Mal recibimiento

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Habían pasado dos días, dos días en los que no había dormido nada y tampoco me había despegado de aquella pantalla. Ver la muerte de mi hermano, pensar que no volvería a verlo, no me dejaba pegar ojo. Su muerte se repetía en mi mente cada vez que cerraba los ojos, asique opté por no cerrarlos. 

Annie no iba tan mal, quedan unos cinco tributos y ella sigue escondida en aquella cueva. He conseguido mandarle alguna cosa que pueda necesitar, pero tampoco he podido conseguir tantos patrocinadores. Agua, comida, lo típico. La verdad que la distribuía bien, he conseguido mandarle tres veces desde la muerte de Marcus.

Pero ya no le queda nada, asique ha salido. Supongo que va a ver cuánta gente queda, a ver un poco el aire. Pero eso no salió muy bien. Mucha agua comenzó a inundar aquel bosque, a lo lejos de Annie, que lo vio, y salió corriendo. Había agua por todas partes, así que corrió hasta la Cornupcia. Y los otros cinco tributos, hicieron lo mismo.

De un momento a otro, ya no se veían. Todo era agua, todo ese agua había inundado toda la arena. Tenía la esperanza de que Annie saliera, al parecer era muy buena nadadora. Es nuestra especialidad. Me comencé a preocupar cuando no vi a nadie salir. Las pantallas se fueron apagando, hasta que solo quedaban encendidas la de Annie y la de otra chica, la del cinco, que aunque no se veían sabíamos que estaban vivas porque sus pantallas estaban encendidas.

Entonces, la de aquella chica se apagó. Vi a Annie salir del agua, nadar hasta poder subirse hasta la Cornupcia. Y entonces supe que había ganado, aunque creo que ella no.

-Y la ganadora de los septuagésimo juegos del hambre es, ¡Annie Cresta, del distrito cuatro!

Me alegraba oír esas palabras a la vez que me dolían. Pero sabía que mi hermano quería que ganara ella, por eso lo hizo. Aún y así, me dolía muchísimo. Sabía que nunca iba a superarlo, pero me alegraba que Annie saliera. Es una gran chica.

Todos los mentores abandonamos aquella sala, aquella sala que no quería volver a ver pero que sabía que tendría que ver el año que viene. Haymitch me acompañó hasta aquella sala, aquella sala que parecía un hospital donde esperaríamos la llegada de Annie. Mags no tardó en bajar y Haymitch tuvo que irse.

-No conocía a ese crío pero quería que ella ganara, piensa en eso-me dijo el mayor con una sonrisa antes de irse.

Sabía que tenía razón, pero por mucho que lo supiera, no dejaba de doler. Pero dejé de pensar en eso, ahora solo pensaba en cómo estaría Annie. Ya estaba en una de esas habitaciones, tenía ganas de verla en realidad. Pero faltaba alguien, alguien del cual había notado mucho la ausencia. Finnick. La había notado cuando Marcus murió, la noté cuando lo necesitaba y no podía estar aquí porque estaba intentando sacar a mi hermano de la arena. De hecho, estoy casi segura que si Annie está viva es gracias a él.

-Hola, antes de pasar-dijo una enfermera-le hemos hecho exámenes físicos, no tiene nada. Parece que necesitará algo más que terapia, no ha salido muy bien de los juegos.

-¿Está bien?- pregunté, preocupada.

-Ahora está hablando con la psicóloga. No quiere hablar con nadie, está temblando todo el tiempo, con miedo.

-¿Puedo entrar?

-No debería.

-Por favor- dije, al final convenciéndola.

Al final me dejaron entrar a aquella habitación. Estaba tumbada en una camilla, como yo cuando desperté. Me acerqué y los médicos salieron.

-Lena-dijo sonriendo.

-¿Cómo estás?- le dije abrazándola.

-Lo siento-susurró mientras comenzaba a llorar.

-No, no sientas nada. Está bien-dije pasando mi mano por su espalda de forma cariñosa, mientras empapaba mi hombro con sus lágrimas.

Help Me- Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora