𝐂𝐨𝐧𝐢𝐮𝐦 ⁂ 𝐉𝐨𝐫𝐝𝐚𝐧 𝐋𝐢

Capitulo 28: Prisión

𝓙𝓪𝓬𝓴 𝓦𝓱𝓲𝓽𝓪𝓼𝓱

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Hace 5 meses

El sonido de un avión pasando, agitando el aire sobre el lugar, me hace despertar. Todo en la habitación se ve opaco y borroso, soy bueno viendo en la oscuridad, pero en definitiva no puedo distinguir nada. Después de unos minutos intentando centrar mi vista, con dificultad noto una puerta a unos metros y una horrible mesa que tiene lo que parece restos de comida.

Las muñecas me duelen y mis manos se mantienen sobre mi cabeza, las cadenas suenan en cuanto intento bajarlas. La piel me arde y un líquido se escurre hasta mis codos. Las palabras no me salen, la garganta me arde como si llevara días sin tomar agua. No recuerdo la razón por la que estoy aquí, pero una y otra vez cuanto las horas para salir.

-Juro que, si no me dejan ir, los voy a despedazar -grito a pesar del infierno que siento en mis cuerdas vocales.

Los sangrientos pensamientos de Izis permean mi conciencia. Esta desesperada, cansada, el dolor de nuestro cuerpo le llega a pesar de mis intentos de reprimirlo. Sabe que estamos en peligro.

La puerta se abre en un horrible chirrido que lastima mis oídos. Miles de agujas se entierran en mi cabeza, las ganas de matar al responsable sumergen a mi cerebro en un relajante y preocupante sentimiento. Cada movimiento me irrita más que el anterior, incentivándome a hacer realidad mis más perversos pensamientos.

-Aunque lo dices con mucha confianza, no creo que puedas hacerlo -distingo de inmediato la voz. Allen se acerca a paso lento emergiendo de las sombras.

Despierta algunos recuerdos de mi infancia.

Sonrió alegre de verlo, él me sacara de aquí. Reconsidero mi tranquilidad cuando miro su arrogancia reflejarse en sus ojos. Algo en la mirada que me regala es preocupante, no quiero pensar en lo peor, pero sé que es capaz de lastimarme porque lo ha hecho antes.

-Demonios Allen, si es uno de tus juegos sexuales...

Su risa me interrumpe, una carcajada malévola. Su perfume se cuela en mis fosas nasales, está lleno de un odio rencoroso.

-¿Qué diablos sucede, Allen? -puedo oír la desesperación impregnar mi voz.

-¿Crees que me acostaría con una perra como tú?

-¿Una perra como tú? -repito con las ideas revueltas. Cierro los ojos lentamente para poder concentrarme mejor, estoy un poco mareado- ¿De qué hablas, hermano?

-Ah, eres tú. -escupe con desprecio.

En cuanto intento suspirar las costillas se entierran en mi costado, probablemente rotas. Puedo oír mi corazón retumbar en mis oídos como si estuviera al lado de la batería en la banda más ruidosa del país.

-Veo que Izis soporto todo lo que pudo. Intente sacarle la verdad, pero esa bruja es más testaruda que tú.

-¿Izis? -¿Qué tiene que ver ella en esto? Cuando de Allen se trata Izis nunca se ha metido. Ella siempre pretendía acostarse con él y coquetearle, pero el que estaba totalmente interesado era yo.

-Mira, si Izis hizo algo o dijo algo que te lastimo, perdón. Pero estas exagerando.

-¡Exagerando! -grita con tanta fuerza que mis oídos acaban explotando.

Con una velocidad desconocida, el piso se cuartea en una violenta sacudida y entre las grietas un gigante cristal emerge dando directo a mi estómago. El dolor se extiende por todo mi cuerpo, haciéndome notar los demás cortes en mi piel.