Manchada

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-Lena, ya tenemos que levantarnos.

-¿Tan pronto?

-No empieces, hoy no tenemos tiempo.

-Niño, déjame dormir.

-Niño, déjame dormir- dijo repitiendo mi voz.

-Tira si no quieres que te de una paliza.

-¡No me das miedo!- dijo mientras se iba corriendo al comedor.

Me levanté, me lavé la cara y al salir me sorprendió la figura de John sentado en mi cama.

-Lena, te he traído la ropa.

-Genial, gracias.

-Es algo sencillo. El pantalón os irá bien si hace frío y también se hace calor. Una camiseta corta, sencilla, por si hace demasiada calor y la chaqueta, que si hace frío os irá muy bien porque aún que es fina abriga mucho.

-Fácil, genial.

Salió de allí para que me lo pusiera y fui hacia el salón, donde estaban todos hablando. Cogí una galleta que había en la mesa y me senté al lado del niño.

-En cinco minutos tenéis que ir bajando, os llevarán en una aeronave hasta allí.

-Vale.

Fui al lavabo antes de salir y cuando llegué vi al niño despidiéndose de ambos mentores y también de Lenny.

-Estarás bien, chaval- le decía Finnick para luego sacudirle el pelo mientras el niño reía.

Me acerqué a Mags y la abracé, mientras me daba algo. Era un bonito pin de oro, brillaba mucho.

-No puedo aceptarlo.

Solo asintió mientras me sonreía y me acercaba otra vez a abrazarla.

-Gracias por todo, Mags.

Me alejé de ella con una gran sonrisa para acercarme a Lenny, que ya me esperaba con los brazos abiertos.

-¿Te lo ha dado?

-¿Qué es?

-Un Sinsajo. Lo lleva siempre desde que ganó sus juegos, es muy importante para ella. Debes de ser muy importante si te lo da a ti, a nadie más se lo ha dado.

Le sonreí y le abracé. Lenny era tan, no se, tan simpático y divertido que no podías estar triste estando con él.

-Cuídate, Lena. Puedes conseguirlo.

-Gracias, Lenny.

-Eso ha sido como un juego de palabras- dijo mientras reía.

Me reí con él y me alejé, acercándome a Finnick.

-Ya ha llegado el día.

-Puedes salir de ahí.

Solo asentí y me acercó más a él para abrazarme, a lo que respondí de la misma manera.

-Cuídate, rubia.

Volví a asentir sonriendo y me alejé de allí, para acercarme al niño y caminar detrás de James y John, que nos acompañaban.

Nos subieron a esa aeronave y nos sentaron a cada uno en un asiento; Lucas estaba enfrente de mí. Vi que estaban inyectando algo en sus brazos, y cuando llegaba a Lucas me miraba con miedo.

-¿Qué es?- pregunté antes de que se lo pusieran.

-Un rastreador.

El niño se quedó más tranquilo y nos lo pusieron, para luego salir de allí. Al llegar, nos llevaron cada uno a una sala, donde había un gran tubo, y también John en una esquina.

Help Me- Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora