4/Feb/2024 (Celular roto)

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Tengo demasiadas cosas que tengo que escribir.

Rompí mi celular porque me enojé. Estaba hablando con una amiga que ni siquiera me importa tanto, cuando mi familia me regañó por pasármela de pendeja en el celular incluso en la cena.
Me subí al cuarto y estrellé estúpidamente el celular, provocando que mi papá tuviera un quiebre mental y casi un infarto.

De todo lo estúpido y humillante que hice me dió el mayor coraje cuando mis padres me regañaron horrible por ser una pinche delicada, que llora por todo, no aguanta nada y se apendeja en cosas estúpidas y de poco valor. SABEN QUÉ CHINGADOS HICE???? LLORÉ AÚN MÁS Y ME DESMAYÉ.
JUSTO MIENTRAS ME DECÍAN QUE FUERA FUERTE.
JUSTO CUANDO ME EXIGÍAN MADUREZ.

ME
DESMAYÉ

QUE COSA TAN MÁS PATÉTICA.

Me odio TANTO, sólo dejo en claro que soy peor que un gusano y no sirvo para vivir.
Me sentí TAN humillada que me tomé 15 pastillas. Todas diferentes.

No me morí desafortunadamente.

Ni me sentí mal siquiera.
Ni un dolor de cabeza, ni una vomitada, ni un mareo.

Desperté al día siguiente.

Me siento horrible.

Me siento ridícula, ni para morirme o lastimarme sirvo.

Soy una decepción.

Lo único bueno que saco de ahí es que tuve mi primer desmayo del año. Espero que se vengan más porque desmayarme se ha vuelto una clase de adicción. Amo desvanecerme y sentir que el mundo da vueltas a mi alrededor, ponerme pálida y escuchar distorsionado.
Estar completamente desvanecida.

La otra es que logré cortarme mejor que antes. Me hice unos buenos dibujos en mis caderas y sangré genial. Cuando me dí cuenta que iba a manchar el baño me cautericé las heridas con un encendedor y se sintió muy bien.
Duré días con malestar, dolor y punzadas fuertes. La última vez que sentí algo parecido fue Allá.

Mi siguiente meta es drogarme y descubrir lo que es valer verga, probaré la cocaína y la zaza. Me cortaré nuevamente al punto que no pueda ni moverme. Tal vez me apuñale otra vez. Fue una buena experiencia, fue la última vez que me desmayé el año pasado. Se sintió bien, sentí la ansiedad de haberme pasado por mucho, el dolor del cuerpo, desvanecerme, creer que podría morir, usar mi poca conciencia y fuerza para alejar a mi padre de mi cuarto con la excusa que estaba cambiándome. Y tener que levantarme de mi charco de sangre para darle su navaja sin que viera mi desastre ni sospechara nada. Extraño la ansiedad de lavar la ropa y quitar cualquier mancha de sangre que pudiera sobrar. Temer porque cuestionaran por qué chingados tenía una rotura en un pantalón que me prestó mi hermano que sólo podría ser lograda con un cuchillo. Me gustó limpiar en silencio mi piso con mi saliva y papel del baño. No poder dormir del dolor, preocuparme por que no se infectara para no pedir ayuda a ningún doctor. Dar un concierto y no poder subir ni bajar escaleras, cargar cualquier cosa o simplemente caminar en tacones. Caerme por no poder mantener el equilibrio y que todos se sorprendieran por mi estado. Ver sus caras de shock y confusión por haberme descuidado tanto.
Me odié aquella vez. Fue mi momento más asqueroso. Ojalá pudiera borrar aquella Julia. Me sigue dando vergüenza recordar que fuí esa alguna vez.

Diario De Una Pendeja Triste Y Dramática Donde viven las historias. Descúbrelo ahora