Escrito #1

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T R E S  N O C H E S  E N  E L
C A L A B O Z O

En el Vaticano se esconden secretos que sólo el mismo Dios sabe que existen. Creados por sus súbditos, la bondad escondida dentro la oscuridad. Cada persona vive su propio infierno, algunos te invitan a pasar y otros aprenden a liberarse de él.
El cardenal Chesire Borgia, la encarnación del mal y el sacrilegio, la representación de la blasfemia. Mente intelectual de la mafia, posesión de personas, actos no concensuados, incesto, liberación de la vida terrenal a la espiritual, actos atroces que ni siquiera el más maquiavélico podría mencionar.

Ella gritaba por su vida, por ser libre, por ser rescatada, el maltrato que el cardenal infringe sobre su cuerpo le ha provocado un indescriptible dolor, envuelto en miedo no sabía que le afectaba más, si el corazón, el alma o la mente. No puede creer que sea un monstruo.

Chesire suspiro despierta de mirar a su presa desnuda y dejo una copa de vino sobre la mesa de estar cerro los ojos y froto sus sienes, el dolor de cabeza lo alteraba, desesperaba la chica gritando por su vida le causaba estrés. —¡Deberías callar el puto osico, sucia ramera! ¡Ya me tienes arto!.

La mujer forcejeaba intentando liberarse de las cadenas que la ataban de las muñecas y los tobillos. Su cuerpo empezaba a entumecerse y los dedos fríos, al igual que su cuerpo desnudo. El sacerdote poso su mano sobre sus labios para callarla. Ella abrió los ojos de par en par al contemplar el demonio tan de cerca. En menos de un segundo pegaron sus cuerpos.

—¡Guarda silencio o te reprendere mañana!?¿Dudo que lo quieras o si?— bajó su cabeza hasta estar a su altura estampando su boca.
Con los ojos bien abiertos ella quedó paralizada, por la sorpresa. No sabía si era por temor o porque me habia gustado el tacto del cardenal. Comenzado a mover lentamente los labios, degustando el sabor de su presa, no pudo resistir y se dejó llevar por el instinto animal. Besando con rudeza, devorando el sabor de la mujer que pedía oxígeno, pero él la mordió. Posteriormente las manos del cardenal se deslizaron por la cintura delineada de la chica y mantuvo los ojos bien abiertos para contemplar el panorama y guardarlo en su memoria.

El corazón de la mujer palpitaba con euforia y abrió la boca.  —¿Acaso lo que estás haciendo no se considera un pecado mortal?

Pero el pelinegro suprimió su boca por segunda ocasión para que ella se mantuviera en silencio. Succionó su labio inferior y al mismo tiempo atrapó su labio superior, entre más tiempo transcurría más intenso se convertía. Cuando Chesire metió su lengua en la boca de la chica persive el sabor del vino no tuvo agallas para buscar salvarse, se dejó llevar por el pecado.

—Debo terminar lo que empecé!— aclaro el cardenal

—No está bien— afirmó la mujer intentando persuadir a su captor

—¿Por qué no?—la  observo desafiante.

—Eres el cardenal del Vaticano— dijo entre lágrimas, culpandose por la curiosidad que emanaba entre sus poros. Siempre había sido una mujer de principios y educación. Jamás actuaba de manera contraria a la ley o la voluntad de Dios. ¿Pero por qué se sentía tan atraída por Chesire? ¿Acaso estaba enferma o ya alucinaba delirios?
—¿Solamente quieres estar conmigo porque estás aburrido de tu vida consagrada? ¿No tienes temor de Dios?—Se reprochó así misma intentando alcanzar los labios del cardenal. —Haz bebido bastante. ¿Por qué me tienes cautiva sino me vas a tocar más de la cuenta?

—Porque si llego a liberarte posiblemente andes de chismosa contando cosas de más y ya sabes tengo una reputación la cual debo proteger. Chesire la observo con lujuria y tomo el rostro con ambas manos. Sus ojos eran unos enormes pozos azules sombríos, desafiantes. Pero poco indescriptibles para la presa sometida.

Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora