D E S P E D I D A C A L I E N T E
Ella con melancolía lloraba mientras su mente divagaba con pensamientos mojados en pecado. Y el lienzo se forjaba de tinta y de palabras dedicadas a el, único hombre que la profanó hasta lo más hondo de su ser, ¿Era una despedida o una provocación? ¿Deseo o quizás remordimiento? No lo sabe con certeza, sólo recordaba lo fabuloso que era ser tocada por él, se bañaba en su interior y quería hacerlo por última vez, antes de casarse con un desconocido adinerado ¿Acaso era confuso? No para ninguno de los dos, simplemente era necesidad vacía de amor pero llena de placeres impuros. Virtud destruida, vulnerabilidad presente y sexo indecente, doncella prohibida y caballero impuesto al servicio sacerdotal comiéndose a besos en una catedral frente a un crucifijo ensangrentado. ¿Qué podría salir mal? Si su destino ya estaba marcado y marchito por el mal insaciable.
Con un nombre anónimo llegó a sus manos, Chesire reconocía la letra, sabía que se trataba de ella, con un brillo en sus ojos y una media sonrisa abrió el sobre, desenvolvió la carta que desprendía un olor a rosas, acercó la nariz y olfateo profundamente y prosiguió a leer inmediatamente.
Ciudad de Catalina, 19 de enero de 1507.
Sabes que te amo, Chesire Borgia porque eres
Caliente con un rostro angelical, lleno de elegancia y lujuria...
En este punto tengo que elegir un camino y aunque sé que no es el correcto, no tengo nada que perder,
No digas mi nombre, no digas mi nombre Chesire porque soy tu perdición, tu veneno y la necesidad de traición a tu creador, porque soy tu nena, soy tu nena, soy tu nena, te quiero besar, te quiero tocar, solo chupame, muerdeme, follame y cállate, que sólo sea testigo tu Dios de este pecado y recuerda no digas mi nombre, Chesire, Chesire, Chesire, Che...sire... Me molesta, me molesta que no me toques cada noche como solías hacerlo a escondidas y recuerda no digas mi nombre porque este es un adiós Chesire y para por favor, ¡Sólo dejame ir! Si ya no quieres jugar sucio, Chesire sólo déjame ir porque estoy rota, soy tu bebé, pero tú eres un sacerdote, mi hermano y todas esas llamas que ardieron en nuestra cama ahora se tienen que acabar, este incendio interior se tiene que enfriar porque es malo para nuestra reputación y dejemos esta lujuria y recuerda que no digas mi nombre ni siquiera en tus pensamientos porque soy Rudbeckia Borgia, tu hermana.Te quiero...
Confundido y eufórico el sacerdote rompió la hoja en pedazos y los arrojo en la pequeña chimenea que adorna la mansión. No estaba preparado para esa respuesta y sabía que tenía que solucionarlo de inmediato, porque el mensaje para sus ojos es simple provocación para coger duro, dispuesto a seguir su creencia, busco a Rudbeckia por la noche, y secretamente entro a su habitación.
Rudbeckia dormía plácidamente sobre su cama cobijada en sus edredones de ceda, el rostro tranquilo, como si soñara algo impecablemente perfecto.
Con su enorme mano apretó la fina y pequeña boca de ella que abrió inmediatamente los ojos al sentir el tacto de su hermano, no se inmutó, no había miedo ni desesperación, porque sabía que él vendría a su llamado, lo esperaba con ansias.
—¿Qué significa el mensaje que me enviaste, querida hermanita?— descubrió sus labios, esperando una respuesta.
Los finos labios de la doncella rubia desprendían una amplia y perfecta sonrisa mostrando su fina dentadura que brillaba a la ligera luz de la luna que se traslucia por la pequeña rendija de la ventana —¿Tú que piensas que significa, hermanito?— se aparto de sus cobijas de su fina y delineada figura.
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Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)
Teen FictionLas fantasías sexuales son bellas... Pero se convierten en pecado si las provoca un sacerdote.