Capitulo 17: Insulsa

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𝓙𝓪𝓬𝓴 𝓦𝓱𝓲𝓽𝓪𝓼𝓱

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Hace 9 meses 

—Eres una maldita perra ¿No es así? —no puedo creer lo que ha hecho, la computadora frente a mí se apaga ahogándose con el jugo que se ha derramado por toda la mesa.

Las risas paran y antes de que sus amigos puedan reaccionar la arrastró hasta la oficina del profesor Brink sellando la puerta. La ira hormiguea sobre mi pecho mientras intento relajarme antes de acabar con ella sobre el suelo. Sacudo mis manos, impaciente, puedo sentir la oscuridad salir de entre mis uñas y las sombras apoderarse de la sala.

—Eres una maldita perra que se aprovecha de cualquier cosa —camino en círculos, gritándole. Necesito sacar el enojo antes de explotar— En cuanto quieres algo haces lo que sea... hieres a quien sea, en tu afán de lograrlo.

Vuelvo a agitar las manos, odio como las ganas de poner mis dedos sobre su cuello brillan en mi conciencia. Respiro ruidosamente.

Estuve todo el mes buscando ese maldito jugo para Izis, ella se había puesto realmente triste cuando se enteró que lo habían discontinuado y busqué por todas partes la maldita bebida, para encontrarme con que solo quedaba la más pequeña de las cajas. Ni un solo trago le había podido dar y eso me enojaba aún más que la pobre computadora inservible en mi escritorio.

—Tú tienes la maldita culpa —se defiende de inmediato— Solo a ustedes se les ocurre poner un jugo cerca de documentos importantes.

Tomo con furia mi sudadera, el líquido negro se pega en la tela dejándola inservible. Intento respirar lo más profundo y pausado posible, como Izi me enseño, pero no sirve de nada y me desespero aún más.

—Cállate antes de que te arranque esa maldita boca —me volteó en su dirección haciendo uso de mi voz más grave— Esta vez Izi no me detendrá de darte una paliza, estúpida insulsa.

Sobre el piso se pueden ver las sombras escurriéndose, en el techo los movimientos la alertan, la oscuridad se agita tanto como mi furia.

—Es el maldito cumpleaños de Izi —doy pasos rápidos hasta que mi palma da contra su pecho, empujando su cuerpo a la pared— Y a ti se te ocurre hacer tus pendejadas Li. Te pase lo de los documentos borrados, horas de trabajo de Izi perdidos gracias a ti, te pase lo del desayuno, cuando pediste esos malditos marisco y te pase lo del evento del que no me avisaste. Pero te superaste.

Estaba teniendo el peor de los días. Había hecho que Izi se quedara en el cuarto a descansar, si tan solo se le ocurría meterse en mi mente acabaría jodido. Y para mi mala suerte es justo lo que pasaría si podía sentir mi enojo.

—¿Es el cumpleaños de Izis? —pregunta aún entre mi mano y la pared, como si no lo supiera— ¿No era el 13 de octubre?

Sacudo la cabeza relajándome un poco, aun sintiendo el calor del enojo sobre el estómago.

—Si, ese es nuestro cumpleaños, pero el de Izi es el 13 de diciembre, ósea hoy —gruñó acercando mi cara a la suya, buscando en sus ojos indicios de su treta— Vamos, lo menciono a todo el que vio la semana pasada. Maldita sea Li, no me engañes.

—Yo... —duda mientras tiembla su voz— No lo sabía.

La canción favorita de Izi se reproduce en mi reloj inteligente, dándome la señal de que seguramente ella se encuentre cerca. Ahora me arrepiento por haberle mandado un mensaje para que viniera por el estúpido jugo. Me llevo la mano a la cabeza para rascarme lo más fuerte que puedo y así mitigar la ansiedad, pero no llega a su destino, Li toma mi muñeca fuertemente y la baja a nuestro costado.

𝐂𝐨𝐧𝐢𝐮𝐦 ⁂ 𝐉𝐨𝐫𝐝𝐚𝐧 𝐋𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora