿Por qué le ocultaron la verdad?
-No voy a mandarla al frente.
-Está preparada.
-No va a ir al frente. Es una orden. Esa joven va a ser devuelta al campo.- exigió el sargento.
Sin embargo, mientras todos dormían, ella fue obligada a partir nuevamente a un cementerio que creyó que jamás volvería a pisar. Nadie pronunciaba palabra alguna. No sabían qué decir. Ellos luchaban para salvar a sus familias, pero ,al parecer, nadie estaría a salvo. La guerra era de todos y todos lucharían, lo quieran así o no.

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