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Julio, 1977
Estoy seguro que eran más de cincuenta chicas en el aeropuerto, fans con cárteles y gritos enloquecidos cuando bajé del avión, saludando con mi mano en alto mientras mi otro brazo sostenía a ese bebé envuelto completamente con una manta.
Los medios no habían tardado en especular sobre "el hijo de Michael Jackson", sacando todo tipo de teorías al respecto cuando lo vieron en mis brazos por primera vez. Sé que es difícil, pero haré hasta lo imposible para que su identidad esté protegida. En entrevistas siempre me preguntan al respecto, solo dejé en claro que es un varón, nada más que eso. Muchas veces intentan sacarme algo más, pero estoy muy atento a ello.
Había visto por la televisión como las chicas lloraban fuera de la anterior casa cuando me vieron con el bebé en brazos, no estoy seguro de si felicidad o tristeza, pero espero que haya sido positivo. Nunca he llevado conmigo a Thomas al trabajo hasta hace poco en el estudio. Mucho menos lo llevaría a eventos o shows, ni mencionar a esas dichosas entrevistas. Lo que sí me hace sentir mal es el tiempo que debo pasar en el grupo con esta gira que empezáramos. Quiero estar con mi hijo, pero aún no puedo negarme al resto de mi familia. No aún.
Hablé con Rebbie para que me hiciera el favor de cuidarlo en esos meses, no quiero molestar a mamá, ya ha cuidado a muchos niños en estos años.
⟨ ... ⟩
— Cariño, estoy tan feliz de volver a verte — mamá me envolvió en sus brazos, dejando un beso sobre mi mejilla. Correspondí de igual manera. La extrañé.
— Yo a ti, mamá, los dos lo hicimos — sonreí, extendiendo al bebé inquieto que sostenía. Ella lo recibió emocionada, llenándolo de besos.
— Oh, pequeña cosa, ¡la abuela te ha extrañado tanto, tanto! — Tommy reía ante los gestos de cariño.
Yo no tardé en cargar a la niña que acompañó a Kath.
— ¿Y tú no me extrañaste, campanita? —
— ¡Claro que sí, Peter! — Janet dejó un pequeño beso en mi mejilla.
También había pensado mucho en mi pequeña hermana, hace un tiempo no la veía, pero también hablé un poco con ella en la casa de Paul.
Escuché pronto otros pasos acercarse, no tardando en ver quién los provocaba. Joseph al fin entró a la casa después de haber buscado algo en el auto, sosteniendo ahora el oso de peluche que Tito le había regalado.
— Ven, Joe, dáselo — musitó Katherine, haciendo que el bebé girara cuando vio al muñeco.
Pude notar lo nervioso que Joseph estaba, pero algo distinto también se hallaba. Cuando le extendió el peluche y Katherine ayudó a que Thomas lo tomara, una sonrisa se formó en los labios de mi padre.
