13.- 𝗜𝗡𝗖𝗘𝗦𝗧 𝗽𝘁𝟮

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Invierno, aquella época del año en donde las familias se reúnen y conviven entre ellos, cenan juntos muy felizmente y celebran la navidad, y eso era algo que _____ deseaba, sabía que después de que su padre falleció y que Gilbert huyó, el día de navidad sería solo eso, un día, no tendría con quien pasarla y gracias a eso, la chica no estaba de buen humor.

Esa tarde de invierno, se encontraba preparando la cena, había hecho de más. Algo le decía que debía de hacerlo, aunque sabía que ella sola se lo acabaría comiendo todo, guardaría un poco para el día siguiente y así hasta que se acabara, había apagado el horno al mismo tiempo en que se escuchó una carreta estacionarse en frente de la casa, se asomó por la ventana, nunca se esperó lo que pasaría.

—¿Gilbert? —se preguntó, no quería ilusionarse, temía que, si lo hacía y salía de su casa, se daría cuenta de que no era él y que su mente le había hecho una mala jugada, pero al ver como este se mostraba de frente y articulaba algo con sus labios dirigiendose a un hombre negro, gritó para si misma—. ¡Gilbert!

Abrió rápidamente la puerta y salió corriendo hacía él, la nieve lo complicaba todo, el hombre desconocido le dio un pequeño empujón y el pelinegro, al igual que ella, empezó a correr con los brazos abiertos hacía su dirección.

—¡Gilbert! —gritó feliz.

—¡_____! —exclamó de la misma forma.

—¡Gilbert!

—¡_____!

—¡Gilbert! —gritó con enojo dándole una dura cachetada en su mejilla derecha, la cabeza de Gilbert literalmente se volteó, su piel pálida rápidamente tomó un tono rojizo—. Oh Dios, me hiciste mucha falta —lo envolvió en un abrazo y lo tomó de sus mejillas depositando muchos besos alrededor de toda su cara—. Eres un idiota, ¿Cómo te atreviste a dejarme sola todo este tiempo? —su pequeño momento se vio interrumpido por el carraspeo del acompañante negro del ojiverde.

—Gilbert me había dicho que una linda chica lo esperaba en casa ―habló sonriente—. Pero nunca me imaginé era muy, muy hermosa —juntó sus manos sobándolas para hacer fricción y entrar en calor—. Soy Bash, señorita —ofreció su mano. La de cabellos largos tardó un tiempo en devolver el saludo. Gilbert creyó que lo menospreciaría, pero toda duda se fue a la basura cuando su hermana saltó a los brazos del hombre.

—Mucho gusto, Bash —pasó sus brazos por la espalda del mayor—. Gracias por traer a Gilbert sano y salvo, de verdad, muchas gracias ―contestó cálidamente, Sebastian devolvió el abrazo.

—No fue nada, Blythe no se sabe cuidar solo —bromeó, el chico hizo un sonido de indignación—. Yo debería de darle las gracias por sacarme de ese lugar.

Tiempo después, de que Gilbert y Bash pasaran a la casa recibiendo ese cálido ambiente y el rico olor de la comida que la chica había preparado, el de tez oscura cayó rendido al momento en que su cabeza tocó una almohada decente después de mucho tiempo, se encontraba fuera de la cama sirviéndose un vaso de agua en la cocina.

—¿Por qué sigues despierto? —preguntó al momento en que sintió pasos acercándose a donde ella estaba.

—Yo debería preguntarte lo mismo —contestó el azabache sentándose en una silla del comedor.

—¿Por qué? —tomó valor y se giró a verlo.

—Porqué ¿Qué? —preguntó confundido mientras se llevaba una mano a su ojo tallándolo.

—¿Por qué te fuiste?, ¿por qué me dejaste sola? —dejó un vaso con agua adelante de su gemelo y finalmente se sentó. El ruloso suspiró.

—Porque... —guardó silencio—. No podía soportar verte así, no podía soportar verte llorando todas las noches, ni sentir las miradas de pena que nos daba la gente —tomó su mano entrelazando sus dedos—. No podía soportar salir en público y no poder tomarte de la cintura y besarte, que si en futuro... tu encontrabas a alguien que te hiciera feliz y no fuera yo, no... No podría soportarlo.

𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ↻ gilbert blythe © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora