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                        Septiembre, 1981

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                        Septiembre, 1981

                                    • 🌷 •

Desde el comienzo, la mujer asiatica podía percibir con facilidad esa mirada pura que su hijo le dirigía al otro niño. Sonrió para ella misma, teniendo en el fondo la seguridad de que su Sean había conseguido lo que tanto anhelaba en estos meses. Le parecía algo tan adorable ese amor de niños, simplemente dulce y puro.

La comida transcurrió con tranquilidad. Michael le servía a su niño y cortaba el alimento en trozos pequeños para él. Ahora podía acariciar su cabello sin ser esquivado. Thomas no decía nada, pero su padre podía observar como de vez en cuando cerraba sus ojos con calma ante el gesto de cariño. Su corazón volvía a unir sus piezas. Tommy tenía un brillo especial en esos ojitos que causaba más calidez en el pecho del cantante pop.

Continúo al almuerzo, los niños siguieron sus planes con aquellos suéteres de superhéroes mientras los adultos levantaban la mesa. Sean sentía algo especial en su ser, teniendo la esperanza de que aquel acto sucedido hace no mucho volviera a pasar.

Con el pasó de los días, solo dos, Michael notó ese cambio en su hijo. Ahora hablaba con Emmanuel, lo veía platicar con él en el patio o incluso jugando. No tiene idea de cómo pasó, pero se sentía feliz de que su relación haya mejorado tanto. Aunque también pudo notar otro lado extraño, cuando Thomas dibujaba en el sofá mientras Sean iba a la escuela, este reía solo, como si recordara algo. Se ponía inquieto, lo cual era bastante extraño.

Algo le ocultaba, de eso estaba seguro.

Ven acá — el mayor inmediatamente sostuvo al niño que estaba a punto de retirarse de la sala, luego de haber oído de nuevo aquellas risas en solitario — ¿Qué pasa, mh? ¿Qué es tan gracioso? — musitó con un tono curioso, sus labios formando una sonrisa pequeña. Su niño tenía el mismo gesto.

— Nada... — respondió el pequeño.

— ¿Nada? No te creo — de manera inesperada para Tommy, su papá lo alzó de manera que su cabeza quedó hacia abajo y sus piernas arriba, haciéndole soltar carcajadas — ¿Vas a decirme la verdad, pequeño? — su hijo asintió sin dudas, con pequeñas lagrimas de risa cayendo.

Le encantaba ver a su hijo feliz.

Thomas se sentía nervioso por decirle a su papá lo que había sucedido. Una parte de él quería habérselo dicho desde un comienzo, aquella parte emocionada por alguna razón. Mientras que su otro lado temía por lo que su padre podría llegar a decirle, reaccionar.

Al percatarse de que su hijo ya no reía más, eso le dio un exacto mensaje de lo que seguiría no iba a ser algo bueno. No tenía idea de lo que podría esperar, tal vez cometió alguna travesura, quizás tuvo un altercado con Sean esta mañana. Cosa de niños tal vez.

» ¿Qué sucede, hijo? ¿Por qué esa cara, Tommy? — al verlo sentado en el sofá, el mayor se sentó a su lado.

— Es que... no quiero que te enojes conmigo, como esa vez en el avión — le dio tristeza escuchar eso, recordar lo anterior. Había reaccionado muy impulsivamente aquella ocasión, pero no volvería a pasar.

— No será así, cielo. Puedo prometerte que no me enojaré de lo que sea que hayas hecho, quiero oírte — él lo miró, ya cuando lo llamó por ese apodo, brindándole esa confianza que nunca se había ido.

El niño terminó de caer en el respaldo del sofá, jugando con sus dedos, dirigiendo su vista a ellos.

Papá... ¿A todos los niños le gustan las niñas? — Michael arqueó una de sus cejas, curioso por esa pregunta repentina.

— Bueno, no a todos, Tommy. ¿Recuerdas de lo que hablamos? — Thomas asintió — Hay niños que le gustan otros niños, al igual que niñas que le gustan otras chicas. Eso no es malo, cariño. Ya sabes, todos somos seres humanos y debemos respetarnos entre sí. Pero, ¿a qué viene eso, Tommy? — Michael acarició su mejilla, queriendo calmar a su hijo, quien cargaba ya con un semblante nervioso.

— Sean me pidió un beso... — musitó bajo. Ahora ambas cejas del artista se alzaron con sorpresa, simplemente no lo había esperado.

— Oh... ¿Y tú... se lo diste? — se sintió internamente inquieto por una respuesta rápida ante el corto silencio de su hijo, el cual contestaba sus dudas.

— En la mejilla... pero él quería uno aquí — el pequeño señalo sus propios labios con uno de sus dedos. Michael aún cargaba con varias dudas.

— Tommy, debes entender que eres muy pequeño para esas cosas — prefería que el gesto permaneciera en la mejilla, todavía no era el momento de que Thomas llegara a esas etapas, Sean es tres años mayor que él, entiende muy bien eso y no lo dejará ir — Y tú.. ¿tú como te sentiste al hacerlo? —

— Bien, normal, pero ahora no sé... — fue evidente, su bebé estaba confundido. No creyó que una situación como esta llegara tan pronto, sin embargo, aquí está. Solo tenía una cosa muy en claro: siempre iba a amar a su hijo, sin importar qué.

— ¿Te gusta Sean, hijo? — cuestionó, en un tono dulce, queriendo que Thomas se sintiera cómodo al responder, acariciando su cabello.

— No... — respondió, casi en un murmullo, llevando luego sus ojos a los de su padre —... No estoy seguro —

Michael sonrió.

Es cuestión de tiempo para que su pequeño decida, escoja sus gustos, lo que en verdad quiere. Sigue siendo una criatura, no debería preocuparse o enfocarse tanto en algo así. Aunque eso no descarta el hecho de que se sentía emocionado de que ese amor de niños haya aparecido.

Le trae recuerdos, muchos.

Sin embargo, quería poner reglas, los límites que el asunto necesita.

— Aun tienes mucho tiempo para pensarlo, cielo. Decidas lo que decidas, yo siempre te voy a apoyar y querer, ¿de acuerdo? — el niño se incorporó, con las palabras de su papá llegando a su cabeza y corazón — Y solo besos en la mejilla, ¿bien? — Thomas dejó ver una linda sonrisa, asintiendo.

— Solo en las mejillas, ¡lo prometo, papi! — como una pulga, él saltó hacía sus brazos, envolviendo al mayor con los suyos en un cálido abrazo.

Más adelante, con los años, lo hablarían mejor, con un Tommy más grande y pisando con más cercanía esos territorios amorosos. Sin embargo, ahora solo quería disfrutar de su bebé, el cual volvió a brindarle su afecto luego de un largo transcurso.

Se siente como volver a casa.

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𝐖𝐄 « 𝐦𝐢𝐜𝐡𝐚𝐞𝐥 𝐣𝐚𝐜𝐤𝐬𝐨𝐧 » (ʀᴇᴇsᴄʀɪʙɪᴇɴᴅᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora