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Marzo, 1977
Tuve que apretar un poco la maleta para cerrarla, esta ya era la última y espero que todo entre bien en el auto. La pequeña Janet me había ayudado por la mañana, pero al medio día llegó Jermaine y la llevó a la escuela. Estaba solo en mi habitación hasta que mamá apareció en la puerta con mi pequeño en sus brazos.
— ¿Ya guardaste todo? ¿No has olvidado nada? — dijo ella, mientras tomaba asiento en la cama.
— No, creo que no olvido nada, todo está listo — respondí con una ligera sonrisa, la cual desapareció cuando la miré, notando su triste expresión — Mamá... — ella apartó sus ojos de los míos, unos que ya se cristalizaron, no tardando en oír su primer sollozo.
— Está bien, cariño, ya se me pasará, solo que... no puedo creer lo grande que estás, cómo creciste tan rápido. Ya tomas tus propias decisiones, ya eres padre de esta cosa tan hermosa. Siento que es como volver a tenerte acunado, se parece tanto a ti, con los ojos de su madre —
Fue directo a mi corazón, como una flecha. Me senté a su lado y la abracé, dejando luego un beso reconfortante en su mejilla. Sabía que la nostalgia tarde o temprano llegaría, lo mismo sucedío cuando mis hermanos trajeron a sus hijos al mundo. Katherine los veía a ellos, a nosotros cuando éramos unos niños, y la entendía, pero no por eso quisiera que sintiera que esto era una clase de despedida.
— Mamá, siempre puedes contar conmigo, yo estaré solo a unos pocos kilómetros de aquí, y eso no impedirá que no puedas venir a verme a mí y a tu nieto, o viceversa. Siempre estarás más que bienvenida, esto no es un adiós, mamá —
Ella logró esbozar una sonrisa, antes de devolverme el beso en el rostro, como si todavía fuese uno de sus pequeños niños. Tras eso, me entregó con delicadeza a mi bebé.
— Gracias, cariño. Espero que todo vaya bien, que cuides bien de Tommy y sigas con tu álbum. No dudes en que pronto te visitaré y que también tú siempre serás más que bienvenido a esta casa. Tu padre y yo te deseamos lo mejor, Michael —
Un nudo se había formado en mi garganta, más aún cuando ella me envolvió en sus brazos una vez más, antes de que esa misma tarde me marchara para mi nuevo hogar, con la voz de mi madre diciéndonos que nos amaba, mientras con el auto me alejaba de la casa más y más.
⟨...⟩
El señor William Bone nos recibió en la puerta, dándome otro pequeño recorrido por la casa, a la cual ya le había hecho los cambios que le había pedido en el momento que terminé de pagarla. Era un lugar perfectamente espacioso, grande, con un piano de cola en la sala, sofás alrededor, una alfombra cerca de la chimenea, varías habitaciones y un gran estudio para mí, donde otros instrumentos habían.
— Es increíble señor Bone, ¡toda está tal cual lo imagine! — musité observando el lindo y gran patio cubierto por una fina capa de verde césped, donde había un árbol con dos columpios y un arenero con tobogán. Con espacio para más.
— Espero que te sientas cómodo, muchacho. Gracias por esta compra — tras eso, extendió las llaves y yo las tomé.
Mi casa, mi priopa casa.
— Gracias a usted. Espero que pronto volvamos a negociar —
No dudaba de que pronto podría volver a ver a William, hace unos meses hablamos y me dio a conocer muchas de sus propiedades, a la venta o en alquiler, y definitivamente fue difícil decidirme. No tuve el tiempo para ver todos y cada uno de los domicilios, el trabajo con Quincy Jones para mi primer álbum como solista realmente ocupaba mi agenda, pero esta casa era ideal y no podía pedir más.
Lo primero que hice al ya estar solo con mi hijo, fue visitar nuestra habitación, acogedora y perfecta para los dos, una cuna junto a la cama matrimonial, donde dejé al pequeño, así podría comenzar a desempacar.
⟨...⟩
— Sí, Quincy, pasado mañana seguiremos con el álbum — el teléfono pegado a mi mejilla al sostenerlo con mi hombro, mi brazo izquierdo sosteniendo a Tommy mientras con la otra le daba su biberón.
— No te preocupes, oloroso, tómate tu tiempo. Ya he hecho otras bases, luego me dirás si son de tu agrado o no, o quizás cambiar algo y agregar otra cosa — habló desde el otro lado de la línea — Pero no creas que te hablo solo por eso. ¿Cómo está la nueva casa? ¿Tú y el bebé ya se acomodaron? —
— Sí, ya nos estamos adaptando al lugar, debería venir y conocerlo —
— Hm, eso me gustó escuchar. Sabes, unas personas han venido a mi estudio hace unos días y quieren conocerte, Michael — eso realmente despertó mi curiosidad, no tenía planeado juntarme con otras personas en las grabaciones y no recordaba que Quincy tuviese otros proyectos.
— ¿Sí? No pienses en dejarme con la intriga hasta pasado mañana, ¿de quiénes se trata, Quincy? —
— Escucha bien, nada más ni nada menos que Paul McCartney y Freddie Mercury — con esos dos nombres, casi me da algo en el pecho — ¿Qué crees? Llegaron desde Londres a los Estados Unidos hace una semana, se presentaron en mi estudio unos días después y preguntaron por ti. Espero que no faltes ese día, oloroso —
Freddie Mercury y Paul McCartney, las estrellas inglesas de rock más grandes de todos los tiempos querían conocerme... No creo que pueda negarme a eso.
— Puedo prometerte que estaré ahí, puntual. ¡No puedo creerlo! ¿quieren conocerme? ¿a mí? Ya estoy nervioso, Quincy —
— Relájate, muchacho, eres Michael Jackson, la estrella del disco, todo entre ustedes irá genial. Les mencioné sobre tu nuevo proyecto y están bastante cautivados. Quieren trabajar contigo —
Eso fue la última gota que consiguió llenarme con completa emoción. Ellos querían que hicieramos una colaboración, eso mismo me lo confirmó Quincy Jones. Freddie Mercury quería que compusieramos juntos, mientras que Paul McCartney estaba interesado en las letras de mi nuevo álbum, queriendo que las trabajáramos juntos.
