Escrito #13

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V O U Y E R I S M O   Y  H O M I C I D I O

—Ahora mi hermosa y querida Rudbeckia, es hora que demostremos a nuestro padre y tu nana cuánto nos amamos, así como lo hicimos aquella noche dentro de la biblioteca— un beso intenso inundó la escena tan asquerosa y jodidamente enferma ante los ojos quienes lo presencian

—Hay que demostrar todo ese amor que nos tenemos guardado durante todos estos años, mi querido Chesire, necesito sentir que soy la mujer de tu vida...

—¡Paren ya!— ordenó su padre, desesperado —¡Esto es una blasfemia ante Dios!.

—Como te lo dije alguna vez padre, que sería buen esposo de una mujer, agradecida, dulce, inocente, buena y obediente— Sus manos fijas en el rostro de la chica, que no le apartaba la vista, la contempla con devoción y lujuria. —Le daré a mi hermosa hermanita todo lo que necesite, siempre y cuando le muestre con hechos cuánto me ama, sólo así podremos ser felices.

—¡Basta ya Chesire, tú estás enfermo, desquiciado! ¡Y tú Rudbeckia deja de ser su sumisa. ¿Acaso no tienes voluntad propia?— dijo la sirvienta asustada y preocupada, sus ojos se llenan de lágrimas y decepción. —Yo te enseñe a ser libre, pero lo que miro es que alguien cortó tus alas y se aferró a tí, enjaulandote para siempre.

—Te equivocas nana, yo así lo quise. Hablas de libertad cuando tú ni siquiera la posees, no vengas con tu sermón barato. Amo a mi hermano...

Ambos cuerpos sumergidos por el instinto animal se acercan, desafiando la realidad, contribuyen con el deseo que emana de sus poros. Chesire levanta el vestido de la chica y sus garras emergen brevemente para desgarrar la piel de su trasero.

Su padre quedó paralizado incapaz de reaccionar con tal escena tan bizarra mientras los labios de Chesire se devoraban contra la boca de su hermana. La lujuria que invadió sus rostros se acrecentó y fue reemplazando las prendas por desnudez. Mientras sus víctimas intentaban evitar contacto al acto voyeurista, lo que menos había frente a ellos era una expresión de placer sino estaban llenos de vergüenza y con ganas de ser ciegos y sordos para alejarse de la frustración de huida y el deseo de reprenderlos con castigos severos. Sus ojos se abrieron de par en par cuando contemplaron el coito consumado.

Su procreador sintió el calor acumularse en sus mejillas y abrió la boca. —¡Ustedes son mi castigo divino, jamás debí recoger a Rudbeckia y que obtuviera el apellido Borgia para aceptarla como mi hija ante la sociedad!— con la  mandíbula tensa y los ojos tristes. —Jamás la habrías conocido— concluyó el hombre.

—De todos modos yo buscaría la forma para que nuestros caminos se entrelazaran porque nuestro lazo es más fuerte que la divinidad de cristo— con un gruñido gutural Chesire salió de la penetración eufórica.

—¡No blasfemes! Dios no tiene la culpa de que tu alma esté corrompida por el mal.
Rudbeckia abrió la boca intentando encontrar palabras de refutación para dar su opinión al respecto pero ninguna palabra pudo salir a través de ella. Sólo observo a su nana y a su padre, sin remordimiento llevo los dedos a su cavidad vaginal y los clavo dentro de su ser para masturbarse así misma. —¿Ves esto papi?— interrogó con exigencia. Esto que estás presenciando lo hacía todas las noches pensando en Chesire, mi hermano me mojaba las ganas de tenerlo entre mis caderas— continúa tocándose con bemencia. —¡Pero por tu maldita culpa no podía hacer el amor! Ya que lo tenías presionado para ser sacerdote y por eso te odio, no lo dejaste ser feliz a mi lado porque el gran deseo del adorado Alejandro era que su hijo les siguiera sus pasos, mientras que yo debía ser una dulce doncella entrenada para el matrimonio.

Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora