A la mañana siguiente, salí nada más despertarme a pescar. Joel me enseñó, como prácticamente todo lo que sé y siempre me ha gustado. Te entretiene bastante, además de darte comida que antes necesitaba si quería vivir y ahora no la necesito para nada. Estuve allí toda la mañana, me gustaba despejarme allí. Sin nadie, en silencio. No me gustaba sentirme sola, creo que a nadie le gusta, pero siempre me ha gustado estar sola de vez en cuando. Y así es como me siento. Sé que no estoy sola, no tengo motivos para sentirme sola, pero estoy genial sin nadie ahora mismo. Me viene bien para pensar y dejar de hacerlo también.
Después de unas cuantas horas volví a casa. Tarde bastante, hice el camino lo más largo posible. Me gustaba volver a estar por el cuatro, me gustaba hacer esos paseos. Por lo que fui más lenta de lo normal para admirar todo lo que podría haber perdido. Nada más llegar a casa, Joel y Marcus se levantaron de golpe del sofá y vinieron hacia mi. Había pasado algo.
-¿Qué ha pasado?- dije entre confusa y asustada.
-Tienes visita- comentó el mayor con la misma cara de susto que el niño.
Solo asentí y fui hacia aquel gran salón que nunca usábamos porque no lo necesitábamos. Nada más entrar, vi al presidente Snow sentado en la gran mesa que había y tampoco usábamos. Vi que las sillas estaban apartadas, todas menos dos. En la que él estaba sentado y otra más, supongo que para mí. Me quedé parada en la puerta, sabía que eso era malo y no quería entrar.
-Señorita Hudson, ¿ahora se asusta?- me pregunto con esa gran sonrisa.
Sé que habla del día de aquella estúpida coronación, pero simplemente hice que no sabía de qué hablaba y sonreí mientras me acercaba a aquella silla y me sentaba.
-¿Qué le hace pensar que esa silla es para usted?
-Teniendo en cuenta que estamos en mi casa creo que tengo derecho a sentarme donde vea conveniente, ¿no cree?- dije sonriendo de la misma forma que él.
Sé que comportarme así no sirve de nada pero no me gusta que me manipulen y me muevan como si fuera una marioneta, y este hombre no va a conseguirlo tampoco.
-Igual de simpática que siempre, no entiendo cómo pueden adorarla.
-Encanto natural.
-¿Sabe porqué estoy aquí?
-Dudo que sea para que tomemos el café juntos.
-Cree bien. Imagino que recuerda nuestra primera y única conversación.
-¿Se puede llamar conversación?- dije en un tono irónico que entendió rápidamente.
-Me gusta como es, señorita Hudson. No se deja manipular, tampoco se deja mandar y mucho menos me habla diferente por ser el presidente de Panem.
-Me han enseñado a ser sincera.
-¿Le han enseñado a ser educada?- preguntó sarcásticamente.
-Me sobra educación, no se preocupe por ello.
-Creo que usted y yo podríamos ser muy buenos compañeros si usted no fuera una amenaza para mí.
-Nunca sería compañera de alguien como usted, presidente Snow.
-¿Alguien como yo?- preguntó curioso.
-Un asesino, un manipulador.
-Creo que en ese aspecto somos iguales. Eso es lo que me lleva a pensar que seríamos grandes amigos.
-Siempre hay un pero con gente como tú.
-Por eso somos muy parecidos, señorita Hudson. Sabe que hay un pero, ¿puede averiguarlo?
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Help Me- Finnick Odair
FanfictionSelena Hudson, una joven del distrito cuatro. Su vida cambió cuando salió su nombre en la urna por segunda vez, haciéndola participar en los juegos del hambre. Pero no iba sola, su compañero era un pequeño niño al que conocía desde que nació. No pod...